Descubriendo la música sefardí
EMPEZAR QUIERO CONTAR, CON JUDITH COHEN – Hola, soy Judith Cohen, en Toronto, Canadá, soy etnomusicóloga y también cantante. Algunos de entre vosotros ya me conocéis, o bien en directo, o bien por las emisiones de esa misma Radio Sefarad. Me ha pedido Jorge Rozenblum preparar una pequeña serie sobre la música sefardí, y no he sido capaz de resistir esa llamada. Os propongo lo siguiente: hoy escucharemos una especie de “sampler”, una mezcla de unos géneros de las canciones sefardíes. Después, escucharemos los romances, las canciones del ciclo de la vida, las del ciclo del año judío, las canciones líricas que son las que más se difunden hoy en día…. Y después veremos….
La música sefardí es un campo muy vasto: aquí hablaré concretamente de las canciones en judeoespañol. Bueno, digo “judeoespañol” – mucha gente ahora dice “ladino” aunque técnicamente, ladino se refiere a la lengua religiosa, traducida palabra por palabra del hebreo – “la noche la ésta” para “ha-laila ha-zé”. La lengua hablada se llama haketía en Marruecos, y en otras zonas se llama “djidio”, “djudezmo” o “spaniol”. Pero tanta gente ahora dice “ladino”, que igual me encontraré diciéndolo también.
Escucharemos sobre todo las voces de la tradición. Hay muchos músicos – mi hija y yo entre ellos – que no somos sefardíes; incluso los hay que tampoco son judíos, pero que cantan en judeoespañol. Muchos de ellos son músicos estupendos y, para ser más o menos objetiva, tendría que incluirles a casi todos – pero es imposible. Y no se oyen lo suficiente – creo yo – los portadores de la tradición, la gente que sí, que se criaron con estas canciones. Y de esa gente, desgraciadamente, como van pasando los años, viven cada vez menos de ellos. Pues, son sobre todo sus voces que vamos a escuchar.
Entonces, ¿por dónde empezar? Pues, a ver, ¿por dónde empecé yo?
Mi introducción a la música sefardí empezó antes de saber quiénes eran los sefardíes. Yo era estudiante y trabajaba los fines de semana en una biblioteca de discos – iba a decir discoteca pero discoteca, claro, es otra cosa… Mi trabajo incluía limpiar los discos de vinilo cuando la gente los devolvía – y yo los escuchaba mientras trabajaba. En aquella época escuchaba mucha música barroca y música folk, pero un día apareció un disco de Deutsche Grammophon, con flamenco en una cara y en la otra cara – algo que me parecía curioso- un jazán, un cantor litúrgico de Bosnia-Herzegovina, que entonaba canciones sefardíes. Yo había viajado a Bosnia un años antes y me despertó mucha curiosidad. Creo que este disco del gran jazán Eliezer Abinun ha sido mi introducción a la música sefardí.
Qué hermosa introducción a la música sefardí, ¿verdad? Hace solamente un mes tuve la oportunidad de volver a Sarajevo. Ahora queda muy poca gente de esa comunidad judía, quizás setecientas almas… y aún menos que todavía cantan estas bellas canciones de antes.
Poco después de escuchar el disco del rabino Abinun, acabé la licenciatura y salí de viaje, mi primer gran viaje hippie de un año entero. Empecé en Francia, en Marruecos, en España… y en mayo del año 1972 cogí un barco turco de Barcelona a Estambul. En el gran mercado, el Pazar, un joyero me llamó – “Shalom!” ¿¿Shalom??? ¿Por qué un turco me dice “shalom”? Me dijo, “tú eres judía, ¿no?”. Contesté que sí – y me preguntaba por qué ese hombre turco hablaba no solamente hebreo sino también español. Antes de aquel año yo no hablaba castellano, y la manera de hablarlo de ese hombre me parecía también algo raro. El joyero continuaba, “te estarás preguntando por qué hablo español, ¿verdad? Pues mira, ahora viene mi mudjer, puedes venir a nuestra casa y te cantaremos algo.”
Lo que me cantaron era una canción muy conocida, “Cuando el Rey Nimrod” o “El nacimiento de Avraham”.
