10 obras para leer la Shoá, II Parte

SEFER: DE LIBROS Y AUTORES – Javier Fernández Aparicio, experto en literatura de la Shoá y autor del magnífico Letras culpables  y co-autor junto a Javier Quevedo del imprescindible La cultura del abismo continúa en esta segunda entrega recordándonos que “estas fechas, 80 años de la liberación de Auschwitz por parte de tropas soviéticas, son idóneas para reflexionar a través de la literatura sobre quizás el acontecimiento que más ha marcado nuestra historia: la Shoá.
La buena literatura ha capturado, preservado y transmitido las historias de quienes vivieron este capítulo oscuro de la humanidad. Estos autores nos desafían a no olvidar y a mantener viva la lucha por el recuerdo, la justicia y la dignidad humana”.
Para la elección de otros cinco autores imprescindibles, nos cuenta Fernández Aparicio,  nos hemos basado en los libros mejor valorados en el Club de lectura del Holocausto por sus participantes en las diferentes ediciones:

Elie Wiesel – La Noche (1956)
Elie Wiesel (1928-2016) fue un escritor, periodista y activista por los derechos humanos, conocido por ser una de las voces más representativas de los sobrevivientes del Holocausto. Miembro de una familia judía rumana profundamente religiosa, en 1944 él y su familia fueron deportados a Auschwitz. Allí, perdió a su madre y a su hermana menor. Posteriormente, él y su padre fueron trasladados a Buchenwald, donde su padre murió poco antes de la liberación del campo en abril de 1945. Después de la guerra, pasó varios años en Francia, trabajando como periodista.
Durante una década, guardó silencio sobre su experiencia concentracionaria, de nuevo el silencio, hasta que en 1956 publicó La Noche (La Nuit), un relato autobiográfico que detalla los horrores que vivió y las profundas preguntas éticas y espirituales que surgieron de dicha experiencia. Lo hace a través de la la vida de Eliezer (alter ego de Wiesel), un joven judío rumano deportado junto a su familia y enfrentado a la brutalidad, el hambre, la deshumanización y la constante amenaza de la muerte. Escribe de forma diferente a Levi (menos descriptivo del funcionamiento del horror) o Kertész (estilo opuesto, menos cínico). Wiesel-Eleizer sufre un choque entre su fe religiosa y la espantosa realidad, incapaz de comprender la deshumanización que le rodea.
La Noche es una de las grandes obras de la memoria y el testimonio: Wiesel busca preservar la memoria del Holocausto, evitando que el mundo olvide lo que ocurrió. Escribió más de 50 libros, destacando otras dos de esta “trilogía del Holocausto” —El alba y El día— y sobre todo sus ensayos comprometidos con los derechos humanos y la memoria histórica. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 1986.

Sebastian Haffner – Historia de un alemán (1939, 2000)
Sebastian Haffner (1907-1999), ensayista, periodista e historiador, encarna una rara y fascinante síntesis de aparentes opuestos: prusiano y cosmopolita, patriota pero nunca antisemita, riguroso en sus ideas, pero ligero y brillante en su estilo. Pocos autores logran hacer accesibles y amenos los episodios más complejos de la historia contemporánea sin sacrificar la profundidad de sus análisis.
Aunque en vida alcanzó cierto prestigio, su consagración póstuma se debe, irónicamente, a una obra que él mismo consideró menor y dejó inacabada: un texto de juventud, en sus primeros años de exilio en Reino Unido, que desechó por no considerarlo digno. Publicada por primera vez en el año 2000, Historia de un alemán combina ensayo y autobiografía de forma magistral. La pregunta central que sobrevuela la obra es tan impactante como fundamental: ¿cómo fue posible que Alemania se volviera nazi?
El autor trata de responderlo cuando no pertenecía a ningún grupo directamente amenazado por el nazismo: no era judío, ni izquierdista, sino un jurista “ario” de ideología liberal, defensor de los valores burgueses. Pero este posicionamiento fue precisamente lo que le permitió observar de cerca cómo su clase social se dejó seducir por las promesas totalitarias, aunque él, gracias a su instinto moral, logró mantenerse inmune a esas tentaciones.
Haffner analiza con agudeza las motivaciones y rendiciones éticas que llevaron a Alemania al desastre en este libro excepcional, no solo por su combinación única de análisis histórico y experiencia personal, sino también por su profundidad y, hay que decirlo, por la inquietante actualidad de sus conclusiones hoy día y en tantas partes del mundo donde se impone esta sinrazón, aparente, totalitaria.

