EL CELULOIDE ELEGIDO – El próximo domingo contendremos el aliento esperando que Natalie Portman gane su segundo Óscar por el papel protagonista de Jackie, del chileno Pablo Larraín. Alicia Perris, autora de la biografía Jaqueline Kennedy, el icono de las mil caras. (Edimat Libros 2005), analiza la película para nosotros y nos dice:
“Los Kennedy me han acompañado desde hace siglos.Todos y cada uno de ellos, los ancestros y padres de la dinastía, los hijos, los nietos, los primos. El día del asesinato del presidente, el 22 de noviembre de 1963, estaba en clase con mi querido maestro, Guillermo Berardone, (siempre fui una privilegiada con mis profesores fundacionales) que me comunicó la noticia convulso, aunque entonces no entendí la importancia política, histórica ni mediática del acontecimiento.
Le siguió todo un ceremonial impresionante del luto y la memoria, en gran parte construido por la sangre fría, en medio del caso, y el sentido de la dignidad, el decoro y saber estar de Jackie Bouvier Kennedy Onassis y el equipo de protocolo y presidencia de la Casa Blanca, aquella “maison” oficial, que la esposa del presidente había contribuido a redecorar, desde la más pura elegancia francesa y el estilo.
Ahora, Natalie Portman, de doble nacionalidad, israelí y norteamericana, actriz superdotada y mujer que, como Jackie en su día, sabe lo que quiere y a dónde va, la devuelve a la vida en un relato que transcurre por el territorio de los cuatro días que siguieron al magnicidio de Dallas.
Psicóloga por la Universidad de Harvard, políglota, habla español, árabe y alemán entre otras lenguas, premiada en numerosas ocasiones a sus 35 años, está casada con el coreógrafo francés de la Ópera de París, Benjamin Millepied, de quien tiene un hijo y otro por llegar.
A la espera de que su trabajo, bordado, meticuloso, exquisito, se vea sellado esta vez también con un Oscar como pasó con su actuación en El cisne negro, la pregunta del millón de dólares podría formularse así: ¿en qué medida se identifica o se proyecta Natalie en Jackie? Incluso coinciden en sus nombres, de perfume parisino, multinacional y eterno.
No valen aprioris. Es una película para ver, disfrutar y descubrir otros universos”.