Cantado por otra gente de la misma ciudad de Estambul, igual serán nietos de aquel matrimonio, ¿quién sabe? Se trata de Las Estreyikas de Estambol, el coro de niños sefardíes dirigido por mi querido amigo Izzet Baná.
Mucha gente piensa que esta canción es muy antigua – pero lo que descubrió mi colega, el super-profesor Edwin Seroussi de Jerusalén, es otra cosa…. Tendréis que leer su artículo, aquí no da tiempo. Bueno, seguimos. Un año después, de vuelta a mi ciudad, Montreal, me invitaron a cantar canciones en ídish, el idioma de mis abuelos, para un grupo de gente mayor judía. Por suerte, yo había cogido ya la costumbre de llevarme una pequeña grabadora de casetes. Y una mujer de unos 70 años de edad me dijo que era de Marruecos, y me preguntó “¿quieres que te cante algo de mi país?”. Saqué mi nuevo aparato, apreté el botón “record”, y la señora Mercedes Bohbot de Larache, que en paz descanse, empezó a cantar el romance de Landarico. Era en el cenador, se oye el ruido de quitar las mesas….
Si mi primer encuentro con la música sefardí era el disco del jazán Abinun de Sarajevo, pues este romance de Landarico que acabáis de escuchar fue mi introducción al romancero, y también a mis largos años de investigación de la música sefardí – aunque en aquel momento yo no lo sabía todavía. En otro momento, hablaremos más de la historia de Landarico / Andarleto. Pero ahora sigo con mi viaje hacía la música sefardí… Ah, sí. Un año después de volver a Canadá, decidí viajar otra vez y conocer mejor España. Viajaba casi siempre por autostop, y un catalán de mi edad me cogió, con sus “dos caballos”, y fuimos a Galicia. Entre sus amigos gallegos había un joven gaitero que me regaló un casete de Joaquín Díaz. Me enganché, y empecé a añadir este repertorio sefardí a las canciones del Canadá Francés, de Inglaterra, de Israel y del cancionero ídish que ya cantaba en las “boîtes-à-chanson” y los folk-clubs de Montreal. Una de las canciones que más me gustaban era “Yo hanino”. Aquí la canta Luci Attias, de Sarajevo – la grabé en Jerusalén en agosto del 1990.
A la vuelta a Canadá, dejé el tema un poco, estaba muy metida en el mundo de la música medieval, preparaba una tesis sobre las mujeres y la música en las tres religiones de España medieval – antes de que estuviese de moda – pero tenía esta música sefardí siempre en mente. Un día, vi un libro del gran profesor Samuel Armistead en la biblioteca, me lo leí entero y le escribí sin saber quién era. Era por supuesto una carta-carta (con tinta y papel….de mi puño y letra como dice otro romance que cantan en Marruecos –: Por qué no cantáis la bella
El profesor Armistead me contestó enseguida. Me mandó referencias para mi tesis y, al cabo de unos meses me encontré en su oficina. Me regaló un montón de artículos sobre la tradición sefardí, me hizo escuchar cintas de su trabajo de campo, y me cantó él mismo unos romances. Después me dijo, “¿y por qué no trabajas la música sefardí para tu tesis de doctorado?”. “Pero, no he terminado la tesis del master, no he decidido si quiero hacer el doctorado”. “Claro que quieres hacerlo, y eres la persona perfecta y adecuada para trabajar la música sefardí. Llamarás a mi brillante ex alumna Oro Anahory-Librowicz que vive en Montreal, en tu ciudad”. A la vuelta, llamé a Oro y ella me dijo “de veras, ¿tocas el laúd árabe y cantas? Pues mira, justamente pensaba formar un grupo para cantar la música sefardí que grabé en mi comunidad y que fue la base de mi tesis doctoral, ¿cuándo puedes empezar?”
Llamó a su amigo y su ex profesor – que era el mismo maravilloso Solly Levy que conocéis – y Solly llamó a una cantante de su coro sefardí, Kelly / Raquel Sultán Amar – y así nació el grupo que dentro de poco se dio el nombre de Gerineldo.
