MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Los judíos llegaron a Manchuria huyendo de la represión y de los violentos pogromos de la Rusia zarista. Al principio en 1898, constituían una pequeña comunidad; más tarde en la década del 20 la población había crecido hasta contar con 13.000 personas. Construyeron sinagogas, escuelas judías, un hospital judío, un asilo para ancianos y crearon muchas organizaciones de caridad. Era una comunidad vibrante que creció con su propio esfuerzo, que tenía teatros, escuchaba conciertos y publicaba sus propios diarios. Eran una minoría entre una comunidad rusa más grande, que contaba con 124.000 integrantes en 1921, entre la gran comunidad china que contaba con más de 300.000 personas entonces. Estas tres comunidades coexistieron en Harbin – una ciudad que fue construida por los rusos y que parecía rusa, fundada en el desierto del noreste de China – en Manchuria. Mientras que los judíos habían sufrido en Rusia el antisemitismo, las autoridades rusas que estaban construyendo el ferrocarril oriental chino alentaron a los judíos a establecerse en Harbin, puesto que eran comerciantes emprendedores y muy buenos trabajadores. Había muy poco antisemitismo en Manchuria antes de 1931, estos nuevos inmigrantes hablaban ruso y se sentían en Harbin como si estuvieran en Rusia, pero en paz. La mayoría de los judíos no hablaba chino y no se mezclaban con la población china de Harbin. Sus relaciones estaban limitadas a los empleados chinos o los sirvientes que trabajaban para los comerciantes, pero no había ninguna hostilidad hacia los judíos por parte de ellos, que no diferenciaban entre judíos rusos y rusos blancos. Muchos chinos admiraban a los comerciantes judíos por su capacidad y su instinto de supervivencia.
La situación de los judíos en Harbin se deterioró rápidamente con la ocupación japonesa de Manchuria en 1931. Unidades del ejército de Kwantung entraron en Harbin el 5 de febrero de 1932 y fueron recibidos con una entusiasta bienvenida por la comunidad rusa blanca. La población china estaba temerosa y resentida, mientras que el dr. Abraham Kaufman, el líder de la comunidad judía, les dio una cautelosa bienvenida a las fuerzas invasoras. Pero poco tiempo después toda la población de Harbin comenzó a temer a los ocupantes. Los militares japoneses veían su estada en Manchuria como una buena oportunidad para enriquecerse. Los propietarios de las tiendas locales tuvieron que pagar una enorme cantidad de cuotas de protección y los japoneses también crearon casas de juego, fumaderos de opio y burdeles en todas las grandes ciudades. Fueron construidas factorías en toda Manchuria para producir morfina, cocaína y heroína. Harbin fue controlado por nueve agencias policiales diferentes, entre ellos el Tokumu Kikan (Agencia de servicios especiales), la gendarmería militar de Kempei, la policía municipal de Harbin y la Policía Criminal de Harbin. Los miembros de todas estas dependencias utilizaban su posición para intimidar a la población local y para su propio enriquecimiento. Contrataron matones rusos blancos, chinos y coreanos para secuestrar a los ciudadanos ricos y pedir rescate. Fueron los ejecutores del secuestro y el espeluznante asesinato de un joven pianista, Semion Kaspe, en 1933, que provocó una protesta internacional. Aunque los jueces chinos estaban arrestados, aprobaron una sentencia de muerte para los secuestradores, los japoneses hicieron caso omiso de la sentencia y dejaron en libertad a los secuestradores.
La atmósfera de temor y las dificultades económicas causadas a la población judía provocaron su fuga: en 1939 quedaron viviendo allí menos de 5.000 judíos, el resto se escaparon a Tianjin y Shanghai. ¿Por qué los japoneses agredieron a los judíos de ese modo? La mayoría de ellos nunca habían visto un judío en sus vidas y tampoco compartían el antisemitismo cristiano. Sin embargo, parece que por la década de 1940, el antisemitismo se había convertido en parte de la vida de los japoneses. Los ultranacionalistas lo habían difundido y promovido activamente en los periódicos más importantes del país con la aprobación del gobierno japonés. Llegaron de esta manera a todas partes. Muchos japoneses creían que Alemania y Japón estaban comprometidos en una lucha contra un enemigo común, los judíos, y que Japón debía expulsar a la influencia judía de Asia. El gobierno japonés estaba utilizando el antisemitismo en el país para imponer la conformidad ideológica. Sin embargo, la política oficial japonesa antisemita no fue utilizada para perseguir a los judíos durante la guerra. Se les permitió instalarse entre Shanghai y Kobe entre 1938 y 1941 a 18.000 judíos alemanes, austríacos y lituanos. En diciembre de 1938 la Conferencia de los Cinco Ministros (Gosho Kaigi), compuesta por el Primer Ministro, el Ministro de Relaciones Exteriores y los ministros del Ejército, Marina y Hacienda, aprobó los siguientes tres principios hacia los judíos: 1) Los judíos que vivían en Japón, Manchuria y China debían ser tratados justamente y de la misma manera que otros extranjeros. No se debía realizar ningún esfuerzo especial para expulsarlos. 2) Los judíos que entraran en Japón, Manchuria y China debían ser tratados según las políticas de inmigración existentes relativas a otros extranjeros. 3) No se debía realizar ningún esfuerzo especial para atraer a los judíos a Japón, Manchuria o China. Sin embargo podían hacerse excepciones para empresarios y técnicos que fueran de utilidad para Japón.
