Camino a Occidente (25ª entrega): Judah Benjamin, el judío de la Confederación
MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Judah Benjamín nació en las Islas Vírgenes, llegó a Charleston, Carolina del Sur cuando era niño. Allí, su padre, un destacado comerciante, ayudó a fundar la primera congregación judía reformista de Estados Unidos. El joven Benjamin se marchó a Louisiana, donde fue admitido en el colegio de abogados en 1832. Para 1842, logró un puesto en la legislatura estatal. Su estrella política ascendió rápidamente y en la década de 1850 llegó al Senado de los Estados Unidos como representante de los Estados sureños. En ese momento estableció su relación con el futuro presidente de la Confederación, Jefferson Davis, quien también estuvo activo en el gobierno de Washington. Cuando se produjo la secesión, Benjamin se convirtió en un actor clave en el gobierno confederado, sirviendo en tres puestos sucesivos del gabinete: Fiscal General, Secretario de Guerra y Secretario de Estado. En este último papel, las considerables habilidades diplomáticas de Benjamin fueron fundamentales para obtener ayuda de aquellos que simpatizaban con su causa en el extranjero. Hubo un fuerte apoyo para la Confederación en Inglaterra, que se convirtió en el refugio de Benjamin después de la guerra. El ex miembro del gabinete confederado, de hecho, tuvo una exitosa carrera como abogado de Londres. Los historiadores consideran a Judah Benjamin como una de las personalidades más brillantes y efectivas del gobierno confederado, y uno de los pioneros judíos-estadounidenses en ocupar altos cargos políticos. Hay historiadores que consideran que cuando el ex senador Judah P. Benjamin asumió el cargo que definiría su lugar en la historia de Estados Unidos, como Secretario de Guerra en los Estados Confederados de América, este hecho determinó no sólo el curso de la Guerra Civil de los Estados rebeldes del Sur, sino también el surgimiento del antisemitismo en Estados Unidos. Benjamin fue uno de los judíos leales del sur, que asumió posiciones preeminentes en la nueva nación confederada, alcanzando rangos que no habían sido logrados por los judíos anteriormente en ninguna parte, incluso en el Norte. Benjamin en sus cargos de gabinete durante toda la guerra fue la mano derecha del presidente confederado Jefferson Davis.
Como historiador Eli N. Evans autor de la biografía más destacada de Benjamin “Judah P. Benjamin, el análisis de la Confederación Judía” sostiene que sirvió a Davis como sus antepasados sefardíes habían servido a los reyes de Europa durante cientos de años, como una especie de judío de la corte en la Confederación. Un presidente inseguro [Davis] pudo confiar en él completamente porque tenía una personalidad excepcional, reconocido por los estudiosos como una de las mentes legales más brillantes de Estados Unidos y uno de sus mejores oradores. Evans sostiene que Benjamin era todo lo que se ha dicho y que sus notables condiciones lo convirtieron en “el cerebro de la Confederación”, el judío que se hallaba en “el centro mismo de la historia del Sur”, “en el ojo de la tormenta que fue la Guerra Civil”, y que cayó con la derrota de Confederación en la guerra”. En las controvertidas posiciones de los diferentes historiadores que se centraron en la figura de Benjamin, hay quienes afirman que en la sociedad sureña previa a la guerra, los judíos que adhirieron a las normas sociales existentes se salvaron del antisemitismo, porque se consideraba a la raza más importante que la religión. Los judíos eran visualizados como blancos, lo que les generaba una mayor aceptación social y un antisemitismo mínimo. En Estados Unidos, con la promesa de libertad religiosa, la raza, en oposición a la religión, dividió a la sociedad y en ninguna parte fue más cierto que en el Sur donde la esclavitud era el sistema económico dominante, determinando que incluso los blancos más pobres vieron crecer su estatus social en virtud de su blancura. Los judíos de las clases altas vieron esto como su pase para liberarse de la persecución que los había acosado en Europa. La asimilación a la vida del sur era la mejor manera para que los judíos lograran aceptación con sus contrapartes cristianas del sur. Según el articulista Abraham J. Peck “Los judíos del Sur obtuvieron un boleto de aceptación apoyando a la esclavitud y luego a la Confederación y aprovecharon todo lo que su blancura podía ofrecerles en Estados Unidos”.
Benjamin adhirió a las normas del Sur, incluido el apoyo a la esclavitud, ser propietario de una plantación y de esclavos, y haberse asimilado religiosamente. Como Robert Rosen, autor de The Jewish Confederates señala: “Judah Benjamin es un gran ejemplo de cómo los judíos del sur fueron asimilados en la sociedad del sur. Pero, por supuesto, aceptaron todos los valores de esa sociedad, incluida la esclavitud”. Al igual que otros judíos del Sur, se mostraron más devotos y leales al Sur y a la Confederación que sus contrapartes cristianas para aferrarse a esa aceptación. Evans describe: “Benjamin como judío tenía que ser más leal a la Causa que cualquier otra persona: más franco en el gabinete, más valiente y dispuesto a hacer la guerra con la energía que la guerra total demandaba. Y sí, entendía a Jefferson Davis, que la lealtad al Presidente como símbolo de la Causa era la medida del valor de un hombre para la Confederación”.
La lealtad y adhesión de Benjamin a las normas del Sur fue la razón por la que pudo avanzar en su carrera política a pesar de su origen judío. Eso le permitió ascender políticamente, toda su situación excepcional para un judío desapareció a medida que la situación se volvió desesperada en la Guerra Civil, especialmente en el Sur, donde el fundamentalismo cristiano se hizo cargo y el antisemitismo crecía medida que la situación empeoraba (como siempre ha sucedido históricamente). La mayor parte del antisemitismo que se desencadenó sobre los judíos del sur durante la guerra surgió del rol de poder de Benjamin dentro de la Confederación y los pasos en falso, el bloqueo y las derrotas militares por las cuales fue culpado. En el norte, los ataques contra Benjamin eran comunes incluso antes de la guerra. El historiador judío estadounidense Bertram W. Korn en su libro, American Jewry and the Civil War relató: “Casi todos los opositores políticos de Judah P. Benjamin se refirieron a su nombre y su condición judía”. Un caso típico fue el de Nicholas Davis, de Alabama, quien, en el fragor de una campaña política, denunció al senador de Louisiana como ese “judío infame … Judas P. Benjamin …”.
Cuando terminó la guerra Benjamín se marchó a Londres donde continuó con su vida, y al parecer quemó toda la documentación para pasar a la oscuridad más absoluta. No hay monumentos controvertidos para Benjamin como lo fueron para los otros héroes políticos y militares confederados a pesar de que durante su vida, su imagen apareció en el billete de dos dólares confederado, el único judío que tuvo ese honor en la historia de Estados Unidos. El historiador Jonathan Sarna explica: “Los no judíos no hicieron estatuas de él porque era judío, y los judíos no hicieron estatuas de él porque estaba casado con una cristiana y porque no estaba realmente asociado con la comunidad judía. Él perdió por los dos lados”. Como explica Evans, “como líder confederado que una vez tuvo 140 esclavos, fue para esos historiadores parte de una cultura fallida, no un judío del que los estudiosos de la historia judía