“Adorno & Scholem. Correspondencia 1939-1969”, con Leonora Djament

SEFER: DE LIBROS Y AUTORES – Nueva York, 8 de octubre de 1940

Querido Sr. Scholem:

Walter Benjamin se ha quitado la vida. Había conseguido en Marsella su visa para los Estados Unidos, un puesto fijo en el instituto y todo estaba en orden: solo que los franceses, al igual que a todos los demás, no le dieron el visado de salida. […] llegaron en su huida a Portbou. Allí tenían la intención de deportarlos a Francia, por lo que solicitaron una noche de descanso, que les fue concedida. Durante esa noche, Walter tomó morfina (probablemente haya sido el 23 de septiembre a la noche).A la noche del día siguiente falleció y el miércoles fue enterrado. Los demás no fueron deportados de vuelta a Francia y llegaron todos sanos y salvos a Lisboa. De modo que Walter se mató estando ya salvado. El temor a que lo deportaran y lo ingresaran a un campo de concentración francés, quizás también el esfuerzo físico que excedía sus posibilidades lo hayan llevado a eso. Pero tampoco esta explicación resulta suficiente, porque tenía que saber que tanto para él como para muchos otros se habría encontrado finalmente un camino de salida, y porque estaba en posesión de recursos económicos suficientes y desde EE.UU. tenía respaldo. El final es tan horroroso y absurdo que todo consuelo y toda explicación son vanos en igual medida.
Le pido encarecidamente que me escriba. No tengo la menor idea de cómo se sigue después de la muerte de Walter, y una noticia de usted sería de inmensa importancia. ¿No podrá volver a venir para acá?
Siempre suyo
Teddie Wiesengrund-Adorno

Es éste un extracto de una de las cartas del conjunto de la correspondencia que mantuvieron, entre 1939 y 1969, Theodor Adorno y Gershom Scholem, y que acaba de publicar Eterna Cadencia editora. Adorno escribe, desde Nueva York, para informar de la muerte de su gran amigo en común. Por primera vez en castellano, se presentan estas cartas que son el tercer lado de un triángulo epistolar con un amigo en común: Walter Benjamin.

Esta correspondencia -en la que lo cotidiano se entremezcla con la plasmación de las ideas de estos grandes intelectuales judíos del siglo XX- nos permite -como apunta Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia– conocer “el estado del pensamiento antes, durante y después de la II Guerra Mundial y nos recuerda que hoy en día “existen discusiones que hay que seguir teniendo, preguntas que hay que volver a hacerse”.

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