Argentina y Panamá: a 30 años de la infamia terrorista

FUERA DE FOCO, CON BRYAN ACUÑA – El 18 de julio de 1994, hace tres décadas, antes de las 10 AM, una camioneta cargada con explosivos se estrelló y explotó contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), arrebatando la vida a 85 personas e hiriendo a más de 300, en el segundo atentado terrorista contra objetivos judíos en la Argentina (el primero ocurrió en 1992).
Un día después, el 19 de julio, en Panamá, una aeronave de la compañía Alas Chiricanas despegó en su vuelo doméstico desde Colón hacia Ciudad de Panamá. Diez minutos después del despegue, el avión explotó en el aire cobrándose la vida de los 21 pasajeros del vuelo, incluyendo la tripulación. La mayoría de los muertos eran empresarios de la comunidad judía local.
En las tres explosiones se ha sospechado del mismo factor: la participación de la organización terrorista Hezbollah, grupo libanés que obedece a los mandatos de la República Islámica de Irán y que ha hecho del terrorismo internacional y el crimen organizado una herramienta de política exterior y se han aprovechado de la impunidad que se ha vivido en Argentina y Panamá y la falta de criterio para sentar responsabilidades, ya que en todos los casos las indagaciones han estado plagadas de vacíos que han impedido llevar a los responsables frente a la justicia, aparte de una participación interna que no se ha podido profundizar hasta dónde llegan sus raíces marcadas por la corrupción y las dudas.
Lo que es todavía más peligroso es que, esta participación de grupos islamistas patrocinados desde el gobierno de Teherán tiene sus lazos que llegan a diferentes partes del planeta y mientras existan espacios en los cuales movidas políticas basadas en el terror proveniente de Teherán puedan encontrar una ventana de acción, situaciones como las que se vivieron en Argentina y en Panamá podrían verse replicadas en otros países, porque al final de cuentas, además de una cuestión completamente irracional por parte de las organizaciones terroristas, venden la falsa imagen que lo hacen en nombre de luchas sociales que en realidad no es más que el expansionismo ideológico radical de la visión de mundo que tienen los clérigos iraníes desde que se afianzaron en el poder en 1979.

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