El comercio de esclavos y otras actividades profesionales y económicas en el Brasil colonial holandés

LOS PASOS DE SEFARAD EN EL NUEVO MUNDO, CON DAVID ROSENTHAL – Los esclavos negros sólo podían ser traídos a Brasil desde África por la Compañía de las Indias Occidentales, que organizaba su venta en remates públicos. Su precio dependía, naturalmente, de su estado de salud y de su edad. En el período en que numerosos dueños de plantaciones se vieron obligados a abandonar sus tierras, al comenzar la rebelión luso-brasilera, el comercio de esclavos sufrió notables alteraciones. El plazo, de algunos meses, que solía aplicarse a su venta, fue aumentando progresivamente, con lo que el comprador debía pagar un subido interés mensual. Esto significaba, a veces, que un esclavo comprado al contado sólo valía algo más de 100 florines, mientras que otro, vendido a seis meses de plazo, obligaba a un desembolso de 250 florines; por tal motivo, el Conde van Nassau y el Consejo tuvieron que aceptar el pago de la deuda en azúcar, en lugar de dinero. Asimismo, el cobro de impuestos fue entregado a particulares en el Brasil holandés, los que debían pagar al gobierno sumas de dinero estipuladas por éstos. Por supuesto, la inversión era recuperada con creces gracias a la cobranza que se hacía posteriormente. Más del 60% del valor cobrado por impuestos fiscales correspondía a sumas recogidas por judíos, tal como se puede observar en las estadísticas de 1636 a 1645. 

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