90 años de la fundación del IWO, con Abraham Lichtenbaum

UNA MIRADA A LA HISTORIA – El IWO nació hace hoy 90 años en Vilna (actual capital de Lituania) para documentar la cultura y el lenguaje de los judíos de Europa Central y Oriental en un contexto de discriminación y persecución. El surgimiento de las identidades “nacionales” en Europa en conjunción con el rápido desarrollo de las ciencias sociales generó un nuevo foco en el mundo académico judío de principios del siglo XX. La historia judía dejó de estudiarse como una sucesión de logros y fracasos de héroes y rabinos, y comenzó a comprenderse como un proceso de continuidad y cambio en la sociedad. Se comenzaron a investigar fenómenos masivos como la inmigración y las organizaciones comunales, y a estudiar el folklore, la vida cotidiana y la cultura popular de las masas anónimas de judíos de Europa Oriental. Un ejemplo de este interés es la expedición etnográfica encabezada por An-Ski, el famoso autor de El Dibuk, que recorre los pequeños villorrios judíos de Europa Oriental, rescatando testimonios lingüísticos en ídish, refranes, juegos infantiles, creencias, amuletos, canciones populares, objetos rituales, vestimentas, y otras expresiones de vida popular. El flujo migratorio, producto de las persecuciones y las crisis económicas, estaba llevando grandes masas de judíos de Europa Oriental a América, Sudáfrica y Australia. Los inmigrantes traían consigo sus costumbres, sus lenguajes, sus organizaciones y sus formas de vida. Como resultado de estas migraciones, la idea de “judíos de Europa Oriental” dejaba de ser un concepto geográfico para transformarse en un concepto sociológico y cultural. Cualquier intento por comprender los procesos sociales que se desarrollaban en las nuevas comunidades requería un conocimiento profundo de aquellas comunidades de origen que establecieron los modelos sociales y políticos que los inmigrantes traían consigo. En 1925 el Comité Central de Educación Judía y la Asociación Educativa de Vilna presentaron el proyecto ante el Congreso de Maestros Judíos de Polonia. Simultáneamente, en Berlín, se reunieron personalidades de la cultura interesadas en apoyar el proyecto. Finalmente se creó en forma conjunta el Yiddisher Visnshaftlekher Institut. La filosofía del IWO contemplaba la comprensión del pueblo judío como una entidad socio-cultural; el estudio académico como un medio para la comprensión el enriquecimiento de la vida judía y la aplicación de las ciencias sociales como un método para la búsqueda del conocimiento y el desarrollo de una sociedad más justa. Al poco tiempo se crearon grupos de apoyo en Nueva York, Viena, París, Londres y Buenos Aires. Entre 1925 y 1939 IWO desarrolló un verdadero movimiento popular de documentación. Fue apoyado no solamente por los académicos, sino también por judíos de distintos ámbitos que, en ausencia de otras autoridades nacionales que reconocieran a la cultura judía, vieron al instituto como un ente de salvaguarda del patrimonio. Una de las contribuciones más originales del IWO fue su habilidad para organizar proyectos y estudios colaborativos, ya sea la recolección de datos por medio de cuestionarios para realizar estudios de alcances estadísticos que sobrepasaban la capacidad de un investigador, la publicación de series de libros que reunían lo mejor de los autores judíos del mundo, o la realización de estudios basados en masas documentales aportadas por miles de individuos de todo el mundo. Durante la ocupación nazi de Polonia, el IWO de Vilna fue sistemáticamente saqueado, sus profesionales fueron encarcelados y asesinados.

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