“Barton Fink” (1991), de Ethan Coen y Joel Coen (EE.UU.)

FILMOTECA, CON DANIELA ROSENFELD –

Guion: Ethan y Joel Coen. Reparto: John Goodman, John Mahoney, John Turturro, Jon Polito, Judy Davis y Michael Lerner. Premios: Festival de Cannes, Palma de Oro; Mejor Actor John Turturro; Mejor Director

Barton Fink narra la caótica y terrible caída psicológica del protagonista, un escritor judío que después de haber conseguido un gran éxito como dramaturgo en Broadway es contratado por un estudio de Hollywood para escribir un guión de una película de serie B. A pesar de que no le entusiasma la idea, acaba aceptando. Así se encuentra registrándose en un destartalado hotel de Los Ángeles y trabajando en un guión sobre lucha libre, un tema que le resulta totalmente incompatible con su capacidad creativa. A partir de su llegada a California, Hollywood se convertirá en su condena. Barton Fink no sólo es una película sobre la crisis creativa de un escritor; es ante todo, una película de personajes, cuyos retratos muestran la visión de los Coen sobre la sociedad americana y, sobre todo, del Hollywood clásico. Es una sátira salvaje de esa época en la que la industria y los grandes estudios estaban en manos de judíos.
El personaje de Barton Fink está inspirado en Clifford (Gorodetsky) Odets y otros escritores judíos de izquierda de los años 30 y 40. Emulando a Odets, autor de Waiting for Lefty, Fink busca crear un teatro “de y sobre el hombre corriente”, con la intención de conseguir una transformación social profunda. Si bien su mayor aspiración es hacer obras “para el hombre común”, no escucha a la gente corriente que tanto podría enseñarle. Cuando conoce a Charlie, su vecino en el hotel, él intenta contarle sus historias de “hombre corriente” pero Barton le interrumpe constantemente para hablarle sobre el arte y su obra. Él es un idealista, se considera un creador y defiende la teoría de que el artista debe escribir desde sus entrañas una vez que haya conocido el verdadero sufrimiento. Y precisamente ese es el camino que le espera, hasta llegar al verdadero infierno.
Aunque Barton Fink tiene incontables defectos, al final de la película acaba convirtiéndose en una víctima, en un simple engranaje de la gran maquinaria del “gran jefe”: Jack Lipnick, un hombre impetuoso, temible, megalómano y tirano, que se declara el más grande y más malo de todos los “kikes” (epíteto despectivo aplicado a los judíos) de la ciudad. Lipnik hace alarde de su identidad judía, y abiertamente reconoce que judíos o” kikes” son los que mandan en Hollywood. “El público quiere ver acción, aventura y mucha lucha libre. No quieren ver a un tipo luchando con su alma. Bueno, un poco, para los críticos. Pero no se hizo la miel para la boca del asno”. Este personaje tiene, fundamentalmente, dos referentes: Jack Warner (de Warner Bros.) y Louis Mayer (de MGM). Es omnipotente y los directores se encargan de representarlo como una especie de semidiós: con su gran mansión, su gran despacho, su físico enorme y todo, incluido su pelo blanco, lo acercan aún más a una visión divina. Dirige con autoridad a todos sus empleados considerándolos simples peones de su imperio. A través de este personaje los directores muestran el poder excesivo de los grandes productores y los artistas con los que acabaron por no aceptar su sistema capitalista.
El hotel en el que transcurre gran parte de la acción es el otro gran protagonista. Los interminables pasillos, las húmedas paredes y el papel que se despega constantemente acaban siendo una metáfora estética del estado de ánimo del personaje. Abundan los planos contrapicados y el uso de angulares que deforman la percepción de las imágenes, deformación que también se está produciendo dentro de la mente del escritor. Los sonidos se vuelven cada vez más desagradables, los colores más saturados… todo esto lleva la explosión final del hotel en llamas: por fin Burton ha llegado al infierno al que en un principio deseaba descender. Sólo al final el personaje aterriza en su paraíso. Es la famosa escena del cuadro. Durante toda la película Fink se obsesiona con el único elemento decorativo de su habitación del hotel: un cuadro con una chica en el mar.
Sería reduccionista, por supuesto, afirmar que la representación satírica y devastadora del radicalismo y el poder judíos es la intención del filme. Sin duda, el tema central trasciende las particularidades étnicas. La auto indulgencia y la hipocresía afectan a todo tipo de personas, ya sean judíos, negros, blancos o asiáticos… Sin embargo Barton Fink incluye un examen atrevido, provocativo, y honesto del poder judío y sus manifestaciones, así como sus ramificaciones culturales y la gran influencia que tuvieron los judíos en la creación del Hollywood clásico. Como contrapartida, también se incluyen algunas anécdotas que demuestran el antisemitismo imperante en esos años.

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