“El cero y el infinito” de Arthur Koestler

CARTAS DE BABEL – Arthur Koestler fue periodista e historiador,  controvertido, extravagante y genial. Albert Einstein dijo de él: “Dios lo sabe todo; ¡Koestler lo sabe todo…mejor!”. Su rasgo característico fue su apasionamiento, tanto personal como intelectual. Integro en grado sumo, no mintió, no fingió, no engañó, no se anduvo con rodeos. Intelectual honesto y atípico, revolucionario y activista político, fue hombre de acción. Considerado apóstata por la izquierda y de izquierdas por la derecha, en realidad compartía algo de cada uno de ellos, declarándose independiente de grupos y partidos. Koestler, considerado como una especie de libro de historia viviente, fue fundador de la Primera Asociación en defensa del derecho a una muerte voluntaria y digna que incluía la eutanasia y el suicidio.

Fue el único periodista invitado para viajar en el dirigible Zeppelín Graf hacia el polo norte, retransmitiendo la experiencia mediante la telefonía sin hilos. Totalmente laico, tenía un sentido judío de la justicia. Se le podría definir como humanista, aunque no pacifista. Siempre defendió la independencia del Estado de Israel, aunque hubo de sufrir la amarga ironía de que le tacharan de anti sionista.

Arthur Koestler nació en 1905 en Budapest (entonces, Imperio Austro Húngaro) .Finalizada la Primera Guerra Mundial, se traslada a vivir a Viena donde inicia estudios de ingeniería que no finalizó. Emigró a la Palestina del Mandato Británico en compañía de un grupo sionista, no consiguiendo integrarse en el kibutz en el que se instalaron. Retornó a Europa y comenzó sus tareas como periodista. Se afilió al partido comunista en 1930, partido que posteriormente abandonó. Al poco tiempo es nombrado corresponsal del Grupo Editorial Ullstein Verlag en Moscú y viajó por toda la Unión Soviética.

Defraudado por su experiencia en la Rusia de Stalin, logró ser enviado a Paris, convirtiéndose en el autor anticomunista más incisivo del mundo. En 1936, y como periodista en la Guerra Civil española, escribió desde uno y otro bando. Fue detenido en Málaga por el ejército franquista y condenado a muerte. Sobrevivió, al ser canjeado por una prisionera de la República (concretamente por la mujer del Capitán Haya). Se refugió en Inglaterra, no sin antes, ser retenido en una cárcel británica por carecer de documentación. Tras la ocupación alemana de Francia, fue enviado a dos campos de concentración de los que consiguió fugarse. Se alistó en la Legión Extranjera, marchando a África.

En “El cero y el infinito “, ambientada en las purgas estalinistas de los años 30 del siglo XX, se transparenta la idea de que Stalin no perseguía matar al individuo sino su pensamiento y, como el fin justifica los medios, tal circunstancia obligaba a matar al individuo, no sin antes conseguir de éste que se auto acusara de crímenes (aunque no los hubiera cometido) justificando de ese modo la sentencia.

Koestler afirmó la propensión del comunismo a devorar a sus propios hijos. Desde dentro del Partido, contó el fracaso de la Revolución rusa y de la Unión Soviética de Stalin, atribuyéndolo a la propia doctrina. Llegó a la conclusión de que el comunismo y el fascismo, tienen grandes parecidos. Esta obra se considera como una de las novelas cumbre del siglo pasado. La primera edición de 1941 pasó inadvertida por el fragor de la Segunda Guerra Mundial. Fue en el 45, en su segunda edición, cuando tuvo un éxito rotundo; Arthur se hizo famoso y rico. Actualmente “El cero y el infinito” sigue publicándose y apareciendo en las listas de las mejores novelas del siglo XX.

Arthur Koestler, el renegado más célebre del siglo XX, fue contundente con sus críticas sobre la política británica, francesa y estadounidense. Se apasionó por el mundo espiritual e ideológico, navegando en distintas direcciones, aunque de todas ellas salió defraudado. Promocionó la parapsicología e incluso llegó a comprarse una máquina (compleja y carísima) capaz de medir el peso de los cuerpos en estado de levitación. Tras sufrir Parkinson y leucemia, le encontraron muerto por sobredosis de barbitúricos, sentado en un sillón del salón de su casa de Londres, con una copa en la mano. Su tercera mujer (20 años más joven), se suicidó con él.

Lectura de un extracto de “El cero y el infinito”

Texto y locución:  Concha Gómez y Carlos Álvarez Vara

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