Discurso “La Shoá. Un punto de partida ineludible en los estudios sobre Genocidio”, con el juez Daniel Rafecas

]A FONDO – El 22 de septiembre de 2014, en el marco del Foro Judicial Internacional organizado por la Embajada Mundial de Activistas por la Paz y convocado en Bogotá (Colombia) bajo el título “Nuevas Propuestas para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio”, tuvo lugar la participación del juez federal argentino Daniel Rafecas sobre “La Shoá. Un punto de partida ineludible en los estudios sobre Genocidio”, y que reproducimos a continuación

“En primer lugar quiero decir que me siento honrado de estar aquí con todos ustedes, con este panel, con el panel de honor que precedió; y mi agradecimiento especial a la Embajada Mundial Activistas por la Paz, y también a esta casa de estudios que nos ha acogido hoy tan amablemente. Y bueno, muy impactado también por la convocatoria y por la presencia de todos ustedes aquí, que, sin duda, también forma parte del éxito y de los esfuerzos que han hecho los organizadores para llevar adelante este evento.

Como recién se dijo, en mi caso yo también soy magistrado, soy docente universitario; pero no es mi idea en la clase de hoy, o en la conferencia de hoy, hablar en términos jurídicos, no es la idea de esta conferencia, hablar de Derecho; porque para eso hemos tenido, sin ir muy lejos, la muy completa y erudita exposición del Dr. William Soto Santiago, y seguramente vamos a tener muchas otras a lo largo de esta jornada.

Yo quisiera aprovechar los minutos de que dispongo para hablar más en términos de historia, y un poco, como se dijo recién, sin perjuicio de que este congreso y estas propuestas que ha hecho el Dr. Soto Santiago miran al futuro en términos de prevención de genocidios, yo creo que es ineludible e inevitable comenzar este camino con una sólida base de conocimientos históricos acerca de los orígenes de la Convención contra el genocidio y los orígenes del concepto de genocidio; allí hay una referencia ineludible, que es el Holocausto o la Shoá.

El 10 de diciembre de 1948 es un acontecimiento histórico en lo que fue el siglo XX, la historia de la Humanidad, porque se reúne la primera Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas.

En ese importantísimo momento en la muy reciente posguerra, se sancionan dos cartas internacionales de Derechos Humanos: la Declaración Universal de Derechos del Hombre y además también la Convención Universal contra el Delito de Genocidio.

¡Qué lugar importante que se le ha dado a esta Convención en la historia del Derecho Penal Internacional! Nada menos que en la primera Asamblea General de Naciones Unidas, los convencionales allí reunidos dedicaron parte de sus esfuerzos para la sanción de esta Convención. ¿A qué venía esto? Bueno, venía y está directamente relacionado con unos episodios que tuvieron lugar en el marco de la Segunda Guerra Mundial.

Para decirlo gráficamente, así por mediados de 1942, en un bosque del sur de Polonia en el corazón de Europa, llegan una cuadrilla de trabajadores y comienzan a levantar unos edificios y unas instalaciones industriales; edificios de ladrillos, esos techos característicos de las fábricas, chimeneas. Allí van a trabajar no solamente obreros y operarios, sino también arquitectos, ingenieros, expertos químicos y de prácticamente todas las profesiones relacionadas con las industrias modernas.

Esas fábricas comienzan a funcionar en algún momento porque se construyó una vía férrea y allí llegaban entonces los trenes, cargados de la materia prima. La materia prima era descargada de los trenes, era conducida a estos establecimientos industriales; y las fábricas entonces comenzaban a funcionar, las chimeneas largaban las cenizas.

Nada distinto al panorama de Occidente a partir de la Revolución Industrial; pero había una diferencia sustancial: la materia prima eran seres humanos, la materia prima eran judíos: hombres, mujeres, niños, ancianos.

