Camino a Occidente (15ª entrega): la ciudad de Ararat, el sueño de Mordecai Noah

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Doscientos años después Long Island proclama el Mordecai Noah Day. Grand Island declaró el día 2 de septiembre como el “Día de Tolerancia de todas las religiones”. En 1825, Grand Island era una isla deshabitada y muy boscosa en el río Niágara, en el Estado de Buffalo. Allí se colocó en ese año un gran bloque de hormigón escrito en inglés y hebreo, piedra fundacional de la que sería la ciudad de Ararat. Mordecai Noah, un escritor y político judío nacido en Filadelfia, soñaba con crear una comunidad, una “ciudad de refugio” para los judíos del mundo, especialmente para los europeos que siempre estuvieron expuestos a crueles persecuciones y expulsiones. La historia poco conocida de Ararat es uno de los capítulos más fascinantes del testimonio de la existencia temprana de los judíos en América del Norte. En el relato bíblico del diluvio, Ararat era la montaña donde el arca de Noé se posó cuando terminó el diluvio y las aguas retrocedieron. Noah fue uno de los primeros y más ardientes sionistas, que nunca se rindieron ante el sueño mesiánico de un retorno a Palestina. Nació en 1785 en el seno de una familia de judíos portugueses y falleció en 1851 después de una vida como diplomático, periodista y abogado. Su padre fue Manuel Noah, un héroe de Guerra de la Independencia norteamericana. Su madre fue Zipporah Phillips, una descendiente de Samuel Nunez, un marrano que escapó de Portugal y de la Inquisición y que se estableció en Georgia en 1732. Manuel y Zipporah eran de ascendencia hispano-portuguesa. Mordecai fue primo de otro héroe de Guerra de la Independencia, el comodoro Uriah Levy. En misivas a los líderes judíos de todo el mundo, escribió que “un asilo está preparado y por este medio ofrecido” al pueblo judío donde pueden gozar de la paz, la comodidad y la felicidad que se les han negado a través de la intolerancia y el mal gobierno desde los tiempos antiguos”. Una autoridad rabínica de aquella época dijo que Noah era un charlatán y “exigió identificación del texto profético que señala que un pantano en América del Norte podía llegar a ser el lugar de reunión de los restos dispersos de Israel”. Noah preveía la imposición de un pequeño impuesto a todos los judíos para el mantenimiento de Ararat, una ciudad de mil acres construida en la parte sureste de la pequeña isla. En una carta a Peter Porter, un héroe de la guerra de 1812 y figura política influyente que vivía en las inmediaciones de Black Rock, Nueva York, Noah le contó que tenía previsto viajar a Europa para inducir a jóvenes judíos ricos para comprar lotes y emigrar a la isla. Noah no sólo vio a su esquema de Ararat como un refugio seguro para los judíos europeos, sino también con una buena inversión. La tierra sin duda estaba a punto de aumentar considerablemente su valor, como había previsto Noah, debido a su proximidad a la terminal occidental de la nueva construcción del canal de Erie que unía a los Grandes Lagos con el Océano Atlántico. El 15 de septiembre de 1825, Noah presidió una ceremonia en la que fue inaugurada la piedra fundamental de su sueño. Las multitudes que esperaban presenciar el evento histórico se alinearon en las orillas del río Niágara, pero hubiera sido muy difícil cruzarlo, por lo que el evento se trasladó a última hora a la Iglesia Episcopal de St. Paul en Buffalo. En la gran piedra preparada para la ceremonia inaugural fueron inscritas las siguientes palabras “ARARAT — Una Ciudad de Refugio para los Judíos Fundada por Mordecai Manuel Noah, en el mes de Tishri 5586, septiembre de 1825, en el 50º aniversario de la Independencia Americana”. También aparecen escritas las palabras del rezo hebreo “Shemá Israel”. Este monumento fue la única parte del sueño de Noah que se convirtió en una realidad concreta. Tras el fracaso de su plan, dirigió sus energías hacia el establecimiento de un estado judío en Palestina. Hoy en día, en el lugar que propuso como una utopía judía se halla un hotel.

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