UNA MIRADA A LA HISTORIA – Se han cumplido 200 años de la realización del Congreso de Viena, que culminó en el mes de junio de 1815, donde se congregaron los países europeos para realizar las negociaciones de paz, luego de la derrota de Napoleón. La intención era revertir los cambios que el emperador había introducido durante su gobierno y los países conquistados en sus campañas bélicas. Para los judíos, allí se debatiría una cuestión fundamental para su existencia: la principal era conservar los derechos y logros obtenidos por la Emancipación- la igualdad de derechos cívicos otorgados por Napoleón a los judíos-. Las reuniones se celebraron en un palacio, el Apollosaal, construido por el judío inglés Sigmund Wolffsohn y allí se debatió sobre la condición de los judíos, el “Problema Judío”, en un Congreso Internacional donde por primera vez las comunidades judías estuvieron oficialmente representadas. Allí se hallaban los delegados que defendieron la causa de los judíos de Frankfurt y de las ciudades hanseáticas de Hamburgo, Lübeck y Bremen que había alcanzado la igualdad de los derechos civiles bajo la dominación francesa. En 1810, cuando fueron anexadas a Francia, las comunidades judías de esas ciudades gozaron de la misma Emancipación que ya habían obtenido los judíos franceses.
Los judíos de Frankfurt estaban oficialmente representados en el Congreso por Jacob Baruch, el padre de Ludwig Boerne y por G. G. Uffenheim. También hubo otras comunidades representadas como las de Praga, Berlín y Viena. Había potentados y personalidades judías que actuaban particularmente y que también hicieron gran presión para lograr la ansiada igualdad de derechos. Entre ellos se hallaban los Rothschild, los Lamel de Praga y las muy poderosas familias de los banqueros Herz, los Arnstein y los Eskeles. Las actividades sociales más importantes, las reuniones más magníficas e importantes, se realizaban en las mansiones y palacios de la baronesa Fanny von Arnstein, esposa del rico banquero Nathan von Arnstein, de la firma Arnstein y Eskeles, y su hermana Cecilie von Eskeles, ambas hijas de Daniel Itzig. Sus residencias fueron el centro de las actividades de los representantes prusianos en especial, todos los prominentes hombres de estado que fueron sus invitados en algún momento. Fanny von Arnstein, Cecilie von Eskeles, Madame Ephraim, Madame Pereyra, Henriette de Lemos Hertz, Rahel Levin Varnhagen von Ense y Dorothea Mendelssohn von Schlegel eran anfitrionas conocidas y muy admiradas por su patriotismo y sus dotes intelectuales, con quienes muchos de los importantes políticos que participaban en el Congreso eran amigos muy próximos. Era muy difícil para todos ellos participar casi íntimamente en este mundo tan brillante socialmente y por otras parte sostener en el Congreso la teoría de que ellos, “esos judíos, esas judías”, no estaban capacitados para obtener la igualdad de derechos civiles y políticos, y los privilegios necesarios para la práctica religiosa.
Metternich, Humboldt, Wellington, Capodistrias, Pozzo di Borgo y otros estaban a favor de la igualdad de derechos de los judíos. Otro que trató de influir en su favor en la delegación prusiana fue Jacob Salomon Bartholdi, que provenía de una importante familia de banqueros prusianos, sobrino de las prominentes Arnstein y Eskeles y de David Friedlander, uno de los nietos de Daniel Itzig y seguramente primo de Felix Mendelssohn. Era un teniente de la milicia vienesa que luego fue cónsul general de Prusia en Roma. La intervención de la familia Rothschild en favor de la Emancipación de los judíos está bien descrita por Karl Varnhagen von Ense, el marido no judío de la famosa Rahel Levin, que era uno de los subordinados de príncipe Hardenberg. Michel Berr, que había hecho tanto para la Emancipación judía en Francia y fue Secretario del Sanedrín convocado por Napoleón, también solicitó al Congreso de Viena el mantenimiento de los derechos de los judíos.
En la sesión general del Congreso en mayo de 1815, la oposición a la igualdad cívica judía creció, a pesar de las propuestas favorables por Austria y Prusia. Una declaración de la Constitución determinó, simple y llanamente, que los judíos habían perdido la igualdad de derechos otorgados por Napoleón y la Revolución Francesa. Después de ello, numerosos judíos se convirtieron al cristianismo, ya que su condición los excluía de numerosas actividades y restringía sus vidas de un modo tal, que se les hizo intolerable, optando por abandonar el judaísmo. Esto no significó que no padecieran el antisemitismo o no se les recriminara sus orígenes. Esa fue una de las consecuencias del Congreso de Viena en 1815. Los únicos que conservaron todos sus derechos civiles fueron los judíos de Francia y de la República de Batavia (hoy Holanda)
Alicia Benmergui
A 200 años del Congreso de Viena y el papel de los judíos, con Alicia Benmergui
Alicia Benmergui, Congreso de Viena, Emancipación, Europa, historia