Los establecimientos industriales eran modernos complejos conformados por cámaras de gas y hornos crematorios; las cenizas que escupían esas chimeneas eran cenizas humanas. Esa industria era la industria de la muerte, lo que hoy conocemos como los campos de exterminio. El bosque se llamaba Birkenau, y el campo en donde funcionaban estas instalaciones —hoy por todos conocidos— eran los campos de Auschwitz; la página más negra en toda la historia de la modernidad.

Unas instalaciones industriales que tenían una capacidad de asesinato de aproximadamente entre 10 mil y 12 mil víctimas por día. Solamente en Auschwitz-Birkenau, entre fines de 1942 y su cierre en noviembre de 1944, por lo menos de las instalaciones asesinas, se llevó la vida de aproximadamente un millón de judíos de toda Europa. Desde los Pirineos franceses, hasta el norte de Noruega, y desde la Isla de Rodas hasta el Volga; a lo largo y a lo ancho del imperio de regimen nazi.

Este suceso, lo que hoy conocemos como el Holocausto, en definitiva el exterminio de 6 millones de víctimas por el sólo hecho de pertenecer a un pueblo, y sin que hubieran constituido ningún peligro interno para el Tercer Reich.

Es decir, desconectado de cualquier razón o función bélica, este episodio, este acontecimiento, que está claramente enmarcado en lo que fue la Segunda Guerra Mundial, a medida que van pasando las décadas desde aquellos años (ya llevamos aproximadamente 70 años de aquellos acontecimientos), cada década que va pasando va concitando cada vez mayor atención de los ámbitos humanistas, como es el caso de esta Embajada de Activistas por la Paz, y especialmente de la persona del Dr. Soto Santiago; cada vez concita mayor atención de las investigaciones académicas, cada vez se abren cátedras, cada vez se abren más estudios, cada vez se publican más libros, se hacen películas…; el tema del Holocausto, lejos de ir quedando en el olvido, cada vez tiene mayor atención; y este encuentro no deja de ser un ejemplo más de este fenómeno.

¿Cuál es la razón central, creo yo, de esta cuestión? Durante muchas décadas, sobre todo en los años 50 y 60, se consolidó una especie de discurso tranquilizador en torno de los estudios del Holocausto. ¿Que se decía? Se decía que los 6 millones de judíos, los campos de exterminio, los fusilamientos masivos, habían sido la obra de un puñado de dirigentes encabezado por Adolf Hitler, psicópatas, locos, que se habían salido con la suya; y entonces, cancelado este paréntesis de locura de este centenar de dirigentes la humanidad y la civilización iba a continuar como si nada hubiera ocurrido.

Los estudios históricos, sociológicos, psicológicos, sobre Auschwitz, de las últimas décadas nos han traído malas noticias: el Holocausto, la Shoá, las 6 millones de víctimas, este crimen masivo en una escala imposible de concebir, fue producto de la participación activa, dolosa, intencional, de cientos de miles de autores… cientos de miles de autores.

Y no solamente miembros de la fuerza de seguridad o miembros de las Fuerzas Armadas del Ejército alemán o austriaco, o de los restantes ejércitos Aliados del Eje (del Tercer Reich), sino también miles y miles de funcionarios, empleados administrativos, oficiales de aduanas, trabajadores de ferrocarriles, empleados de fronteras, burócratas en todos los ministerios, profesionales, médicos, abogados, ingenieros, arquitectos, químicos…; cientos de miles de autores, cientos de miles de personas comunes y corrientes, cultos, educados, europeos, que bajo esas circunstancias se convirtieron en genocidas; porque todos ellos realizaron un aporte al Holocausto perfectamente conscientes de lo que estaba sucediendo.

Esta es la cuestión central que obsesiona a Occidente. Esto es… digamos, la pregunta que obsesiona a Occidente es: ¿Cómo pudo haber sido posible Auschwitz en estos términos? Y esto es entonces lo que ha llevado a profundizar los estudios en Sociología, en Filosofía, en Derecho, en Psicología y en prácticamente todas las Ciencias Sociales.

