“El hombre que ríe”, de Paul Leni y Carl Laemmle (1928)

SHÉKET: JUDÍOS EN EL CINE MUDO, CON MIGUEL PÉREZ –

‘El hombre que ríe’ fue una película filmada en 1928 durante los últimos años del cine mudo. En 1927 se había estrenado ya ‘The Jazz Singer’, considerada oficialmente la primera obra sonora de la industria aunque no deja de ser cierto que desde 1923 circulaban filmes donde se experimentaba con el sonido y la imagen sincronizada. Dos años después, en 1930, Josef Von Sternberg proyectaría ‘El ángel azul’, con Marlene Dietrich de protagonista y un sonido ya perfectamente establecido, certificando la nueva era del celuloide. Este lustro marcó también, poco a poco, el camino de salida a numerosas estrellas del cine mudo –y a no pocos directores–, sobrepasadas por un nuevo modo de rodar y entender las películas donde las palabras adquirían más valor que los gestos.

Pero antes de ese declive, Paul Leni regaló a los cinéfilos una película estilizada, elegante como pocas y precursora de ese estilo entre el terror y el cine negro que más tarde popularizaron la Universal o la Hammer británica. Aunque ‘El hombre que ríe’ es, sobre todo, un drama. Sucede en el siglo XVII. Un noble desplanta al rey Jacobo II de Inglaterra, que, como respuesta, ordena su asesinato y la mutilación del rostro de su hijo, Gwynplaine, con el fin de que recuerde siempre la afrenta de su progenitor. En un prodigio del proceso de maquillaje para la época, Gwynplaine quedará deformado con una sonrisa perenne. Un monstruo para exhibir. Pero en su camino conocerá a una joven ciega. Ambos se enamoran, pero de nuevo el drama espera a Gwynplaine cuando la reina descubre su noviazgo. En definitiva, toda una tragedia romántica que se enfoca desde una sutil perspectiva oscurantista.

En el filme todo encaja como un engranaje perfecto, aunque es preciso destacar la interpretación magistral de Conrad Veidt. Sorprendente. El actor, que consolidó su fama encarnando al doctor Caligari, realiza un auténtico sobreesfuerzo para mantener su mueca intacta. Logra convencer al público de que es un esclavo de su sonrisa, con todo el peso dramático que ello conlleva y que Veidt resume en una frase ante la Cámara de los Lores: «Un rey me hizo payaso». Como muestra del valor expresivo de su interpretación, cabe señalar que su rosto sirvió de base años más tarde para modelar las características faciales del ‘Joker’, el eterno enemigo de ‘Batman’.

Leni era un director y escenógrafo de renombre en la escuela expresionista alemana. Algunos de sus recursos principales, como una estética propia en la iluminación o la forma de rodar en exteriores, quedan firmementemente expuestos en esta obra. Otros elementos propios del expresionismo, en cambio, muestran una evolución: la gestualidad se atenúa y los decorados pierden las fantásticas perspectivas de los orígenes del movimiento en favor del realismo. En esta época se nota evidentemente el grado de desarrollo que ha alcanzado el cine mudo.

De hecho, ‘El hombre que ríe’, por su peso argumental y el uso de cámara, permite entender que la transición al sonoro pudo ser traumática, pero no radicalmente rupturista desde el punto de vista de la filmación. Este largometraje que versiona una conocida novela de Víctor Hugo adquiere la consistencia de un sólido melodrama y sobresale en una época en la que se producen algunos de los mejores títulos del cine mudo, como si se tratara de un último suspiro atronador antes de la llegada del sonoro. Un gran momento de esplendor que precedió al olvido de un gran número de profesionales del séptimo arte, pero también impulsó a otros como John Ford o el propio Von Sternberg.

Leni no pudo disfrutar plenamente del éxito de su magistral película. Nacido en Alemania en la década de 1880, en 1927 decidió marcharse a Estados Unidos para trabajar con Carl Laemmle, excepcional productor alemán de origen judío que fundó los estudios Universal. Laemmle confió a su director recién llegado importantes proyectos como ’El legado tenebroso’, una película declaradamente pregótica que rodó nada más pisar suelo americano. En 1928 estrenó ‘El hombre que ríe’ –donde aparece también la forma de entender el cine de distracción de Carl Laemmle– y un año más tarde falleció a causa de una infección. Pasarón once años hasta que la imagen del noble desfigurado volvió a resurgir como el ‘Joker’ en el primer cómic del hombre murciélago editado en 1940. Luego, bastante más tarde, llegó Jack Nicholson y Gwynplaine se convirtió para siempre en la versión ácida y criminal del bufón.

Ficha técnica:
Título: ‘The Man Who Laughs’ (El hombre que ríe)
Director: Paul Leni
Guión: J. Grubb Alexander y Walter Anthony en base a una novela de Víctor Hugo.
Reparto: Conrad Veidt, Mary Philbin, Olga Baclanova, Cesare Gravina, Julius Molnar Jr., Brandon Hurst, Stuart Holmes, Sam De Grasse, George Siegmann y Josephine Crowell.
Productor: Carl Laemmle (Universal).
Fotografía: Gilbert Warrenton.
Año: 1928
País: Estados Unidos.
Duración: 110 minutos, en el original.
Género: drama

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