El Madrid judío
LA PALABRA – El 31 de marzo pasado los judíos del mundo rememorábamos uno año más la firma del infame Edicto de Expulsión en 1492, una injusticia que todas las fuerzas políticas del país representadas en su parlamento en junio del año pasado pretendieron reparar con el voto unánime a la Ley de Nacionalidad para Sefardíes. El mismo día, en una acera de la calle que rememora a los voluntarios españoles que combatieron junto a los nazis (Caídos de la División Azul) tuvo lugar un acto con abundante presencia de los medios, por el cual la alcaldesa descubría un monolito en recuerdo del 40º aniversario del Día de la Tierra Palestina. Resulta curiosa la coincidencia y la ignorancia con la que los medios han cubierto la noticia ya que, si bien el 30 de marzo de 1976 tuvieron lugar unas protestas y revueltas que acabaron con la vida de seis personas, poco tuvo que ver aquello con la imagen que actualmente proyecta su recordación.
Por entonces no gobernaba Netanyahu, ni Israel había tenido nunca un gobierno de derechas: el primer ministro era Isaac Rabin (el único israelí que tiene una plazoleta en Madrid, Premio Nobel de la Paz y asesinado por su acercamiento y concesiones a los palestinos). La protesta era por la confiscación de tierras, pero no para la creación de un asentamiento sino para la ampliación de una ciudad (Carmiel) dentro de los límites anteriores a 1967, es decir, no en los territorios en disputa. Por tanto, los que protestaban no eran palestinos de esos territorios, sino árabes israelíes, ciudadanos no judíos que decidieron quedarse en sus tierras durante la Guerra de Independencia, desoyendo a los ejércitos árabes que venían a destruir al país recién declarado por Naciones Unidas y que les recomendaban salir momentáneamente para no sufrir daños colaterales en la triunfal embestida. La cosa no salió como pensaban y los que huyeron se convirtieron en refugiados y en parias de segunda clase sin derechos en los países árabes a los que llegaron.
Las protestas de 1976 por la confiscación de un total de 20 km cuadrados fueron al principio no violentas, pero el entonces partido comunista (Rakaj) intentó capitalizar el descontento y, por primera vez, los manifestantes árabe-israelíes empezaron a lanzar cócteles molotov y piedras sobre la policía. Se pidieron refuerzos al ejército y los enfrentamientos acabaron con seis árabes muertos y varios policías heridos. Sin duda fue un día trágico que a partir de entonces se ha pretendido instrumentalizar como el nacimiento de la “resistencia a la ocupación” pero que es una falacia, a menos que se considere que la propia existencia de Israel es ilegítima y que “ocupa” su propio país. Un dato más: la creación de nuevos barrios y urbanizaciones en Israel ha seguido actuando, confiscando tierras cuando así lo autorizan las leyes, especialmente de kibutzím y moshavím (comunas y granjas comunales) de judíos.
El Día de la Tierra Palestina se ha convertido no en un recuerdo de las víctimas de aquellas algaradas, sino en símbolo y justificación de la “resistencia” armada y violenta, en bandera para generaciones de terroristas. Madrid cuenta ahora con un destacado punto turístico de interés judío a señalar en las guías y planos: en la calle de los nazis, inaugurado el día de recuerdo de su expulsión y como estandarte de falacias que justifiquen los asesinatos de hoy.
Jorge Rozemblum
Director de Radio Sefarad