Yo creo que desde este punto de vista es fundamental comenzar por el principio. ¿Qué sabemos, por ejemplo en la América Latina, acerca del Holocausto? Alguien pudo haber leído una novela o un testimonio de un sobreviviente, o haber visto una película: La lista de Schindler, El Pianista, etc.; pero lo cierto es que tenemos que reconocer que incluso en ámbitos académicos o en ámbitos profesionales, sabemos muy poco acerca del Holocausto.

Por ejemplo: ¿Cómo es que se llega a esa cifra de 6 millones de víctimas? ¿Cómo es que son asesinados los 6 millones de judíos? Hoy lo sabemos, hoy lo sabemos con detalle:

Se calcula, aproximadamente un millón de ellos perecieron en miles y miles de guetos y campos de concentración y de trabajo esclavo, que levantó el imperio nazi en toda la extensión de su territorio (de territorio conquistado); especialmente en el gueto de Varsovia o en el gueto de Łódź o en el gueto de Cracovia.

Luego tenemos una cifra aproximada de un millón y medio de hombres, mujeres, niños, ancianos: asesinados por fusilamientos en lo que era la Unión Soviética, en lo que fue el Frente Oriental, entre 1941 y 1944 aproximadamente.

Y sí, tenemos tres millones y medio de víctimas judías, asesinadas en los seis complejos de cámaras de gas que se erigieron en lo que hoy es el territorio Polaco: Heilbron, cerca de Łódź; Belzec y Sobibor en la zona de Lublin; Treblinka a cincuenta kilómetros de Varsovia, Auschwitz-Birkenau y Majdanek.

En los estudios de… en castellano, tenemos algunas dificultades para acceder a estos contenidos históricos. Hay mucha literatura en inglés y en otros idiomas. Los estudios sobre el Holocausto en castellano están un poco atrasados, no tenemos muchos materiales. Tenemos grandes tratados, como el gran trabajo de Raúl Gilbert: La destrucción de los judíos europeos; o el gran tratado también sobre El Holocausto, de Saul Friedländer; El Tercer Reich y los judíos; que han sido traducidos. Pero son obras inmensas, son obras realmente muy profundas, muy extensas.

Al mismo tiempo hay una cuestión importante también, para acometer en términos históricos sobre lo que fue la Shoá. Yo creo que el estudio, los estudios históricos sobre lo que fue la Shoá, tienen que descansar sobre tres ejes: el primero, sin lugar a dudas, es los estudios del Holocausto de estos grandes historiadores; pero con esto no pareciera que fuera suficiente para intentar comprender la lógica de los hechos. Hay que también echar una mirada profunda sobre la lógica de funcionamiento de los perpetradores, es decir, la forma en la cual Adolf Hitler y el régimen nazi —especialmente su cuerpo de seguridad del Estado, las SS—, llevaron adelante el proceso de destrucción de los judíos europeos, sobre lo cual también hay muchísima literatura.

Y el tercer eje fundamental es la Segunda Guerra Mundial; es decir, hay que también tener en cuenta las alternativas que se fueron sucediendo en la guerra en Europa entre 1939 y 1945; especialmente la confrontación entre la Alemania nazi y la Unión Soviética de Stalin, algo que seguramente aquí los miembros oficiales de la Fuerzas Armadas habrán visto con mayor detenimiento.

Bien, en esta aproximación a los contenidos históricos de la Shoá quisiera hacer alguna mención o alguna referencia a los aportes de los juristas de los ámbitos académicos del Derecho y también de los tribunales de justicia; porque hoy sabemos, sin lugar a dudas, de que también desde el Derecho y desde los tribunales de justicia se realizaron aportes a la consolidación del régimen nazi, que luego iba a desembocar en lo que se conoció como “la solución final”.

