Colonialismo e imperialismo en el Oriente (2ª parte): el Imperio Chino

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Antes de continuar con la historia de la presencia judía en China y el Lejano Oriente, vamos a contar cuándo surgió está notable civilización y cuánto influyó en la cultura occidental, a pesar de que eso no es lo que nos han enseñado generalmente a sus herederos. Pensar en el Antiguo Imperio Chino es remontarse a una de las civilizaciones más importantes a nivel mundial. Desde las primeras épocas históricas, China fue concebida por sus habitantes como centro del mundo -Zhongguo, el reino de en medio-, desde donde la cultura se irradiaba a toda Asia Oriental. Su historia es tan trascendente que ha contribuido en gran manera al desarrollo de una civilización en todo el continente asiático, dejando un valioso legado en ámbitos de gran peso como el arte, el lenguaje y la religión. La importancia del Imperio Chino fue invisibilizada por mucho tiempo por el eurocentrismo. Abarca un enorme territorio. Su superficie es la segunda de mayor extensión en el mundo, 11.418.174 km2. Sus límites territoriales son al oeste, el Tíbet; al este, los mares de China y Amarillo; al sur, las selvas que rodean Indochina y el Mar Amarillo.

La historia china tiene una antigüedad de unos cinco mil años. Qin Shi Huang (221-207 a.n.e.) fundó el primer imperio derrotando a otros seis estados que se habían enfrentado en guerras, unificando el norte de China. Su ejército continuaría expandiendo los límites del sur del Imperio Qin a lo largo de su vida, llegando a lo que ahora es Vietnam. El rey de Qin era ahora el emperador que dio nombre al estado chino. Como emperador, Qin Shi Huang reorganizó la burocracia, aboliendo la nobleza existente, reemplazándola y designando sus propios funcionarios. También construyó una red de carreteras, con la capital de Xianyang en el centro. Además, simplificó la escritura china, estableciendo la unidad de las pesas y medidas y acuñó nuevas monedas de cobre. A pesar de su poderío militar, el recién unificado Imperio Qin se enfrentó a una amenaza recurrente del norte: las incursiones de los nómadas Xiongnu (antepasados de los hunos de Atila). Para defenderse de ellos, ordenó la construcción de una enorme muralla defensiva. El trabajo fue realizado por cientos de miles de esclavos y criminales entre 220 y 206 a.n.e. Miles de ellos murieron en la tarea. Esta fortificación del norte formó la primera sección de lo que se convertiría en la Gran Muralla China. En el 214 a.n.e., el Emperador también ordenó la construcción de un canal, el Lingqu, que unía los sistemas de los ríos Yangtze y Pearl.

Su proyecto más impresionante salió a la luz por primera vez en 1974 cuando unos agricultores descubrieron extrañas figuras mientras cavaban un pozo cerca de la antigua capital china de Xianyang. Desde entonces, las excavaciones han revelado secciones de un gran complejo funerario. Tres enormes pozos albergan a varios miles de guerreros, presumiblemente destinados a proteger al emperador por la eternidad. Estas estatuas no se parecían a nada que se haya descubierto antes en China. Y eso plantea una gran pregunta: ¿cómo pudieron los artistas reales tener una idea así? En otro momento continuaremos hablando de este increíble ejército de terracota que continúa protegiendo la tumba del Emperador. Como dato curioso debemos agregar que el transporte por tierra se debe al hecho de que Jugo Liang (de la dinastía Han) inventó la carretilla en el siglo I a.n.e., dispositivo que en principio tuvo un uso exclusivamente militar y que no se conoció en el resto del mundo hasta mil años después. La seda más antigua encontrada en China data de alrededor del 3630 a.n.e., lo que significa que es del período neolítico chino. Se cree que una pequeña taza de marfil adornada con un diseño de gusano de seda tallado que se encuentra en China tiene entre 6000 y 7000 años. Y esta historia continuará…

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