LA PALABRA – Este lunes Israel conmemora Yom Hashoá Vehagburá. A diferencia del recuerdo instituido por Naciones Unidas el 27 de enero (fecha en 1945 en que el ejército ruso ENTRÓ en el campamento de exterminio de Auschwitz, no lo LIBERÓ, ya que los nazis lo habían abandonado ya, llevándose a la mayor parte de sus prisioneros en una Marcha de la Muerte, como escudos humanos en su retirada), en hebreo ese día se define como Día del Holocausto y la Valentía, en honor a los resistentes que se levantaron contra el ejército nazi el 19 de abril de 1943 en el gueto de Varsovia. En aquel año la fecha coincidía (no por casualidad) con la primera noche de Pésaj, y su relato legendario y libertario inspiró la lucha y rebelión en condiciones de absoluta desigualdad frente al opresor, sin ninguna posibilidad de victoria militar aunque sí moral. Fue la primera vez que un grupo de resistentes civiles se enfrentaba a los ejércitos del Reich y sirvió de ejemplo a otros, como la Insurrección Nacional Eslovaca del año siguiente.
Al parecer, la ONU no vio con buenos ojos ligar el concepto del Holocausto al de la resistencia, ya que la lucha en Varsovia (como en la mayoría de grupos partisanos judíos) estaba liderada por jóvenes sionistas, cuya causa continuaron los supervivientes en las guerras que Israel se vio obligado a librar desde su independencia en 1948. También vieron la oportunidad de “universalizar” la Shoá, no sólo recordando a los otros colectivos masacrados o encarcelados en los campos nazis (gitanos, homosexuales, deficientes físicos y mentales, republicanos y presos políticos, etc.), sino haciendo extensivo el recuerdo a todas las víctimas de los crímenes contra la humanidad, de todas las épocas, etnias y latitudes.
Esa “universalización”, ¿no es una manera de relativizar su “especificidad” antijudía? Evitar mencionar el papel de la resistencia activa judía, ¿no esconde una excusa ante la flagrante inacción de los Aliados, informados como lo estaban desde 1942 acerca de lo que realmente pasaba en los campos de exterminio? Pese a ello, para muchos, el mero hecho de que exista una fecha tal en el calendario de las Naciones Unidas es un gran logro.
A mí, me recuerda el dilema ugandés. En 1903, el Sexto Congreso Sionista en Basilea se vio sorprendido cuando su presidente, Theodor Herzl, leyó la propuesta del gobierno británico de establecer un hogar nacional para los judíos… en Uganda. Eran tiempos de masacres, como los pogromos de Kishinev, que reclamaban una solución urgente para los judíos. Sin embargo, fueron justamente los representantes de esta ciudad, como Meir Dizengoff, los que rechazaron el plan, quien señaló que lo que los judíos necesitaban era una patria, no un refugio temporario. De modo análogo, lo que conmemoramos estos días, más allá del horror, es el resplandor de la resistencia a convertirnos en objetos anónimos de la deshumanización. Eso es Hagburá, la valentía del título de esta fecha y que ha sido sutilmente omitida en otras conmemoraciones “a la ugandesa”, refugios temporales pero no una patria para el recuerdo de sus víctimas.
Jorge Rozemblum
Director de Radio Sefarad