SHÉKET: JUDÍOS EN EL CINE MUDO, CON MIGUEL PÉREZ –
‘El herrero’ es un cortometraje de apenas veinte minutos, pero que encierra una significativa importancia en la historia del cine mudo. En primer lugar, porque lo protagoniza Buster Keaton, personaje inolvidable de este universo silente cuya estrella se apagó a medida que se expandió el sonoro. Segundo, porque pone de relieve la prolífica actividad del corto, un subgénero bastante inexplorado pero de vital importancia en el origen de la cinematografía. Y en tercero, porque es la oportunidad de encontrarse con la figura del productor Joseph Michael Schenck, magnate de los estudios United Artists y socio de Twentieth Century Pictures, otro de los ‘padres de la patria’ de Hollywood.
Como Louis B. Mayer, Irving Thalberg o Samuel Goldwyn, tomó los mandos de la industria cuando ésta aún era neonata comercialmente hablando y la condujo hasta su edad de oro. Nació en 1878 en un pueblo de Rusia en el seno de una familia judía que emigró a Nueva York en 1893. Con su hermano Nicholas formaba una pareja empresarial explosiva. Mientras éste encarnaba el rostro más serio y formal de la unión, Joseph era creativo, experto en las relaciones sociales y buen conocedor de los gustos del público. Falleció en 1961, cuando la United Artists era una dinámica factoría de éxitos. A ella se deben series que han quedado grabadas en el imaginario popular como ‘El fugitivo’ y dos franquicias que hoy son historia: las sagas de James Bond y la Pantera Rosa.
Regresando a 1922, cabe decir que las producciones de Schenck fueron el trampolín que necesitaba Buster Keaton para darse a conocer definitivamente. El productor de origen ruso le dio sus primeras oportunidades para dirigir y escribir sus propios cortos. Aquellos rodajes de dos bobinas se convirtieron en la escuela de la que luego surgirían ‘El navegante’ (1924), la magnífica ‘El maquinista de la General’ (1926) o ‘El héroe del río’ (1928), y su pasaporte para la poderosa Metro-Goldwyn-Mayer.
‘El herrero’ y otros cortos hechos por Buster Keaton –rodó una treintena en apenas una década, alternando este formato con los largometrajes– tienen la virtud de sacar al cómico de su rol de personaje simplón. Un perfil que, si bien le sirvió para conectar con su público primerizo, corría el riesgo de encasillarle y quemar su carrera en una industria donde todo se precipitaba con suma rapidez y no cabía el inmovilismo.
También le aleja del artista que encadena gags a base de caídas y bofetadas, el tipo de humor con el que se crío de la mano de su padre en el teatro de vodevil. Los guiones empiezan a ser más sólidos, narran historias consistentes donde entran el humor y el amor y Keaton, como autor, puede permitirse escribir escenas que le sirven de vehículo para mostrar diferentes registros interpretativos. El sentido del gag está mucho más afinado, el humor se torna más irónico y Keaton deja de ser el viejo ‘cara de palo’ para transformarse en un individuo astuto y de ética irreprochable, un héroe moderno.
En este corto, el actor encarna a un ayudante de herrero que debe sustituir a su jefe cuando éste es encarcelado por una pelea. Como es de prever, Keaton hace de las suyas por puro despiste y deja una legión de clientes insatisfechos; todos, menos a Virgina Fox, dueña de un caballo blanco que acude a la herrería y de la que nuestro protagonista se enamora perdidamente. A partir de ahí se suceden los embrollos hasta un final feliz, en el que Keaton obtiene el ‘sí quiero’ de la joven. Pese a que hoy puede parecer un guión de enorme simplicidad, en 1922 resultaba absolutamente fresco y demostraba además la capacidad del cómico para condensar una historia en pocos minutos. Keaton dirigía plenamente centrado en la parte ingeniosa del filme mientras un codirector, Malcolm St. Clair, se ocupaba de la labor más mecánica.
‘El herrero’ tuvo escasas traducciones y no aparece ninguna en castellano, pero tampoco la necesita. Keaton conseguía que sus escenas tuvieran un esquema semántico donde los intertítulos sobraban, como puede comprobrarse en la copia que acompaña este artículo. Bastaba la acción y una gestualidad precisa para entender la historia. Por otro lado, el cómico grabó dos versiones diferentes con finales distintos, una práctica extendida entre algunos artesanos que así averiguaban cúal funcionaba mejor con la audiencia. En este caso, se trata además de una copia cuya propiedad pertenecía al propio Keaton, con más rodajes en exteriores y un final más explicativo y dinámico. Atención porque contiene una de las escenas más repetidas en la historia de los dibujos animados: Keaton introduce el pie en un cambio de vías y se queda atrapado entre dos raíles mientras el tren se acerca a toda velocidad. El final queda para el visionado, aunque se puede avanzar una pista: Keaton tiene mejor suerte que el Coyote del Correcaminos.
Ficha técnica
Título. “El herrero”
Año: 1922
Directores: Buster Keaton y Malcolm St. Clair
Guión: Buster Keaton y Malcolm St. Clair
Reparto: Buster Keaton, Joe Roberts, Virginia Fox.
Nacionalidad: Estados Unidos
Productor: Joseph Michael Schenck
Duración: 22 minutos
Género: cortometraje, comedia.