En ese sentido hay, por lo menos, un hito inevitable en esta disertación. En septiembre de 1935 el Reichstag, es decir, el Parlamento alemán, completamente nazificado, sanciona una de las leyes más vergonzosas en la historia del Derecho; me estoy refiriendo a las llamadas Leyes de Núremberg, por las cuales en el Estado alemán se establecieron dos categorías de ciudadanos: Ciudadanos de primera, que eran los miembros del pueblo ario, y ciudadanos de segunda categoría o súbditos del Reich alemán, que eran los “no arios”. ¿Quiénes eran los “no arios” en ese momento en Alemania? Los judíos alemanes.

Esta legislación establecía prohibiciones, preocupados por la pureza racial; prohibiciones de detener casamientos entre arios y no arios; prohibiciones de tener relaciones sexuales, y se les privaba a los judíos alemanes de los derechos electorales, políticos, etc.

Esta legislación que, insisto, estableció ciudadanos de segunda categoría, fue seguida de una cantidad interminable de leyes, decretos, reglamentos, que sobre la base de las Leyes de Núremberg llevaba adelante una persecución y una discriminación exasperante contra los judíos alemanes, y luego judíos austríacos a partir de marzo de 1938.

Los judíos en el Reich fueron no solamente privados de sus derechos políticos sino también se les expropiaron sus empresas, sus comercios; se les prohibió realizar sus actividades profesionales y se les…, prácticamente se les expulsó o se les instigó a que abandonaran el territorio del Reich.

En ese contexto, hubo cientos de juristas, de académicos, y los que en ese momento eran los jueces y fiscales de los tribunales en la Alemania nazi, que avalaron, acompañaron (y muchas veces incluso con fervor) la producción de estas leyes discriminatorias aberrantes.

Entre ellos, por ejemplo, Carl Schmitt, un muy conocido y famoso profesor de Derecho Político Constitucional de la Universidad de Berlín; o Edmund Mezger, uno de los más importantes penalistas alemanes del momento; o Rudolf Jugert, un profesor también de Derecho Constitucional y Derecho Civil, y de obligaciones de la Universidad de Kiel. Muchísimos abogados y juristas acompañaron la consolidación del Estado autoritario, y luego totalitario, en la Alemania nazi.

Y voy a dar un pequeño ejemplo de a dónde llegaron, lo lejos que llegaron los tribunales de justicia nazi en avalar la ideología autoritaria del régimen nazi.

La noche del 8 al 9 de noviembre de 1938, se produjo un episodio terrible para la comunidad judía de Alemania y de Austria, conocido como el pogromo de la Noche de los Cristales. Las SS y las bandas armadas y paramilitares del régimen nazi, coordinadamente destruyeron todos los negocios de judíos de todas las ciudades de Alemania y de Austria; y especialmente pusieron bajo fuego todas las instituciones culturales y las sinagogas y templos religiosos, muchos de ellos centenarios. En todas las ciudades, grandes, medianas y pequeñas. La Noche de Cristales Rotos.

Al día siguiente, el 9 de noviembre de 1938, un sacerdote católico preboste de la Catedral de Santa Eduviges en Berlín, un hombre muy importante de la iglesia católica de Berlín, dio misa (como todos los domingos), y en su sermón (frente a un público, a una cantidad de público más o menos como esta), en la Berlín de plena Alemania nazi, dijo lo siguiente en una parte de su sermón: “Aquí a 100 metros (dijo el padre Bernhard Lichtenberg), aquí a 100 metros hay un edificio ardiendo; ese edificio que está ardiendo también es una casa de Dios. Y se trata, por lo tanto, de un acto incalificable, un acto bárbaro, que debemos condenar; y pido que elevemos una plegaria por nuestros hermanos judíos que están sufriendo, y que están siendo perseguidos y encarcelados en este momento”.