Bueno, casi se acaba esta primera entrega. En la próxima, escucharemos algunos romances, estas historias cantadas, irresistibles. Hasta entonces, saludos desde Canadá a todos los de Radio Sefarad, y a todos vosotros oyentes, de vuestra amiga Judith Cohen.
[TEXT IN ENGLISH:
- EMPEZAR QUIERO CONTAR – “I’d like to begin to tell the story…”, WITH JUDITH COHEN
Hi, I’m Judith Cohen, in Toronto, Canada; I’m an ethnomusicologist and also a singer. Some of you already know me, either in person or through various broadcasts here at Radio Sefarad. Jorge Rozemblum asked me to prepare a series of short programmes on Sephardic music, and I couldn’t resist the challenge. This is what we’ll do: first, I’ll give you a sampler of various genres of Sephardic songs. Then, we’ll hear narrative ballads (romances), life cycle songs, songs of the Jewish calendar cycle, lyric songs – which are the most widely-known today – and then, we’ll see…
Sephardic music is a very broad field: in these programmes, I’ll focus on songs in Judeo-Spanish. Well, I’m saying “Judeo-Spanish” – many people say “Ladino”, though technically, “Ladino” refers to a literal translation from Hebrew: “la noche la esta” for “ha-laila ha-zeh” instead of “esta noche.” The spoken language is called “haketía” in Morocco, and in other regions, the Ottoman lands, is known as “dzhidio”, “dzhudezmo”, “spaniol” and others. Today so many people say “Ladino” that I usually use it too.
We’ll be listening to mostly traditional singers. There are many musicians, including my daughter and myself, who are not Sephardic, even not Jewish at all, and who sing in Judeo-Spanish. Many of them are excellent musicians, and being objective would mean including almost all of them, but this is impossible. And, I think, the tradition-bearers, those people born and brought up in the tradition, are not heard enough, and there are fewer and fewer of them alive as the years go on. So we’ll be hearing many of them – but where should we begin? Perhaps with how I began to be involved with these songs.
My own introduction to Sephardic music began before I even knew who the Sephardim were. I was a student, and worked part-time on weekends at Montreal’s record-lending library; that is, not a discothèque, in French, in the sense of a dance club, but in the sense of loaning out disks, LPs, vinyls – “records”. My work included polishing the LPs when they were returned, and I could listen to all I wanted to. In those days, I listened to a lot of Baroque music, and folk music. One day someone returned a Deutsche Gramofon vinyl, with flamenco on one side and on the other something that seemed a bit odd to me: a cantor, a khazán, of Bosnia-Hercegovina, singing Sephardic songs. I had travelled there a couple of years earlier, and this recording intrigued me. I believe this vinyl of the great cantor Eliezer Abinun, singing unaccompanied, was my introduction to Sephardic music.
What a lovely introduction! When I wrote the original Spanish version of this introduction, several years ago, I had just been in Sarajevo for a conference. There are not many Jews left of this once large community, and barely any who still know the old songs. Returning to the record lending library, shortly after hearing Abinun’s recordings, I finished my undergraduate university degree and set off on my first year-long hippie trip, with a cheap one-way ticket to Paris. After a bit of time in France, then Spain and Morocco, in the spring of 1972 I found myself in dormitory class on a Turkish boat to Istanbul. There in the fabled bazaar, a jeweller called out to me: “Shalom!” Shalom? Why was a Turkish man saying “shalom” to me, I wondered. He continued, “you’re Jewish, aren’t you?” I answered, yes, wondering why, besides Hebrew, this Turkish man spoke Spanish, and a somewhat odd-sounding Spanish at that. Before that year, I spoke French, but not Spanish, which I had just learned while living in a village. The jeweller continued, “you must be wondering why I speak Spanish, right? Well, my wife will be here soon, and you can come to our house, and we’ll sing you something.” And what they sang for me was the well-known – though I’d never heard it at the time – song “Avraham avinu – Cuando el Rey Nimrod”. Here is a recording of it, sung by the only Ladino children’s choir, the “little stars” or “Estreyikas de Estambol”, directed by my dear friend Izzet Bana. Who knows? Perhaps a couple of them are grandchildren of that couple I met back in 1972.
