“El apartamento (The Flat)” (2012), de Arnon Goldfinger (Israel – Alemania)

FILMOTECA, CON DANIELA ROSENFELD –

Premios: Academia de Cine Israelí, Mejor Documental. Festival de Cine de Jerusalén, Mejor Dirección. Bavarian Film Award, Mejor Documental. Festival de Tribeca, Mejor Montaje.

A comienzos de los años 30, dos matrimonios alemanes viajan a Palestina. Uno, los Tuchler, eran judíos; el marido del otro matrimonio, los Von Midelstein, fue antecesor de Eichmann en la Oficina de Asuntos Judíos del Reich, miembro del aparato de propaganda nazi y periodista ocasional. El Barón Von Mildenstein escribió un articulo para un diario nazi sobre el viaje: “A nazi travels to Palestine” (Un nazi viaja a Palestina). Los dos hombres eran sionistas, aunque por diferentes razones. Von Mildenstein creía firmemente que alentar a los judíos alemanes a emigrar a Palestina era la mejor solución al “problema judío” y utilizó su posición en el partido para intentar convencer a Hitler y a Goebbels de lo acertado de esta “solución”.
El apartamento que da título al documental, es el piso de la abuela de Goldfinger en Tel Aviv, la Sra. Tuchler que acaba de fallecer. Entre las miles de cartas, ropa, antigüedades, libros y recuerdos de su vida en Israel, la familia encuentra una moneda conmemorativa que lleva la esvástica en una cara y la estrella de David en la otra. Este extraño objeto desencadena una búsqueda casi detectivesca que llevará al director hasta un suburbio alemán de ensueño y a la hija de Von Mildenstein. The Flat es un documental fascinante sobre los secretos de familia, y una clara evidencia de que la segunda generación no quiere saber si son hijos de asesinos o de víctimas. Es la tercera la que investiga, la que pregunta, la que quiere saber, por muy dura que sea la respuesta. Una generación que se verá obligada a revelar sus descubrimientos, incluso a aquellos que no quieren conocerlos.
Goldfinger nos va situando: sus abuelos salieron de Alemania y fueron a vivir a ese piso de Tel Aviv. Por la decoración podría decirse que trata de un piso en pleno Berlín. Nos cuenta que su abuela nunca dejó de hablar alemán y que incluso no quiso aprender hebreo. Las persianas (que tienen un papel protagonista en el film) siempre estaban bajadas, dejando el piso en penumbras, como en la Alemania de la época. Cuando el director encuentra el nombre de su abuelo en periódicos nazis junto el nombre del Barón von Mildenstein, su deseo de seguir investigando le mostrará la cruda realidad: su abuelo acompañó a Palestina al barón, mostrándole todos “los secretos” de la cultura y a la vez descubre el turbio pasado de Von Mildenstein: citado por Eichmann durante su juicio en Israel como su mentor (se incluyen imágenes de archivo que así lo demuestran), el barón fue uno de los máximos responsables de la expulsión de los judíos.
Aquí comienzan las preguntas: ¿cómo un alto cargo de las SS tenía como mejor amigo a un judío? Esta amistad, ¿fue tal, o sólo una forma de aferrarse al pasado por parte de sus abuelos? El director consigue transformar la historia de sus abuelos en la historia de los judíos alemanes, sus dudas, sus convicciones, sus miedos y sus deseos.
Pero, en realidad, no es la historia de von Mildenstein ni la de los abuelos lo mas relevante del documental: la intención de Goldfinger es mostrar la pasividad de la familia ante el pasado y la necesidad de movilizarse para que la historia no vuelva a repetirse. El propio Goldfinger empieza y acaba el film recriminándose el no haber hablado más con su abuela; y su madre, visiblemente afectada por los descubrimientos de su hijo sobre su familia, a los que no da importancia al inicio, refugiándose en que ella nunca preguntó porque no le interesaba y que lo importante es vivir el presente, revelando en realidad una necesidad básica de autodefensa: evitar el sufrimiento. Una necesidad que también vemos claramente manifestada en Edda, la hija de von Mildenstein. Pero Goldfinger destaca que se puede evolucionar, y que únicamente conociendo el pasado se puede sobrellevar mejor el presente y el futuro.
Cabe destacar el acertado ritmo que Goldfinger ha conseguido darle al documental (más sabiendo que estuvo investigando y recopilando material durante algo más de cinco años), sin caer en obviedades y combinando humor y desconcierto a partes iguales. Un sorprendente documental que juzga a todos por igual y con una conclusión clara: es nuestra responsabilidad conseguir que la verdad salga a la luz, aunque sea dolorosa para todos y a pesar de las consecuencias.

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