G.W. Sebald – Austerlitz (2001)
Winfried Georg Sebald, conocido como W.G. Sebald, fue un escritor, profesor y traductor fallecido en un accidente de tráfico en 2001. Fue el creador de un estilo literario único que fusionaba géneros como la novela, el ensayo, la autobiografía e incluso la fotografía con que acompañaba a sus textos. De haber seguido vivo, sin duda hablaríamos de un Premio Nobel de Literatura. Aunque nació y estudio en Alemania, en 1970 se trasladó al Reino Unido, donde desarrolló una destacada carrera como académico en literatura alemana del siglo XX.
Parecido en cuanto a estilo a Modiano, Sebald es reconocible por su escritura reflexiva y melancólica, marcada por la obsesión por la memoria, el trauma y el impacto de la historia en el individuo. Además, fue uno de los primeros autores que exploraron las secuelas del Holocausto en la identidad cultural alemana, a menudo a través de relatos que combinan hechos reales con elementos ficticios, como Austerlitz, una obra de 2001 que cuenta la relación intermitente entre el narrador —un estudioso inquieto y viajero del que apenas conocemos detalles personales— y Jacques Austerlitz, un historiador excéntrico y atormentado por los fantasmas de su pasado, marcado profundamente por el Holocausto.
La novela explora el proceso lento y doloroso de recuperar un pasado bloqueado por la amnesia. Como es habitual en Sebald, la narración no sigue una línea recta; está salpicada de digresiones que abarcan una amplia gama de temas, desde la arquitectura hasta la historia europea. Sin embargo, todos estos desvíos están impregnados de ecos del tema central, contribuyendo a una atmósfera cargada de presagios que prepara al lector para las revelaciones finales.
Muy recomendables otras obras como Los anillos de Saturno (1995) o Vértigo (1990).

Art Spiegelman Maus (1992)
Art Spiegelman, nacido como Itzhak Avraham ben Zeev en 1948 en Estocolmo, es hoy un influyente autor y dibujante de cómics estadounidense. Hijo de Vladek y Anja Spiegelman, supervivientes del Holocausto, Spiegelman creció marcado por las heridas emocionales y psicológicas de su familia. Su hermano mayor, Richieu, murió siendo un niño pequeño durante la Shoá, una tragedia que siempre estuvo presente en la vida familiar, a lo que sumó el suicidio de la madre en 1968, incapaz de superar el trauma.
Dentro del estilo underground del cómic en la década de 1960, Spiegelman desarrolló un estilo propio que combinaba la profundidad emocional con un enfoque experimental. Su obra más reconocida es Maus, una novela gráfica que fueron apareciendo en entregas semanales, narra la experiencia de sus padres durante el Holocausto, mezclando entrevistas, autobiografía e historia, donde los judíos son ratones, los nazis gatos y los polacos cerdos. Ha sido una obra tan premiada, por ejemplo, le valió el Pulitzer en 1992, como censurada en varios países por diversos motivos (Israel, Polonia, Rusia y los propios Estados Unidos).
Maus (“ratón” en alemán) está narrada a través de un flashback y dibujada en blanco y negro, sin color. La historia entrelaza la difícil relación de Spiegelman con su padre Vladek y los recuerdos de este sobre los horrores de la Shoá. palabra “Maus” significa “ratón” en alemán). La obra final es de 1992, pero Spiegelman dedicó más de 13 años a recopilar material, entrevistar a su padre y dar forma a la misma. El título de nuestro espacio en Radio Sefarad, Metaescritura de la Shoá, se debe precisamente a una obra posterior de Spiegelman, Maus, metaescritura dedicada a mostrar el proceso arduo de redacción de Maus.

Hannah Arendt –Eichmann en Jerusalén(1963)
Pensadora clave del siglo XX, autora de multitud de obras esenciales para entender el fenómeno del totalitarismo, Hannah Arendt, nació en Hannover en 1906 en el seno de una familia judía, y fue discípula del influyente filósofo —también polémico por su relación con el nazismo— Martin Heidegger, con quien mantuvo una relación intelectual y sentimental. En 1933, tras ser detenida por los nazis debido a sus actividades políticas, Arendt decidió marchar a Estados Unidos, lo que sin duda le salvó la vida durante el Holocausto, trabajando como profesora universitaria.
En 1961, asistió al juicio de Adolf Eichmann en Jerusalén, el funcionario nazi encargado de la logística del Holocausto, incluyendo la coordinación de los transportes hacia los campos de exterminio y la organización de la Conferencia de Wannsee, donde se diseñó la Solución Final. La obra nació de una serie de artículos que escribió al respecto para The New Yorker, una crónica detallada del juicio y una profunda reflexión filosófica sobre la naturaleza del mal, por eso el subtítulo de Eichmann en Jerusalén es Un estudio sobre la banalidad del mal. Esto es lo más polémico de la obra, sobre todo en su tiempo porque hoy la premisa de la banalidad del mal está aceptada.
Arendt introduce este controvertido concepto argumentando que Eichmann no era un monstruo demoníaco, sino un burócrata ordinario que, actuando sin cuestionar órdenes ni reflexionar éticamente, facilitó uno de los mayores crímenes de la humanidad. Pero el libro no solo analiza la figura de Eichmann, sino que también critica el papel de los consejos judíos en los guetos, a quienes Arendt señala como colaboradores involuntarios en la ejecución de las políticas nazis, calificando este episodio como “el capítulo más oscuro en toda su oscura historia”. Asimismo, examina la responsabilidad colectiva frente a la individual en estas atrocidades y expone las simpatías que Eichmann encontraba en algunos círculos árabes con inclinaciones antisemitas.