Por este sermón y muchos otros muy valientes, que dio el padre Lichtenberg, cuyos restos pueden visitarse hoy en día… Yo estuve hace un mes ahí en la Catedral Santa Eduviges en Berlín. Por este sermón y muchos otros, y por su valiente enfrentamiento contra la barbarie nazi, un Tribunal de Justicia de Berlín condenó al padre Lichtenberg a dos años de prisión por el delito de abuso de predicación.

Padre Lichtenberg fue preso. Cuando cumplió la condena, se presentó la Gestapo en el penal y le negó la libertad, porque el oficial de la Gestapo le dijo al padre Lichtenberg: “Usted va a recuperar la libertad si deja de predicar”. El padre Lichtenberg dijo: “Yo puedo hacer muchas cosas pero eso nunca voy a dejar de hacerlo”. —“Entonces va a tener que acompañarnos”. Y lo condujeron al campo de concentración de Dachau, cerca de Múnich. En el trayecto el padre Lichtenberg debilitado, enfermo, muy triste, murió.

Bien, traje este ejemplo (que a mí me honra como católico), traigo este ejemplo para demostrar lo lejos que llegaron los tribunales de justicia durante el periodo nazi, junto con la academia, junto con los juristas, en avalar, si se quiere (como dijo algún autor), en “pavimentar” el camino que llevó a Auschwitz.

(Y con esto ya no me queda mas tiempo, voy a ir redondeando con algunas conclusiones).

Si hay algo que podemos aprender, de lo que fue la Shoá y de todos los genocidios que vinieron después…; del caso de la ex Yugoslavia, del caso de Ruanda; es que no hay genocidio si previamente no está la instalación – no se da la instalación, de discursos del odio.

Siempre, inexorablemente, se llega a la perpetración de un genocidio porque previamente se instalaron, sobre todo desde el Estado, discursos del odio, discursos que proponen diferenciar a los seres humanos, discursos que buscan discriminar, que buscan deshumanizar a un sector de la población diciendo que son seres inferiores, que son enemigos, que son irreconciliables, que son extraños a la comunidad, que son subversivos; más allá de los rótulos; pero siempre hay discursos del odio. De lo cual, por supuesto, la Shoá fue un ejemplo paradigmático; no sólo es en mi país también, padecimos estos discursos del odio, que desembocaron también en la página más negra de nuestra historia, que fue lo ocurrido en la última dictadura militar, entre 1976 y 1983.

Entonces, mi humilde aporte esta jornada de… en donde estamos tratando este tema, que me parece que no hay tema más importante para abordar. Mi humilde aporte: ¿Queremos prevenir los genocidios? Empecemos por estar alertas en la sociedad civil, en las fuerzas armadas, en las fuerzas de seguridad; estemos alertas con la germinación de los discursos del odio.

Si nosotros logramos, si nosotros lográsemos como sociedades, como sociedades abiertas, democráticas, si lográsemos neutralizar los discursos del odio, vamos a prevenir futuros genocidios.

Para ello, yo creo que la principal herramienta (y lo dice un magistrado penal), para mí no es la herramienta…, el camino no es la represión o el castigo; en todo caso es una alternativa secundaria.

La herramienta fundamental —y aquí me sumo a lo que dijo el doctor Álvarez Miranda, Decano de esta casa de estudios—, la principal herramienta es la educación. La educación es, por supuesto, como dijo el Decano, el motor del desarrollo de nuestras naciones; pero además, la educación es el escudo fundamental para evitar que en futuro se produzcan nuevos genocidios.

Si nosotros construimos ciudadanía democrática, libre y abierta en nuestros compatriotas, los discursos del odio no van a poder ser sembrados: van a caer en terreno muerto. Yo creo que esta es la estrategia fundamental para lograr los cometidos que compartimos con la Embajada Mundial de Activistas por la Paz: una sociedad más justa, libre, en paz, en donde todos nos vemos como una gran familia humana”.

Scroll al inicio