UNA MIRADA A LA HISTORIA – Serguéi Aleksándrovich Koussevitsky fue un director de orquesta, contrabajista y compositor ruso que nació un día como hay, hace 140 años en Rusia y que destacó como director musical de la Sinfónica de Boston entre 1924 y 1949, muriendo en 1951. A pesar de criarse en un pueblo, sus padres eran músicos judíos profesionales y le iniciaron en el violín, chelo y piano, antes de matricularlo en el Instituto Músico-Dramático de Moscú para estudiar contrabajo, instrumento con el que llegó a la Orquesta del Teatro Bolshoi y desarrolló una gran labor como solista. En 1908 debutó como director de orquesta al frente de la Filarmónica de Berlín. Después pasaría por la Sinfónica Estatal de Petrogrado y en 1920, se instaló en París, y cuatro años después en los EEUU. De su prolongada estancia en Boston salieron no sólo grandes grabaciones sino también alumnos de la talla de Leonard Bernstein. Fue un gran impulsor de la música de su tiempo, encargando obras como la trascripción para orquesta de los Cuadros de una exposición que le pidió a Ravel, el Concierto para piano de este último, la Segunda Rapsodia de Gershwin, la Sinfonía nº 4 de Prokófiev, la Música Concertante para Cuerdas y Metales de Hindemith, el Concierto para Orquesta de Bela Bartok y la Sinfonía de los Salmos de Stravinsky, entre otras. En 1942 creó una fundación a su nombre para encargar e interpretar nuevas composiciones, entre ellas la ópera Peter Grimes de Britten, la Tercera Sinfonía de Copland o la Sinfonía Turangalila de Messiaen. Es autor de un popular Concierto para contrabajo y orquesta en si menor compuesto en 1902 y que escucharemos interpretado por la Orquesta Sinfónica “Simón Bolívar” de Venezuela dirigida por Peyber Medina y con Mario García Capodicasa como solista. Son sus movimientos: Allegro; Andante; y Allegro