CON-TEXTO – El tema de los refugiados palestinos es de los más complejos de incorporar en futuros acuerdos entre israelíes y los liderazgos de Palestina. No porque no exista una solución integral, sino porque la demografía de los refugiados ha crecido con el paso del tiempo. Se debe considerar que, a diferencia de otros refugiados, los palestinos reciben esta condición de forma hereditaria de los primeros que fueron denominados bajo esta designación.
Cualquier caso en el mundo de refugiados se legisla basado en el estatuto de la Oficina de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), sin embargo, cuando se generó el estatuto de esta dependencia, los Estados Árabes no participaron, y se consideraría incompatible con su carácter no político incorporarlos, por lo que a finales de los años 40 se creó la Oficina de Socorro y de Trabajos de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), quienes con una normativa propia aparecieron como una medida temporal para solucionar la crisis de los desplazados por el conflicto entre Israel y los árabes, principalmente del territorio de Palestina administrado por el Mandato Británico hasta 1948. De esta forma, este grupo sería diferenciado de los demás debido al hecho de que se esperaba la aplicación de las resoluciones pertinentes de la Asamblea General de las Naciones Unidas, principalmente la 194 (III) del 11 de diciembre de 1948 que indica la necesidad de “repatriar” o “indemnizar” a esos refugiados. También se menciona la Resolución 393 (V) del 2 de diciembre de 1950, donde se habla de su reintegración a la vida económica de Oriente Medio, ya sea por la vía de la “repatriación” o de la “reinstalación” (en ambos casos, nótese el énfasis en la “o” de este aspecto legal).
La condición de refugiado según la normativa de ACNUR se pierde bajo las siguientes circunstancias:
– Adquisición voluntaria de una nueva nacionalidad.
– Si se regresa voluntariamente a su país o territorio de origen.
– Si se ha establecido voluntariamente en otro país y se ha realizado la correspondiente transferencia de responsabilidad.
– Cuando desaparecen las condiciones que motivaron su desplazamiento, es decir cuando han cambiado las circunstancias iniciales por las que se consideró refugiado.
Desde la perspectiva de la UNRWA, los alcances de sus funciones corresponden solamente a las zonas de Cisjordania, partes de Jordania, Siria y el Líbano, y solamente para aquellos que se hayan inscrito ante dicha dependencia y hayan dejado por escrito los nombres de sus familiares directos. Los demás refugiados palestinos ingresan bajo la tutela de la ACNUR y, de adquirir documentos de identidad y de viaje expedido por la administración de países fuera de los alcances de UNRWA, pasan a la categoría de “refugiado apátrida de origen palestino”, y el documento de viaje sirve para el libre viaje por cualquier país excepto el de origen.
A pesar de esto, los palestinos que según la normativa de ACNUR pierden la condición de refugiados mientras estén recibiendo ayuda proveniente de UNRWA, no pierden su estatus, lo que junto con los censos realizados por esta oficina se convierte en parte de los fallos en que incurre dicha dependencia, la cual tiene un presupuesto anual cercano a los $1.000 millones, de los cuales al menos $337 millones están designados para la “adquisición de conocimientos y habilidades”, es decir en educar a las poblaciones refugiadas en Palestina, elemento que será mencionado en el siguiente apartado.
De cómo UNRWA existe para perpetuar el conflicto
Cuando la dependencia para los refugiados palestinos apareció a finales de los los 40 y comenzó su gestión en 1950, su destino era desaparecer. Una vez que se implementaran las resoluciones 194 y 314, el organismo debería desaparecer cediendo el fuerte presupuesto que manejan a otras actividades propiamente de la oficina para los refugiados de Naciones Unidas. Esta oficina de la ONU tiene contratados al menos a 29 mil palestinos en sus oficinas, muchos de los cuales pertenecen a ramas políticas que están en contra de cualquier normalización de relaciones con el Estado de Israel. Los censos realizados por el ente no contemplan la salida de refugiados de las zonas bajo su administración, ni tampoco excluye a aquellos palestinos que se hayan ido de los territorios y adquirido una nueva nacionalidad en zonas de administración directamente de ACNUR.
