Abravanel dirige a Gottschalk: sefardí vs. caribeño
MÚSICA CLÁSICA – Los que siguen esta sección cada semana sabrán que estamos homenajeando al director de orquesta Maurice Abravanel, nacido en Salónica en 1903 y criado en Lausana, Suiza. La vez anterior llegamos a contar sus primeros pasos junto a su colega Ernest Ansermet, sus primeras actuaciones como pianista en el teatro municipal y sus críticas musicales en el periódico de la ciudad. Pero su padre, farmacéutico, insistía en que estudiara medicina, y para ello lo envío a la Universidad de Zurich, donde pasó momentos amargos diseccionando cadáveres. Finalmente lo convenció de que le esperaba otro destino. Con ese fin se fue a vivir a Alemania del 22 al 33, cuando la cosa se puso imposible para los judíos, y del 33 al 36 en París, donde llegó a servir de director musical del ballet del famoso coreógrafo Balanchine. Fue entonces cuando aceptó un puesto en el Metropolitan Opera House de Nueva York que lo convertiría, a sus 33 años, en el director más joven que nunca tuvo la compañía operística. Pero, de ese capítulo, seguiremos hablando en posteriores entregas de este ciclo. Y es que, en esta ocasión, lo escucharemos dirigiendo la obra de un compositor de origen judío de Nueva Orleans, nacido en 1829 y muerto en 1869 en Brasil de fiebre amarilla. Hablamos del singular caso de Louis Moreau Gottschalk. La primera de las obras que os traemos con la Sinfónica de Utah dirigida por Abravanel y, en este caso, con el piano solista de Reid Nibley: la Gran Tarantella, pieza para piano solo que se descubrió a la muerte del autor y que ha orquestado Hershy Kay. La segunda es la Sinfonía Una noche en los trópicos, compuesta mientras el compositor estaba en la isla caribeña de Guadalupe en 1859, nuevamente con la Sinfónica de Utah dirigida por Abravanel. Consta de dos movimientos Andante y Allegro moderato