SHÉKET: JUDÍOS EN EL CINE MUDO, CON MIGUEL PÉREZ –
‘Coeur Fidèle’ es uno de los grandes melodramas del cine mudo. Rodada en 1923 por Jean Epstein, la película describe una dura y salvaje historia de amor entre Marie, una joven huérfana que trabaja en el bar de sus padres adoptivos en una Marsella sórdida y áspera, Jean, un trabajador portuario que se enamora de la joven, y Paul, un delincuente también prendado de la camarera que acaba siendo el detonante de un auténtico puñetazo a los sentimientos del espectador. De hecho, éste se ve golpeado una y otra vez por situaciones cada vez más dramáticas que alcanzan su máxima expresión en un giro interno del argumento de indudable desesperanza: el encarcelamiento tras una pelea con armas blancas de Jean, que a su salida de la cárcel se encontrará con Paul convertido en un proxeneta y Marie arrastrada a una vida miserable mientras cuida de la hija que ha tenido con éste.
Para algunos expertos, esta no forma parte de las mejores obras de su filmografía. Sin embargo, Epstein introdujo aquí varias claves narrativas originales, puso de largo una manera de aprovechar la luz para potenciar la nitidez de las imágenes y vinculó el cine clásico francés, y especialmente el posterior noir europeo, a una suerte de desarrollo melodramático basado claramente en las emociones y los golpes del destino. De difícil clasificación, ‘Coeur Fidèle’ se abre paso fuera del expresionismo alemán y de la narrativa soviética en una Europa que buscaba nuevas formas de hacer cine. O mejor dicho, que se afanaba en subrayar una personalidad propia. Por aquel entonces, la industria estadounidense era ya una poderosa máquina capaz de producir desde ‘Los Diez Mandamientos’ de Cecil B. DeMille (antecesora de su segunda versión de 1956) hasta comedias como ‘El peregrino’ de Chaplin o profundos dramas del estilo de ‘Nuestra Señora de París’, basado en la novela de Víctor Hugo.
Europa, sin embargo, debía mantener ese barniz de intelectualidad, arte y vanguardia característico de su cine frente a la dinámica norteamericana y su sentido del espectáculo. En esa dualidad, Epstein mostró con ‘Coeur Fidèle’ las posibilidades que ofrecía el celuloide para volcarse en la introspección de las emociones y dar lugar a un cine cercano al hiperrealismo, no sólo en los decorados sino en la gestualidad de los protagonistas y los actores secundarios, absolutamente brillantes hasta el punto de crear un fastuoso teatro de las emociones que permiten salvar sin problemas el trance de la ausencia de sonoridad. Hay estudios que relacionan este filme con el impresionismo francés, entre otros factores, por esa capacidad de realismo, la influencia que tuvo en posteriores directores y la plasticidad de sus imágenes. Cualquiera de ellas podría ser una bella fotografía en blanco y negro sobre la realidad social y humana de los bajos fondos marselleses de principios del siglo XX.
Lo que está claro es que la película cumple todos los patrones técnicos que Epstein había ido formulando en años anteriores en decenas de libros, ensayos y artículos sobre su visión del cine y el rumbo que éste debía adoptar. Eso, sin hacer ascos a lo ya existente. En la escena de la feria pueden apreciarse referencias claras al expresionismo alemán y el uso de la metáfora (confetis y serpentinas en un alocado tiovivo) para expresar cómo Paul hace suya a una desesperanzada Marie. No hay que olvidar que, antes de ponerse detrás de una cámara, el director galo de origen polaco (Varsovia, 1897-París, 1953) y ascendencia judía fue un teórico que trabajó como secretario de Lumière, pese a que, paradójicamente, sus primeros estudios fueron los de Medicina. Años más tarde, otro gran genio del celuloide, Buñuel, sería quien colaboraría con Epstein.
De carácter decidido, Epstein fundó su propia compañía para rodar sus primeras películas, poniéndose así a salvo de las injerencias de los dueños de los grandes estudios europeos. Todo ello le permitió trabajar libremente y dejar en los filmes la huella de todas sus teorías sobre el futuro de la profesión. En especial, la importancia del montaje y de la libertad de movimiento a la cámara. Nada de rigideces. Resulta evidente también su fervor: pese a su complejidad, escribió el guión de ‘Coeur Fidèle’ de un tirón y utilizó en su rodaje toda suerte de técnicas narrativas que le desmarcaban de las corrientes imperantes hasta entonces y anunciaban la posterior evolución del cine europeo, desde los magníficos planos generales del puerto de Marsella hasta los travellings, la superposición de imágenes (para remarcar, por ejemplo, la melancolía de Marie evocando la mar) y el recurso a la cámara lenta. Éste alcanzaría su máxima expresión en uno de sus grandes títulos posteriores: ‘La caída de la casa Usher’, basado en los relatos de Edgar Allan Poe y ejemplo contundente del cine de terror. Aunque esta es otra historia.
Ficha técnica:
Título: ‘Coeur Fidèle’.
Año: 1923
Director: Jean Epstein
Guión: Jean y Marie Epstein.
Reparto: Léon Mathot, Gina Manès, Edmond Van Daële, Claude Benedict, Madame Maufroy y Marie Epstein.
Fotografía: Léon Donnot, Paul Guichard, Henri Stuckert.
Productora: Phaté.
Duración: 87 minutos.
Nacionalidad: Francesa.
Género: Melodrama.