MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Los judíos han recorrido los siete mares, fueron antiguos viajeros de la Ruta de la Seda y han participado de la historia asiática, una historia que nos habla del colonialismo e imperialismo europeo y luego Occidental. Queremos remitirnos a los lejanos orígenes de la presencia judía en el enorme territorio de la China Imperial y fuente de la cultura y religión de una gran parte de países asiáticos que no han sido conquistados por el Islam.
Nadie puede decir con cierto grado de certeza cuándo los judíos pisaron por primera vez el suelo de China. Se han propuesto numerosas teorías que los ubican allí, ya sea como viajeros o como colonos, a intervalos variables dentro de un lapso de tiempo que comienza poco antes del relacionado con el Éxodo y se extiende varios cientos de años más allá. Algunas de estas teorías, sin embargo, son totalmente artificiales; otras son claramente conjeturas; algunas están relacionadas con la mitología que rodea a las Diez Tribus Perdidas de Israel; y otras más se derivan de lecturas erróneas o idiosincrásicas de textos hebreos y chinos. Un erudito, aparte de todos los demás especialistas en judaísmo chino, propone que algunos judíos habían vivido bajo este dominio durante la dinastía Han (206 a.e.c. – 220 d.e.c.) desde algún momento después del 92 d.e.c. (ver Tiberiu Weisz, A History of the Kaifeng Israelites, Outskirts Press, 2018). El hecho de que hasta ahora no haya salido a la luz ninguna evidencia generalmente aceptada por los eruditos que lo corrobore no excluye necesariamente la posibilidad de que los judíos pudieran haber llegado a China y haberse establecido allí durante ese tiempo de la dinastía Han.
La existencia probada de otros enclaves judíos en varias de las ciudades portuarias de China se ha utilizado para respaldar la propuesta de que los comerciantes judíos (o sus antepasados) llegaron a China desde Basora (en el actual Irak), parando en India, y quizás desde Yemen y otros lugares, teoría apoyada por ciertas consideraciones etimológicas, ritualistas y afines que vinculan a los judíos chinos con estos países, además de ser la principal ruta marítima de los cargueros musulmanes, judíos y chinos en la antigüedad. Es probable que estos judíos viajaran a China por mar y luego procedieron a través del Gran Canal hasta el río Amarillo, y de allí a Kaifeng, que entonces era la ciudad más grande de China. Desafortunadamente, la evidencia tangible de esta temprana presencia judía en China es difícil de corroborar.
La primera pieza de evidencia tangible que tenemos de la presencia de un solo judío en el Reino Medio proviene de un período muy posterior, alrededor del 718 e.c. en forma de una carta comercial escrita en caracteres hebreos en papel, un producto que entonces se fabricaba únicamente en China. El idioma es judeo-persa, en ese momento un idioma común del comercio de Asia Central. El escritor era un comerciante-aventurero judío que, lo mejor que podemos distinguir por la hoja andrajosa en la que está escrita la carta, buscaba la ayuda de un correligionario en Isfahan para deshacerse de un rebaño de ovejas inferiores. Su carta, que aparentemente nunca llegó a su destino, fue descubierta hace aproximadamente un siglo en Dandan Uiliq, a unas setenta millas al noreste del oasis de Khotan, en el Turquestán chino. Un segundo hallazgo, una página de selijot (oraciones penitenciales) escritas en hebreo puro, fue encontrado unos años más tarde en Dunhuang, en las Cuevas de los Mil Budas (también conocidas como las Grutas de Mogao); se remonta a finales del siglo VIII o quizás a principios del siglo IX. Y, por supuesto, no hay razón para suponer que estos textos, que cayeron en nuestras manos por casualidad, sean necesariamente los primeros textos judíos que se escribieron en China. De hecho, podemos suponer que los judíos viajaban y posiblemente se establecieron en China sustancialmente antes de que se redactaran estos documentos, esto nos cuenta el historiador Michael Pollak. Y esta historia continúa…