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‎20 Heshvan 5785 | ‎21/11/2024

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“El Dr. Jeckill y Mr. Hyde”, producida por Adolph Zukor (1920)

“El Dr. Jeckill y Mr. Hyde”, producida por Adolph Zukor (1920)

SHÉKET: JUDÍOS EN EL CINE MUDO, CON MIGUEL PÉREZ –

El desarrollo del cine no hubiera sido posible sin la figura de los grandes productores de origen judío que fundaron los pilares de Hollywood. Tan importantes como directores de la talla de Einsenstein, Fritz Lang o Robert Wiene fueron Carl Laemmlen, creador de los estudios Universal, Louis B. Mayer (Metro Goldwyn Mayer) o Adolph Zukor, fundador de la Paramount, un hombre que llegó con 16 años en Estados Unidos y se convirtió en el genial inventor de algunos de los patrones que se han mantenido vigentes en el cine hasta la actualidad.

Zukor falleció en 1976 en Los Ángeles, ciudad donde decidió establecer desde muy pronto su residencia definitiva como magnate de la industria cinematográfica. Tenía 103 años de edad y toda la historia del cine en su corazón. Nacido en un pueblo de Hungría llamado Ricse, llegó a Estados Unidos en 1889. Tuvo que buscarse la vida. Fue comercial y empleado en una peletería. Por poco tiempo. En su camino se cruzó el naciente séptimo arte y quiso probar fortuna, al igual que tantos otros jóvenes de la época fascinados, sí, es cierto, por sus posibilidades de negocio, pero sobre todo por un intenso deseo de adentrarse en un territorio nuevo, inexplorado… fantástico. El comienzo no fue sencillo. Zukor iba de feria en feria exhibiendo rudimentarias películas que, sin embargo, causaban furor por la novedad. De ahí se produjo el salto a las salas de proyección y más tarde a la producción. Al fin y al cabo, ¿por qué limitarse a proyectar las películas de otros productores cuando uno mismo podía producirlas y distribuirlas para que otros las exhibieran? Y, sobre todo, ¿por qué no dar rienda suelta a las ideas propias cuando las que mueven la industria no te satisfacen?

La Paramount se fundó en 1924, aunque ya antes Zukor sometió a diferentes revoluciones al mundo del cine mudo, convencido de que aquél era únicamente un primer peldaño y había que avanzar en los métodos. El primero de ellos, la duración de los filmes. Zukor se dio cuenta de que el cine era realmente un arte, causaba fascinación y el público demandaba más y más metraje. Ya no se trataba tampoco de un fenómeno experimental. Se trataba de una industria y como tal había que gestionarla. Las historias necesitaban además su desarrollo, con sus correspondientes precedentes, nudo y desenlace, guiones cada vez de mayor enjundia que requerían películas largas. Hoy en día, tal hecho puede parecer anecdótico, pero a principios del siglo XX obligaba a variar muchos patrones de dirección, guionización y producción. Por cierto, aquella novedosa práctica de Zukor se mantiene cíclica: mientras en los años 60, 70 y 80, se consideraba que un metraje normal de un filme rondaba los 90 minutos, las exigencias de los blockbusters del siglo XXI como espectáculo visual han elevado su duración hasta un promedio de dos horas.

Entre las cualidades de Zukor figuraba también la de saber trabajar con grandes estrellas. De hecho, su primera gran producción fue ‘ La reina Isabel’, con Sarah Bernhadt . El productor sabía a la perfección que un actor o una actriz famosos suponían un valor añadido, de modo que las cuidaba y reclutaba para la plantilla de Paramount. Así surgió por ejemplo ‘El Dr. Jekyll y Mr. Hyde’, una dinámica cinta de terror que reunía a algunos de los mejores genios del cine mudo. Contaba con John Barrymore como cabeza de cartel. El filme, de 1920, aprovechaba también la novela homónima de Robert L. Stevenson, lo cual evidentemente garantizaba la solidez de la historia. Por si fuera insuficiente, la réplica femenina quedaba en manos de Martha Mansfield, actriz neoyorquina de vida efímera (murió fatalmente a los 24 años al prenderse fuego el vestido que llevaba en un rodaje), pero en la que desarrolló una intensa faceta como actriz, empezando nada menos que en los espectáculos de Ziegfeld. De nuevo, puede verse el ingenio de Zukor detrás de esta arquitectura fílmica.

Y un último factor: el director. ‘El Dr. Jekyll y Mr. Hyde’, que en España ha pasado a la historia como ‘El hombre y el monstruo’, es un potente cuento de terror, dirigido por John S. Robertson, conocido por una prolífica carrera con títulos como ‘The Phantom of Paris’ y por haber trabajado con estrellas de la talla de Mary Pickford o una jovencísima Shirley Temple. Robertson, de origen canadiense, daría voluntariamente por finalizada su carrera a mediados de los año 20 incómodo con el florecimiento del cine sonoro. Pero dejó joyas como ésta. La lucha interna entre el bien y el mal dentro de la naturaleza humana queda bien resuelta bajo la batuta del realizador, un experto en las tomas directas y en obtener las mejores expresiones de los protagonistas para traslucir sus emociones.

Poco o nada hay que se desconozca de la historia del doctor Jekyll, un investigador empeñado en descubrir el mal que se oculta en todas las personas y capaz de transformarse tras una serie de experimentos en un terrible asesino fuera de su control. Los dos papeles fueron interpretados por John Barrymore, que sorprendió a propios y extraños por su tremenda facilidad para cambiar de personaje sin apenas maquillaje, solo con el control de sus músculos faciales. La réplica de Martha Mansfield como una joven delicada completaba la química entre ambos personajes hasta el punto de que aquella versión de 1920 todavía está considerada hoy como la más lograda en torno al popular y terrorífico mito. Un ejemplo de que Zukor no andaba mal encaminado con sus originales ideas sobre el cine.

Ficha técnica:
Título: ‘El Dr. Jeckyll y Mr. Hyde’
Año. 1920
Director: John S. Robertson
Productor: Adolph Zukor
Guión: Clara S. Beranger, basado en la novela homónima de Robert Louis Stevenson)
Reparto: John Barrymore, Brandon Hurst, Martha Mansfield, Charles Lane, Nita Naldi,Louis Wolheim
Fotografía: Roy Oberbaugh
Duración: 95 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Género: cine mudo. Terror.