SEFER: DE LIBROS Y AUTORES – David Alegre en su excelente tesis doctoral -un trabajo de 10 años de investigación, ahora convertida en libro- decidió abordar el colaboracionismo político-militar en la Europa nazi durante la II Guerra Mundial. Un tema incómodo para determinadas sociedades, también para la nuestra.
Cuestiones como “el colaboracionismo como patriotismo” (el caso flamenco o croata) y la relación entre colaboracionismo y antisemitismo son algunos de los temas que Alegre aborda en su libro, junto a asuntos como el reconocimiento de la dimensión que llegó a tener el colaboracionismo, sobre todo en el plano económico.
Colaboracionistas Europa Occidental y el Nuevo Orden nazi nos habla de la “lógica perversa de la colaboración” refiriéndose también a los refugiados judíos y españoles, de la épica de los países no colaboracionistas…o sí ( Alegre la ejemplariza en el caso danés, con la protección de sus judíos nacionales y la deportación del resto) y del alto grado de colaboracionistas que pasaron tras la guerra a formar parte de las espacios de gobierno y toma de decisión de muchas sociedades europeas.
David Alegre además nos alerta: “Ahora mismo lo que está pasando es que existe una saturación memorística preocupante que provoca que las nuevas generaciones rehúyan la culpa” como en el caso de los hijos y los nietos del nazismo en Alemania”. “El discurso de la culpabilidad está cada vez menos presente y el discurso de la indiferencia también representará un nuevo reto, pues la culpa, la memoria, ya no tienen la misma capacidad de apelación”.
Galaxia Gutenberg. La Segunda Guerra Mundial es un momento decisivo de la historia europea, aunque pocas veces nos la han contado desde la perspectiva de los colaboracionistas. Decenas de miles de europeos tomaron parte en las políticas imperiales del Tercer Reich, espoleados por el miedo a perder una oportunidad irrepetible e inspirados por los deslumbrantes triunfos de la Alemania nazi. Este libro ahonda en su universo mental, en sus trayectorias desde los años treinta, en sus estrategias políticas, en sus tormentosas relaciones con los alemanes, en el sentido de sus decisiones y de sus acciones, incluyendo la creación de unidades de voluntarios para la guerra contra la Unión Soviética.
Lejos de verse a sí mismos como meros peones, los colaboracionistas creyeron que una cooperación estrecha y leal con los ocupantes sería la manera más rápida y eficaz de promover sus intereses personales y sus proyectos políticos. Marginados por sus convecinos como traidores y perseguidos por la resistencia acabarían firmando un pacto de sangre con los ocupantes, contribuyendo al saqueo de sus países y empujando a sus comunidades al borde de la guerra civil. No en vano, la condena y depuración del colaboracionismo pondría los fundamentos de la refundación del continente en la posguerra.