“El gato del rabino” (2011), de Joann Sfar y Antoine Delesvaux (Francia)

FILMOTECA, CON DANIELA ROSENFELD – Basada en la serie de comics de Joann Sfar. Premios: Mejor Film de Animación en los Premios César 2012; Nominado a Mejor Film de Animación en los European Film Awards 2011; y Nominado a Mejor Film de Animación en el Annecy International Animated Film Festival 2011

Argel, años 20. El Rabino Sfar vive con su hija Zlabya, un loro parlanchín y un gato irreverente y juguetón que se come al loro y comienza a hablar. El gato está enamorado de su ama Zlabya y es capaz de cualquier cosa con tal de quedarse junto a ella, incluso quiere hacer su Bar Mitzva. El rabino por lo tanto tendrá que enseñarle los fundamentos de la Ley Mosaica. Un día llega una carta en la que le indican al rabino que para mantener su puesto debe realizar una prueba de conocimientos de francés, el gato le acompaña a la prueba y para ayudarlo invoca al eterno; aunque el rabino supera la prueba, el gato pierde como consecuencia su capacidad para hablar. Pronto encontrará un amigo con el que sí podrá volver a hablar, un pintor ruso que aparece en una caja de libros sagrados llegada de Rusia y que busca la Jerusalén de África, una ciudad mítica habitada por judíos negros. El pintor acaba convenciendo al rabino, a su primo el jeque Mohammed Sfar, a un estrafalario soldado zarista y junto al gato emprenden un divertido y accidentado viaje a la mítica ciudad.

En la película “El gato del rabino” Sfar, a través de este singular y divertido personaje inspirado en su propio gato, expone una inteligente crítica de todas y cada una de las religiones. En varias ocasiones ha comentado divertido que ha podido constatar que sus comics anticlericales no sólo no han logrado irritar a nadie, sino que reciben continuamente todos los premios ecuménicos, habidos y por haber. Rodada previamente con actores reales para los personajes humanos y utilizando a su gato para recrear al protagonista -lo que permitió comprobar si el guión y la animación funcionaban en pantalla-, los directores han conseguido una película con más de 1300 planos llenos de magia, humor e ironía. Las discusiones del gato con los rabinos sobre el Talmud, la religión y el origen del mundo son destacables, así como la maravillosa banda sonora original a cargo de Olivier Daviaud.

“El gato del rabino” defiende con irreverencia e inteligencia el libre pensamiento y la tolerancia frente a las supersticiones y la ignorancia. Publicado por primera vez en 2002, los cinco tomos del comic se convirtieron en un gran éxito en Francia. La película concentra el espíritu de la serie.

Es la segunda película dirigida por Sfar. Su opera prima “Gainsbourg, vida de un héroe” (estrenada en España en 2010) es un biopic muy personal del músico francés más provocador de la segunda mitad del siglo XX. Sfar aclara que no le interesan las verdades de Gainsbourg sino sus mentiras, pero la película pone en imágenes muchas de esas verdades.

Joann Sfar es sin lugar a dudas uno de los creadores más talentosos del mundo del comic, un creador incansable y prolífico como pocos. Nació en Niza en el seno de una familia judía con hondas raíces religiosas, de padre ucraniano y madre sefardí: esta herencia familiar ha ejercido una fuerte influencia en su posterior obra como autor. Sfar se reivindica como un heredero de la obra de Hugo Pratt, autor también de origen judío. El pintor que más le ha influenciado es Marc Chagall, a quien le dedicó un libro gráfico “Chagall en Rusia”, y su músico más admirado es Serge Gainsbourg.

Comenzó su carrera hace casi dos décadas trabajando como guionista en la editorial Delcourt, donde demostró un gusto exquisito en la narración y fue parte de la editorial de comics independiente L´Association, que en los noventa marcó el panorama editorial en Europa con obras innovadoras, que tenían mucho de autobiografía. Junto a Trondheim, integrante también de la editorial, Sfar creó la exitosa serie “La mazmorra”, más de treinta libros de fantasía heroica en clave satírica. “La mazmorra” generó todo un fenómeno de culto que cimentó las bases de la posterior carrera de Sfar.

Su herencia judía se refleja constantemente en sus cómics, siempre a través de una línea muy personal, utilizando diálogos de frases breves y un humor sutil y corrosivo. Las series de “Klezmer” y “El gato del rabino” son un buen ejemplo, lo mismo que “Chagall en Rusia”. La gran virtud de Sfar es que combina su gran capacidad plástica de línea clara, un trazo casi apresurado pero muy elegante y colorido, con una gran habilidad para escribir diálogos inteligentes y profundos.

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