Camino a Occidente (22ª entrega): judíos en la Guerra de Secesión de los Estados Unidos (I)

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – La Guerra Civil estadounidense (también conocida como Guerra de Secesión) se libró entre 1861 y 1865 cuando un total de once Estados se separaron para formar los Estados Confederados de América. Fueron estimulados a partir de la elección del presidente Abraham Lincoln en noviembre de 1860 y por el estallido de hostilidades en abril de 1861. Para los Estados del norte, a menudo denominados como ‘la Unión’, ésta fue una guerra que se libró principalmente para restaurar la unidad de la nación y terminar con la esclavitud en los Estados sureños. Sin embargo, para los Estados Confederados del sur, ésta fue una guerra para hacer valer sus derechos autónomos, primero consagrados en la Declaración de Independencia, de lo que consideraban una agresión del norte.

Estados Unidos comenzó como una colección de colonias que buscaron la independencia de Gran Bretaña a fines del siglo XVIII. El problema de la esclavitud nunca fue claramente resuelto por los Padres Fundadores. La Guerra Civil Estadounidense fue la guerra más grande en la historia de los Estados Unidos y una de las más cruentas de su tiempo, con el uso del armamento más moderno y letal. Lucharon casi tres millones de soldados, de los cuales murieron unos 620.000 y muchos otros miles fueron heridos. Cuando la guerra terminó, el Sur había quedado en la ruina. La elección de Abraham Lincoln en 1860 hizo que siete estados del sur se separaran y formaran los Estados Confederados de América; cuatro estados más pronto se unieron a ellos. La Guerra entre los Estados, como también se conocía la Guerra Civil, terminó en la rendición confederada en 1865.

La tecnología de la revolución industrial aplicada a la ciencia de matar hizo de la Guerra Civil un punto de inflexión entre el limitado combate de los ejércitos profesionales del siglo XVIII y la movilización “total” de las dos Guerras Mundiales del siglo XX. Las armas de fuego, y la telegrafía permitieron que los ejércitos distantes se comunicaran y coordinaran. Este dispositivo crea un registro de mensajes entrantes al grabar una serie de marcas cortas y largas en una tira de papel en movimiento. Los ferrocarriles movían ejércitos más rápidamente que antes, y se utilizaron por primera vez barcos de hierro, minas terrestres, granadas de mano y torpedos. Cuando los globos de reconocimiento llevaron la guerra a los cielos, muchos de los elementos esenciales de la guerra moderna ya habían surgido en 1865. La fotografía tenía solo dos décadas cuando comenzó la Guerra Civil. Tomar una fotografía fue un proceso lento y los campos de batalla eran demasiado caóticos y peligrosos para los fotógrafos. Las fotografías de tiempos de guerra, por lo tanto, consistían en retratos individuales y grupales, escenas de campamento y las espeluznantes secuelas de la batalla con las imágenes de los muertos dispersos por el campo. El único fotógrafo contratado por los militares que dejó un trabajo sustancial fue el Capitán Andrew J. Russell, que desempeñó su trabajo para el ferrocarril militar de los EE.UU. Sus imágenes mostraban la tecnología, la infraestructura y los sistemas de transporte utilizados para mover y abastecer a los ejércitos de la Unión.

¿Y que pasó con los judíos que vivían en Estados Unidos por esos años? En 1891 fue publicado un perturbador artículo en la North American Review (que en el siglo XIX era un equivalente del Time de hoy), la revista más popular en todo el país sobre temas de interés general. Allí se sostenía que los judíos tendían a eludir el servicio militar. Muy rápidamente, a continuación fue publicada una carta al editor de un veterano de la Guerra Civil no judío, en ella escribió que durante los duros meses de servicio en el ejército de la Unión, nunca había visto un soldado judío. Muchos líderes judíos se enfurecieron con lo que consideraron un acto de puro antisemitismo, tan influyente que fue repetido posteriormente por Mark Twain (“una inclinación antipatriótica para no defender como soldado la bandera”) en un ensayo titulado “Concerniente a los Judíos” publicado pocos años después. Uno de los dirigentes judíos más indignados fue el abogado Simón Wolf, de Washington, presidente en esa ciudad de la B’nai B’rith. Se comprometió a desacreditar la difamación y pasó más de tres años compilando los nombres de cada uno de los correligionarios que podía demostrar que habían combatido en todas las guerras norteamericanas, desde la Independencia de Inglaterra a la guerra con México, y al conflicto más grande, el de la Guerra Civil. En 1895 publicó los nombres en un libro muy voluminoso, “Los judíos norteamericanos como patriotas, soldados y ciudadanos”. La lista de los soldados judíos que combatieron en la Guerra Civil confeccionada por Wolf contiene unos 10.000 nombres. De acuerdo a ella, 7.000 lucharon por la Unión y 3.000 para la Confederación. Durante generaciones, el trabajo de Wolf ha sido el único documento existente sobre el tema. Esta lista comenzó a ser revisada, no hace mucho tiempo, por la Shapell Manuscript Foundation, trabajo que ha recibido el nombre de “El Proyecto Lista”. Un puñado de investigadores se ha dedicado a investigar en los archivos en Washington y han hallado registros del servicio militar que no estaban disponibles para Simón Wolf en 1895. Con esta investigación se han encontrado más nombres de cientos de soldados judíos que lucharon en la Guerra Civil. También han encontrado reliquias impresionantes e inesperadas: de todo, desde ketubot medio desintegradas, hasta angustiadas cartas enviadas por los soldados judíos desde el campo de batalla a sus madres. Y esta historia continúa…

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