Los gobernantes japoneses de Manchuria se dieron cuenta de que Japón necesitaría enormes inversiones para desarrollar esta vasta región. En un principio intentaron atraer a los inversores europeos y americanos. Europa pronto estuvo sumida en la Segunda Guerra Mundial, mientras que Estados Unidos estaba en las garras de la Gran Depresión y desaprobó fuertemente la invasión japonesa de Manchuria. Sin embargo, el fundador de las industrias de Nissan, Ayukawa Gisuke, escribió un artículo titulado “Un Plan para invitar a cincuenta mil judíos a Manchukuo”. Confiaba en que América podría invertir 100 millones de dólares en el reasentamiento de los judíos alemanes en Manchuria. Mientras que su artículo fue recibido con interés, su plan no podía tener éxito si los judíos seguían abandonando Manchuria, llevando su capital con ellos. Con el fin de persuadirlos para que se quedaran, el Coronel Yasue Norihiro fue designado como el oficial de enlace de las fuerzas militares japonesas en Manchuria. Yasue había estado interesado en la cuestión judía durante años y había escrito numerosos artículos y libros sobre el “problema judío”. A la vez empezó a calmar la atmósfera volátil en Harbin frenando las actividades antisemitas de los rusos nazis, trabando amistad con los líderes de la comunidad judía. Se convirtió en un huésped frecuente en casa del dr. Kaufman y discutieron durante horas el destino del pueblo judío y el futuro de Palestina.
En 1934 se estableció el Consejo Judío del Lejano Oriente como el organismo representativo de los judíos. Se llevó a cabo la primera Conferencia de las comunidades judías en el Lejano Oriente en diciembre de 1937. Asistieron setecientos judíos de Harbin, así como representantes judíos de Tientsin, de otras ciudades de China y de Kobe, en Japón. También asistieron varios funcionarios japoneses de alta investidura, el más importante de ellos el General Higuchi, jefe de los Servicios Especiales (inteligencia). Los líderes judíos comprometieron su lealtad con Japón y Manchukuo, Japón agradeció públicamente la actitud de los judíos, que en otros países eran perseguidos. Se comprometieron a cooperar en la construcción de un nuevo orden en Asia con Japón y Manchukuo. Alentados por el éxito de la primera conferencia, la segunda tuvo lugar en diciembre de 1938 y la tercera en diciembre de 1939. Todos los representantes judíos en Harbin y los militares japoneses asistieron a las tres conferencias. Sus resoluciones fueron enviadas a todas las organizaciones judías importantes en todo el mundo y fueron una propaganda de gran valor para los japoneses. En 1937 el dr. Kaufman fue galardonado con una medalla por el gobierno de Manchukuo por sus actividades públicas; en mayo de 1939 fue invitado a visitar el Japón para hacer turismo y mantener conversaciones con altos funcionarios. Cuando los japoneses se rindieron al ejército soviético en 1945, el dr. Kaufman y otros miembros prominentes de la comunidad fueron detenidos por los soviéticos. Los llevaron a la Unión Soviética, acusados de ser colaboradores de los japoneses y agentes sionistas, y fueron acusados de espionaje contra la Unión Soviética. Muchos de ellos perecieron en los campos de trabajo, pero el dr. Kaufman sobrevivió por ser médico del campo. Liberado en 1956, pasó cinco años en exilio interno antes de que se le permitiera reunirse con su familia en Israel, como a muchos de los judíos que al terminar la guerra se dirigieron a Israel o a otros países. Y esta historia continúa…