A 40 años de la muerte del pintor Philip Guston
EL MICRÓFONO DE ALICIA PERRIS – Llamado en realidad Phillip Goldstein, de origen ruso judío, había nacido el 27 de junio de 1913 en Montreal, Canadá, y falleció el 7 de junio de 1980 en Woodstock, Nueva York. De nacionalidad americana, fue un célebre artista de la Escuela de Nueva York, donde se encuentran numerosos pintores del expresionismo abstracto como Jackson Pollock y Willem de Kooning. En los años 60, Guston llevó a cabo la transición del modernismo hacia el postmodernismo en pintura, abandonando lo que se llamó la «abstracción pura» del expresionismo abstracto en favor de un estilo más cercano al tebeo, para rendir homenaje a diversos símbolos y objetos personales de la vida cotidiana y, de esta forma, volver a representar al hombre común en la escena artística de entonces. Entre sus influencias destacan conocidos creadores de la tradición italiana y, entre otros, José Clemente Orozco y Dana Schutz. Estuvo vinculado a instituciones de arte como el Art Students League de New York y el Otis College of Art and Design de Los Angeles.
Esta no está siendo, no ha sido, una temporada para celebrar con “El vino del estío”, como titulaba Ray Bradbury, también de aniversario, una de sus novelas. La fragilidad y la situación de un estado de permanente vulnerabilidad nos acerca a las confluencias de un creador como Guston, mortificado, puesto a prueba, perseguido, con una historia personal dramática, que merece todo el respeto, como su obra. Hemos abandonado, por fuerza, casi todos, nuestras magníficas “zonas de confort” y navegamos ahora por aguas procelosas. La pandemia nos ronda de nuevo con contumacia e impiedad, mientras nos preguntamos con cierta angustia, hacia dónde exactamente nos dirigimos, nos dirigen. Bettany Hugues, una experta arqueóloga británica, hubiera dicho que, en nuestro caso, los griegos hubieran realizado sacrificios a los dioses para pedir su misericordia. Como somos pasajeros del siglo XXI, supuestamente cosmopolitas, Guston en esta ocasión, puede ser un excelente cómplice para el viaje. Un nuevo, aunque efímero punto de partida. Cuídense más que nunca, porque los demás necesitan también que los cuiden. Shalom! Y ¡Salud!
Alicia Perris
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