“Au Revoir Les Enfants (Adios Muchachos)” (1987), de Louis Malle (Francia)

FILMOTECA, CON DANIELA ROSENFELD – Guion: Lois Malle. Reparto: Francine Racette, François Nègret, Gaspard Manesse,Philippe Morier-Genoud, Raphael Fejtö y Stanislas Carré de Malberg. Premios: Festival de Venecia: León de Oro – Mejor película. Premios Cesar: 7 Premios incluyendo Mejor película. BAFTA: Mejor director. Premios David di Donatello: 3 premios, incluyendo Mejor film extranjero. 2 Nominaciones al Oscar: Mejor película extranjera, guion original

Sin ninguna duda Au Revoir les Enfants puede considerarse como uno de los mejores films de Louis Malle; en él nos hace partícipes de un emotivo recuerdo. Consigue un perfecto equilibrio entre la racionalidad y el sentimentalismo, entre la rigurosa reconstrucción de un ambiente opresivo y los sutiles mecanismos de la memoria.

En 1944, después de las vacaciones de navidad, Julien Quentin (álter ego del director), un joven de clase alta, y su hermano François son enviados a un internado católico situado en la campiña francesa cerca de Fontainebleau. Julien acaba por convertirse en el líder de su clase y en un buen estudiante, pero su situación cambia cuando llegan al internado tres alumnos nuevos, uno de ellos llamado Jean Bonnet.
Julien y Jean no se llevan del todo bien, pero a pesar de sus diferencias, llegan a ser grandes amigos. Julien finalmente descubre que se trata de un joven judío al que los curas del internado esconden de las patrullas nazis y colaboracionistas. Julien le promete mantener a salvo su secreto.
Cuando Joseph, el cocinero del internado, es descubierto robando alimentos del mismo para venderlos en el mercado negro, acaba por ser despedido. Después de su marcha, una unidad de la Gestapo llega al internado al recibir el aviso de que los monjes esconden judíos entre sus muros.

El film está basado en las experiencias personales de Louis Malle durante la guerra, quien a los 12 años asistió la escuela Petit-College d’Avon, que dependía de un monasterio carmelita. La escuela, como muchas otras escuelas católicas, escondía niños judíos bajo nombres falsos para protegerlos de los nazis. Malle nunca pudo olvidar el día en que los nazis arrestaron a tres estudiantes judíos y al director del Colegio, el hermano Jean. Los tres estudiantes murieron en Auschwitz y el director en Mauthausen. Durante el estreno del film en 1987 en el marco del Telluride Film Festival, Louis Malle comentó emocionado: “Esta película es parte de mi historia, finalmente he podido contarla”
La película, de una gran belleza visual, es una historia de inocencia, amistad y arrepentimiento. Un examen convincente, provocativo y sincero de la identidad propia y nacional. Malle utiliza los juegos infantiles, la lectura de libros de aventuras y las excursiones en el campo propias de la vida en un internado para expresar la búsqueda de los protagonistas para definir su identidad. La constante amenaza creada por la presencia de soldados alemanes buscando disidentes, miembros de la resistencia y judíos tanto en el pueblo como en el colegio, provoca la incómoda sensación de que sus identidades están siendo constantemente cuestionadas. Uno de los puntos más destacables de la película es el epilogo donde el propio Malle recita: “Han pasado más de 40 años, pero hasta el día que me muera recordaré cada segundo de aquella mañana de enero”.
La visión que nos presenta Malle es que el crimen de Francia y el pecado de Julien es la ignorancia, que no es más que una defensa de la complicidad.

A lo largo de su considerable carrera Louis Malle se convirtió en uno de los directores de más prestigio a nivel internacional y destacó como un transgresor impertinente que abordaba sus trabajos desde el ataque a lo establecido. A pesar de ser considerado como un director de la Nouvelle Vague, su debut en la dirección es anterior a la creación de este movimiento de directores franceses. Malle nació en 1932 en el seno de una familia burguesa. A pesar de la oposición de sus padres y abandonando la carrera de ciencias políticas, ingresa en el Institut des Hautes Etudes Cinematographiques de Paris. Al acabar sus estudios, Jacques-Yves Cousteau le llama para realizar un viaje en el Calypso, codirigiendo el documental El mundo del silencio (1956). El Oscar al mejor documental que obtuvo el film le abrió las puertas al cine. Después de un breve período como ayudante de dirección, dirige su primer largometraje Ascensor para el cadalso. El estreno de la escandalosa película Los amantes, también protagonizada por Jeanne Moreau, lo hace famoso y lo etiqueta de polémico, fama que no le privó de alternar encargos de documentales para la televisión (Calcuta), auténticos tributos a una realidad y a una forma de vida muy alejadas del glamour de la fama. Malle abordó nuevos temas, escabrosos y espinosos para la época, incluida una poco complaciente visión del período de la resistencia gala en Lacombe Lucien, subtitulada con un explícito No todos fueron valientes. La animadversión que empezaba a sufrir en su país natal, ligado a su interés por conquistar nuevos espacios cinematográficos, motivaron su peregrinaje a los Estados Unidos, donde obtuvo una cosecha bastante desigual. Su retorno al cine francés coincidió con la presentación de Adiós, muchachos. Ha sido uno de los renovadores más consistentes de los realizadores franceses de su generación.

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