Camino a Occidente (7ª parte): destinos cercanos
MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Hemos comenzado esta historia de emigraciones de las diferentes comunidades judías en el mundo, especialmente la del judaísmo europeo, hacia regiones y países de Occidente, pero no queremos dejar fuera de este relato las traslaciones y migraciones internas dentro del propio judaísmo de Europa Oriental y qué causas las determinaron y los cambios que produjeron. Estas migraciones internas y cambios dentro de las estructuras sociales de ese mundo judaico fueron, entre otras cosas, producto de las transformaciones producidas por la Revolución Industrial que comenzó a hacerse sentir en esa región del mundo. Los comienzos del siglo XIX marcaron el comienzo de un cambio significativo para la vida judía en Europa del Este. El cambio tuvo lugar en muchas esferas diferentes y en muchos niveles. El primero fue simplemente demográfico: un aumento de la población judía explosivo durante el siglo XIX. Se estima que en el momento de las Guerras Napoleónicas (es decir, a principios del siglo XIX) había alrededor de unos 2.250.000 en el mundo. Para 1880, esa cifra había crecido hasta 7.500.000 y en 1900 se acercó a 9 millones. Algunas de las muchas razones para esta explosión poblacional residen no tanto en el aumento de la tasa de nacimientos como en el descenso de la mortalidad, especialmente de la infantil. El matrimonio entre individuos más jóvenes forma parte de esta explicación: la edad promedio de los matrimonios judíos en Europa Oriental se estima que se hallaba entre los 14 y los 16 años. Estos matrimonios jóvenes ayudaron a aumentar el número de familias y de nacimientos.
La llegada de la Revolución Industrial a Europa del Este y la urbanización de su población determinó que los judíos que habían vivido en comunidades pequeñas y aisladas (aldeas, granjas, áreas rurales) cuyo sistema de vida estaba basado en la agricultura y que vivían entre los campesinos de la Zona de Residencia, se fueran a vivir a las ciudades. La ciudad de Varsovia tenía una población judía exigua a fines del siglo XVIII. Para 1850 vivían allí 125.000 judíos y, al estallar la Segunda Guerra Mundial, vivía allí una población judía de 350.000 individuos. Los judíos llegaron a las ciudades por varias razones. Pero vinieron por la misma que la urbanización, porque era y es popular en todo el mundo. Las ciudades significaron una oportunidad para salir adelante. Significaba un trabajo. Significaba la esperanza de progresar. Durante el siglo XIX, gran parte de la población judía de Europa Oriental cambió su carácter de comunidades rurales por las de urbanizadas. Y como los judíos, por cualquier razón, tenían menos apego a la sociedad rural, se urbanizaron mucho más rápidamente que sus vecinos no judíos. Ellos encontraron las oportunidades como un gran desafío para sus talentos y su estilo de vida.
Uno de los cambios que tuvieron lugar para los judíos a comienzos del siglo XIX fue la emigración en masa de los judíos de un lugar a otro. Los judíos comenzaron a moverse dentro de la Zona de Residencia. Empezaron a moverse dentro de Polonia y el Imperio Austrohúngaro. Hubo un cambio en la población de los judíos de Polonia hacia Prusia, desde la parte oriental de Polonia cercana a la frontera austrohúngara. Los judíos de Europa oriental comenzaron a mudarse al sur, hacia Ucrania. Los grandes asentamientos de los judíos en el norte de Polonia y el norte de Lituania comenzaron a moverse hacia el sur, hasta el Mar Negro en el puerto de Odessa. Hubo una gran migración judía desde Galizia y desde el sur de Polonia a Rumania y Hungría, por lo que la población judía allí se multiplicó por diez. La llegada del movimiento jasídico a aquellas áreas de Europa donde no existía antes fue parte de esta emigración masiva.