“Bugsy” (1991), de Barry Levinson (EE.UU.)
FILMOTECA, CON DANIELA ROSENFELD –
Guion: James Toback & Dean Jennings (basado en el libro ¨We Only Kill Each Other: The Life and Bad Times of Bugsy Siegel¨, de Dean Jennings). Reparto: Warren Beatty, Annette Bening, Harvey Keitel, Ben Kingsley, Elliot Gould, Joe Mantegna, Richard Sarafian, Bebe Neuwirth, Gian-Carlo Scandiuzzi, Wendy Phillips, Stefanie Mason, Kimberly McCullough, Andy Romano, Robert Beltran, Bill Graham. Premios: Oscar al Mejor Vestuario y Dirección de Arte. Globo de Oro al Mejor Drama.
Benjamín “Bugsy” Siegel, Meyer Lansky y Charlie “Lucky” Luciano controlan los negocios del hampa en Nueva York y quieren extenderse hacia el oeste. Bugsy se traslada a Los Ángeles y se vincula a la industria del cine. Dejando atrás a su familia, dos grandes pasiones se apoderarán de su vida: la atractiva y temperamental Virginia Hill (Annette Bening) y su obsesiva idea de levantar una ciudad de lujo y juego en medio del desierto de Nevada, Las Vegas.
“Bugsy” era un gánster, seguramente, si no fuera por su verdadera personalidad, habría sido recordado como el creador de Las Vegas. Siegel comenzó su aventura en el oeste gracias a los fondos de la mafia a principios de 1940 y se enamoró de una actriz joven y de largas piernas llamada Virginia Hill. También se enamoró de las películas, y gracias a su porte elegante y a su encanto incluso consiguió alguna prueba en la gran pantalla, aunque sus mejores escenas correspondían a las reuniones de la mafia.
Su gran papel en la historia se escribió mientras estaba en un casino de mala muerte en Las Vegas, ciudad que era entonces un cruce de caminos bastante siniestros, en un estado que permite el juego legalizado. Ben Siegel tuvo una visión: la de una ciudad que se convertiría en la gran meca del juego, llena de grandes casinos elegantes. Nadie compartía su visión; pero él estaba seguro de que si conseguía construirlo, tendría éxito. Y lo hizo, construyó “The Flamingo”, invirtiendo gran parte del dinero de la mafia. El nombre del casino estaba inspirado en las piernas de Virginia, su amante.
La historia se cuenta en la película como un romance. El guión, escrito por James Toback, desarrollado junto a Beatty y dirigido por Barry Levinson, nos muestra a Siegel como un chico encantador, amable, a pesar de que también era un asesino sin corazón. Es como si estas dos caras de su personalidad ni siquiera se conocieran entre si; por una parte, es un hombre de familia cariñoso y amable con mujer e hijos, que va a trabajar todos los días. Y por otro, es un adúltero cuyo negocio consiste en matar gente, y que desafía a la propia mafia gastando más dinero del que dispone.
Es imposible no recordar viendo a Beatty y a Annette Bening en esta película, las promociones de “Bonnie and Clyde” (1967), uno de los mejores papeles en la carrera de Warren Beatty: “Son jóvenes, están enamorados. . . y asesinan”. Hill no asesina, pero es tan dura, calculadora y seductora como el personaje de Bonnie Parker.
Levinson vuelve al mismo periodo que usó para las escenas clave de su anterior filme, “Avalon“: la década de 1940. Bugsy se instala en una gran casa de Beverly Hills, sabe moverse por los sitios de moda, lo que le permite tener los contactos adecuados, y recibe una gran publicidad, por lo que su imagen puede resumirse en un titular: ¿es un gángster o una estrella?. Esta pregunta también inquieta a la mafia.
La película de Levinson logra un tono diferente a “El Padrino” en cuanto a imagen, pero también retrata a la mafia como un negocio que depende fundamentalmente de la disciplina. Levinson y Toback están interesados en un estrato diferente del crimen organizado que Francis Coppola y Mario Puzo; sin embargo en la saga de “El Padrino” los personajes son en su mayoría de origen italiano, y en “Bugsy” la mayoría de los personajes son judíos; Ben Kingsley como Meyer Lansky, el único líder de la mafia que realmente lo comprende; Harvey Keitel como Mickey Cohen, asesino implacable y Elliott Gould como Harry Greenberg, el amigo poco afortunado.
Bugsy Siegel parece no tener consciencia del peligro que lo rodea: obsesionado por su historia de amor y enceguecido por su visión de un paraíso del juego en la Costa Oeste, hace oídos sordos a las advertencias de Lansky y sus amigos. Es una película llena de optimismo y pasión, con el mismo exceso del estafador en su juego. Bugsy Siegel no es un buen hombre y sin duda no se merece un buen final, pero de alguna manera consigue seducirnos con su aparente inocencia.
En la vida real, Siegel fue detenido en varias ocasiones por violación, posesión de drogas, posesión de armas y múltiples asesinatos por lo general, a pesar de que solía librarse de los cargos, ya sea porque los testigos eran amenazados, y algunos acabaron muriendo misteriosamente.
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