METAESCRITURA DE LA SHOÁ, CON JAVIER FERNÁNDEZ APARICIO – Estamos, nos dice Javier Fernández Aparicio- , ante una de las grandes novelas de Theodor Kallifatides, escrita en 1973 y traducida por primera vez al español por Galaxia Gutenberg este año. Campesinos y señores es un retrato de la trágica historia griega de 1941 a 1949, esto es desde la ocupación alemana hasta el fin de la guerra civil siguiente, contado a través de la vida de un pueblo sencillo, Yalós, inventado pero que sitúa al sur del Peloponeso, y sus personajes, los yalitas. Kallifatides lo narra con una visión autobiográfica, pues de niño tuvo que abandonar un pueblo similar para marchar al extranjero, (a Suecia) además de un dramatismo no exento de humor negro en la descripción de los yalitas. Desde el cacique hasta el alcalde, desde el tonto del pueblo al maestro, desde los campesinos hasta sus mujeres, muy importantes en la vertebración social del pueblo. También desde David, el único judío que vive en el pueblo y que debe huir cuando llegan los nazis.
El autor
Theodor Kallifatides (86 años) nació en Molaoi, un pueblecito griego parecido al de Yalós, se trasladó con sus padres a Atenas en 1956 y tuvo que emigrar a Suecia en 1964, en busca de trabajo ante la crisis económica brutal en Grecia. Se licenció en filosofía en la Universidad de Estocolmo (en su obra se nota sus conocimientos en la materia, en especial desde una particular visión estoica del mundo, al menos griego) y trabajaría como profesor en dicha universidad hasta y 1972. Dos años antes había iniciado su carrera de escritor con un libro de poesía, pero el reconocimiento lo obtuvo principalmente gracias a sus novelas, la primera de ellas la que nos ocupa, de 1973, que fue un éxito en Suecia vendiéndose más de 200 mil ejemplares.
Desde entonces ha escrito decenas de novelas, poesía, obras de teatro y guiones cinematográficos, pues también ha dirigido una película, Karleken en 1980. Por supuesto, ha recibido varios premios literarios, en especial en Grecia y Suecia, y su obra se ha traducido a más de veinte idiomas, entre los que no figuraba apenas el español, hasta su recuperación hace unos pocos años por Galaxia Gutenberg. Destaca por una humildad congénita, por sus referencias eruditas de filosofía e historia en novelas sin embargo escritas de manera muy sencilla y directa, que cautivan al lector.
Temas del libro
Campesinos y señores es la primera parte de una trilogía dedicada a la ocupación nazi de Grecia en 1941 y la guerra civil siguiente hasta 1949. Los otros dos libros son El arado y la espada (1975) y Una paz cruel (1977), traducidas también recientemente. Recuerda un poco a la novela que comentamos la última vez de Philippe Braudel (Brodeck) pues la acción transcurre en un pueblo ficticio, pero que pudiera ser cualquier griego, en una época eso sí determinada, la ocupación nazi y su inmediato después. También encontramos cierta analogía en los personajes que habitan el pueblo, entre la brutalidad y la comicidad, pero Kallifatides nos lanza una advertencia inicial: no estamos ante una novela como tal –aunque lo estemos- sino ante su visión particular de una realidad marcada por su subjetivismo.
Así, por las páginas de Campesinos y señores desfilan personajes que responden a todos los clichés propios de un pueblo mediterráneo, también español, de hace medio siglo: el alcalde, el herrero, el guardia, el maestro, el cura, el tonto del pueblo, los campesinos y los niños y mujeres que ya de por sí viven encorsetadas en una sociedad de apariencias y honor mal entendido.
La narración se impregna de un estoicismo que le transmite el autor: las cosas suceden así porque siempre han sucedido así: la apariencia sobre todas las cosas, las desigualdades, las riñas, las envidias, las muertes… pero se le suman los avatares de un conflicto y de la terrible ocupación nazi que trae miedo, humillaciones, ejecuciones sumarias, delaciones, traiciones, violencia arbitraria, pero también heroísmo y resistencia de muchos de estos personajes, que no parecían llamados a eso. Decir, que en Grecia los alemanes ejecutaron a unos veintiún mil griegos, los búlgaros a cuarenta mil y los italianos a nueve mil.
En una entrevista reciente, Kallifatides hablaba de que en su narración no hay nada ficcional en los hechos, pues ocurrieron tal cual. “La maquinaria de la violencia nazi no conocía límites. Ejecutaban a la gente por nada, los colaboradores griegos surgían como setas, florecía el mercado negro, los niños morían de inanición”. En cierta medida, esa fue la infancia del escritor, por eso este espacio trata también de metaescritura.
Los judíos griegos
Y hablando del horror nazi, en Grecia sabemos que unos 60 mil judíos griegos fueron asesinados y comunidades históricas como las de Salónica, de origen sefardí, fueron borradas del mapa, no solo por acción de los nazis, sino también de los colaboracionistas. Kallifatides también introduce a un personaje judío en su narración, se trata de David y su familia, una esposa y tres hijos: “tenía el aspecto que uno se imagina que tienen los judíos, pero también era campesino”. Al llegar los nazis huye al monte junto a su mujer y se hace partisano, mientras sus hijos quedan al cuidado del maestro, socialista y uno de los pocos amigos de David en el pueblo. Pues “no caía demasiado bien, tal vez precisamente porque era muy trabajador”.
Entonces, “Yalós quedó dividido en dos partes, la que apoyaba a David Kalin, bien abiertamente o en secreto, y la parte que estaba contra él. Esta era mucho mayor, los alemanes habían puesto en conocimiento de los yalitas la conspiración mundial de los judíos”, escribe con sorna Kallifatides.
Confiscan sus propiedades y un brutal teniente alemán se instala en su casa, mientras imponen a los niños la estrella de David. Judith, Markus y Rebeca tratarán de sobrevivir así en casa del maestro.
La obra se cierra con la derrota de los alemanes, su expulsión de Grecia y Yalós, el ojo por ojo de colaboracionistas y partisanos y un futuro donde se vislumbraba una guerra civil no menos terrible que la guerra anterior y era alentada por la nueva potencia que sustituía a los alemanes: los británicos.