People often think this song is very old, but my colleague, Professor Edwin Seroussi, discovered otherwise in his research. There’s no time to discuss it here, but a book by him will be coming out soon, with a chapter devoted to the song. Meanwhile, let’s continue. One year later, in my home town of Montreal, I was invited to sing songs in Yiddish, my grandparents’ language, for a group of Jewish Senior Citizens. Luckily, I had by then fallen into the habit of always taking a portable cassette recorder with me. A woman in her early seventies told me she was not Ashkenazi, she was from Morocco, and asked “would you like to hear a song from where I’m from?” I whipped out my cassette recorder, pressed “record”, and Señora Mercedes Bohbot of Larache, Morocco, began to sing the old ballad, romance, of Landarico. This was after lunch, in the dining hall, and you can hear the clatter of dishes.
If my introduction to Sephardic songs had been through Hazan Abinun’s recording, from Sarajevo, this northern Moroccan rendition of the ballad “Landarico” was my introduction to the romancero, the corpus of Hispanic narrative ballads – and, though at the time I had no idea this would happen, the beginning of my years of research and performance of Sephardic music. Later, we’ll talk a little more about the story of Landarico / Andarleto / Andarlino. For now, we’ll see where my next steps took me… Ah, right. A year after returning to Canada, I decided it was time to get to know Spain better. Travelling, as I almost always did, as a hitch-hiker, I got into a little two-horse-power Citroën, in Aragón, driven by a Catalan my own age, who was going to Galicia, which was one of the regions I wanted to get to. The friendly Catalan is still a very good friend, all these many years later, as is his wife. He took me to a party at a Galician friend’s home, and this friend’s brother – also, still a friend! – gave me a cassette with Sephardic songs performed by none other than Joaquín Díaz, though at the time I’d never heard of him. I was hooked. I began to add Sephardic songs to my French Canadian repertoire, along with Anglo-Scottish border ballads, songs of Israel, and Yiddish songs which I had begun to perform in Montréal’s boîtes-à-chanson. One of the songs I liked the best was from Sarajevo, “Yo hanino”: here it is, sung for me in Jerusalem by Luci Attias, in the summer of 1990.
When I returned to Canada, I became involved in Medieval music and my Master’s thesis on women and music in the three monotheistic religions of medieval Iberia. This was in the 1970s, just before the topic became a favourite one. But Sephardic music was always on my mind at some level. One day in the university library, I came across a book by the great scholar Samuel Armistead, on the Judeo-Spanish chapbooks of Abraham Yoná of Salónica. Fascinated, I read the entire book and sent a fan letter to Professor Armistead, with no idea of how famous he was. Naturally, this was a real letter, in pen and ink: as the ballad “Why don’t you sing, pretty one?” says, “de mi puño y letra”, in my own hand: Por qué no cantáis la bella
Professor Armistead answered me by return mail. It was a long letter, on a manual typewriter, with many references for my thesis. Some months later, I met him in his office in Philadelphia, before he moved to California. He gave me several invaluable articles, had me listen to tapes of his Sephardic field recordings, sang me several ballads himself, then asked, “after your Master’s, why don’t you write your doctoral dissertation on Sephardic songs? “ . “What dissertation?” I replied, “I wasn’t planning to do a doctorate.” “Of course you are, and you’re the perfect person to do it; you live in Montreal, so call my brilliant ex-student Oro Anahory-Librowicz, who lives there too.” So I did. And Oro said, “what?! You play oud and you speak Spanish and you sing? Look, I’m planning to form a group to sing the Moroccan Sephardic songs I recorded among my family and community and were the basis of my doctoral dissertation – when do you want to start?” She called her friend, and ex-teacher in Tetuan, the wonderful Solly Lévy many of you Radio Sefarad listeners know. Solly called a singer in his Sephardic choir, Kelly Sultan Amar – and thus was born the group which soon became known as Gerineldo.
And here ends the beginning of my series. In the next one, we’ll listen to some romances, narrative ballads, those irresistible sung stories. Till then, greetings from Canada to everyone at Radio Sefarad and all you listeners, from your friend Judith Cohen. ]