Colonialismo e imperialismo en el Oriente (10ª parte): la llegada de los europeos a la India

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – El otro europeo que llegó a la India fue el portugués Vasco da Gama que pasó a la historia por abrir una ruta hacía Asia, conocida como la Ruta de las Especias, y por ser el fundador de diversas colonias en las costas del continente africano. En el siglo XV los portugueses buscaban una ruta marítima al Lejano Oriente para comerciar directamente por la cuestión de las especias. En 1453 tuvo lugar un hecho que significó una catástrofe para el comercio europeo. Constantinopla, una ciudad clave en la ruta de las especias, fue conquistada por el sultán Mehmed II, pasando a manos otomanas el control de las rutas hacia la India y la China. En vista de los acontecimientos, el rey de Portugal, Manuel I el Afortunado, estaba decidido a encontrar una ruta alternativa que bordeara el continente africano para llegar hasta Oriente. Mandó pues a sus mejores capitanes y marinos a encontrar dicha ruta, pero una y otra vez fracasaban en el intento. La mayoría delos barcos y sus tripulaciones no regresaron, víctimas de los piratas y de las tormentas. Flotas enteras se perdían una y otra vez. Fue entonces cuando apareció Vasco da Gama y se ofreció al monarca para guiar una expedición que los llevara hasta la India. Por aquel entonces, especias como el clavo de olor, el jengibre, la pimienta o la canela eran consideradas muy útiles, y no sólo para conservar los alimentos y dotarlos de sabor, sino también como signo de riqueza y prosperidad. Todos los mercaderes estaban dispuestos a recorrer medio mundo jugándose la vida para traer a Europa esos preciados bienes de la India. Pero aparte de peligrosos, estos viajes eran muy caros: los barcos tenían que pagar impuestos muy elevados en las ciudades donde hacían escala, con lo que el precio final del producto era aún más alto. La expedición portuguesa, que debía bordear la costa africana por el cabo de las Tormentas, llamado más tarde cabo de Buena Esperanza, y buscar la ruta hacia la India, zarpó del puerto de Santa Maria de Belém, a orillas del río Tajo, haciendo el mismo recorrido que anteriores expediciones. Internándose en el océano Atlántico en dirección sur, las naves de Vasco da Gama siguieron la costa africana a través de la isla de Tenerife y del archipiélago de Cabo Verde hasta alcanzar la costa de la actual Sierra Leona. Desviándose de la ruta habitual, Vasco de Gama giró sus naves hacia el sur, a océano abierto, cruzando la línea del Ecuador y buscando los vientos del oeste del Atlántico Sur. Conocida como la volta do mar, esta maniobra les hizo alcanzar de nuevo la costa de África el 4 de noviembre de 1497. Después de más de tres meses de navegación, y más de 6.000 kilómetros en mar abierto, los expedicionarios llegaron a la isla de Santa Elena, casi en el extremo de África, donde repararon las naves, seriamente dañadas por las tormentas, y se aprovisionaron de víveres y de agua. En el transcurso de la travesía a lo largo de la costa africana, el navegante portugués tuvo que afrontar muchos y graves contratiempos, como sublevaciones entre su tripulación que, cansada de navegar, incluso quiso tirarlo por la borda, fuertes tempestades o una grave epidemia de escorbuto que causó un gran número de bajas entre la tripulación. A su llegada al puerto árabe de Malindi, el sultán ofreció a los expedicionarios los servicios de un experto piloto árabe conocedor de aquellos mares, cuyo conocimiento de los vientos monzónicos le permitió guiarlos con éxito hasta Calicut, en la costa suroeste de la India.

En 1498 Vasco da Gama llegó a la costa de la actual Kerala tras doblar el cabo de Buena Esperanza. La apertura de esta ruta otorgó a los portugueses un siglo de monopolio comercial con la India y el Lejano Oriente. En 1510 tomaron Goa y en 1531, Diu. De hecho, Goa fue el último enclave colonial que se devolvió a la India, en 1961. En su momento álgido, se decía que el comercio que pasaba por “la dorada Goa” era comparable al de Lisboa. Sin embargo, los portugueses no disponían de los recursos para mantener un imperio a escala mundial y se vieron pronto eclipsados y aislados tras la llegada de británicos y franceses. En 1600 la reina Isabel I concedió, mediante una cédula, el monopolio del comercio británico en la India a una empresa de Londres. En 1613 los representantes de la Compañía de las Indias Orientales crearon su primer puesto comercial en Surat (Gujarat), al que se sumaron los de Madrás (1639), Bombay (1661) y Calcuta (1690), administrados y gobernados por representantes de la empresa. Durante casi 250 años la India británica fue dirigida por una empresa comercial y no por el gobierno. La transformación de los británicos de comerciantes en gobernadores comenzó casi por casualidad. Tras obtener una licencia de los mogoles para comerciar en Bengala y fundar un nuevo puesto comercial en Calcuta en 1690, los negocios se ampliaron rápidamente. Bajo la recelosa mirada del nabab (gobernante local), las actividades mercantiles y las fábricas de los británicos se ampliaron. Llegado el momento, el nabab decidió que el poder británico había crecido demasiado. En junio de 1756 atacó Calcuta y, tras apoderarse de la ciudad, recluyó a los prisioneros británicos en una diminuta celda. En un espacio tan reducido y con una ventilación tan escasa, muchos habían muerto a la mañana siguiente. Seis meses más tarde, Robert Clive, empleado en el servicio militar de la Compañía de las Indias Orientales, lideró una expedición para recuperar la ciudad y llegó a un acuerdo con uno de los generales del nabab para derrocar a éste. Así ocurrió en junio de 1757 en la batalla de Plassey (hoy llamada Palashi); el general que le había ayudado fue situado en el trono. Con Bengala en manos británicas, los agentes de la Compañía vivieron un período de cuantiosas ganancias. Cuando un nabab posterior se levantó en armas para defender sus intereses, fue derrotado en la batalla de Baksar (1764), victoria que confirmó a los británicos como máxima potencia del este de la India. Y esta historia continuará…

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