La Liga Árabe en algún momento emitió una orden de no nacionalizar refugiados palestinos en sus territorios para que estos no perdieran su condición y poder seguir manteniendo latente el reclamo contra Israel. Además, en el caso propiamente de la UNRWA, desde su creación se han visto obligados a no actuar en aquellas actividades que puedan ser interpretadas como una forma de resolver el problema palestino, levantando construcciones sólidas que reemplacen las tiendas de campaña o ubicando a los refugiados en el mercado laboral local, ni tampoco financiar esfuerzos de pequeños empresarios. De esta forma, los recursos seguirían llegando a la dependencia, la ayuda humanitaria otorgada a cuenta gotas (12,8% del presupuesto anual está dedicado a la mejora en la calidad de vida) y acusaciones de desviación de fondos para actividades ilegales como entregar recursos a agrupaciones beligerantes de los territorios palestinos y demás como fue el caso en el 2002 de Nahd Rashid Ahmad Atallah.
Anteriormente se mencionó el caso de $337 millones que son destinados anualmente a la educación palestina. La perpetuidad del conflicto se realiza desde las aulas de UNRWA y su currículo educativo, con libros de primaria y secundaria avalados por las organizaciones palestinas y con alto contenido de odio contra los judíos, actividad que asegurará la perpetuidad del conflicto con las nuevas generaciones.
En un modelo idealista (poco objetivo, la verdad) donde la oficina de ONU para los refugiados palestinos cerrara y sus funciones fueran absorbidas por la dependencia regular de refugiados (ACNUR) y, además, se nivelara el estatus de refugiados como se manejan los demás, los palestinos en esta condición estarían correctamente definidos y la solución a este tópico encontraría una solución pronta, dado que comenzaría una carrera contra el tiempo para regularizar la ubicación en el territorio a centenares de familias que aún entran bajo el parámetro UNRWA que perpetúa y acrecienta la condición palestina de refugiado.
¿Hacia dónde se debe dar el retorno de los refugiados palestinos?
La negativa en su momento de la Liga Árabe de otorgar a los refugiados palestinos una nacionalidad alternativa o, al menos, condiciones de vida adecuadas para su desarrollo como individuos, extendió durante años los focos de miseria en los cuales las poblaciones palestinas se encontraron, mientras estuvieron bajo la tutela de sus propios “hermanos”; por ejemplo, en Líbano, Irak o Egipto, donde se les privaba de ciertas categorías de trabajos, carreras universitarias y hasta condiciones de irregularidad dentro del territorio donde eran vistos como “ilegales”.
Sumado a lo anterior, se encuentra la negativa de los liderazgos palestinos también de aprobar las propuestas de paz que aseguren el retorno de los refugiados hacia el territorio del futuro Estado Palestino y renunciar a cualquier exigencia de retornar a lo que hoy es el Estado de Israel, esto apegado a las resoluciones 194 y 393 que condiciona la posibilidad de indemnizar a quienes por algún motivo no puedan regresar y además de reinstalarlos en una zona negociada entre ambas partes.
Además, como la condición de refugiado palestino se puede heredar entre familiares directos (situación única en la legislación sobre refugiados), el número de refugiados bajo los parámetros de UNRWA en la actualidad es mucho mayor a las 750 mil personas iniciales del conflicto en 1948. Y contemplando los desplazamientos de las posteriores guerras (principalmente la de 1967) y “herederos” de la condición, al año 2014 se estimaba en 5,1 millones los refugiados palestinos registrados en las oficinas de UNRWA.
Por lo tanto, la respuesta sencilla de hacia dónde deben regresar los refugiados “palestinos” es hacia Palestina, es decir la extensión de tierra sobrante de la resolución 181 del año 1947, porque ningún país podría absorber la cantidad de refugiados actuales que dicen ser los palestinos contemplando la serie de circunstancias que han pasado en casi siete décadas de conflicto entre las partes.
A pesar de los reclamos generales y siendo objetivos, se trata de población con una posición hostil en su mayoría que no está dispuesta a convivir en paz con sus vecinos bajo administración de un gobierno no árabe, recibiendo una indemnización por la pérdida de sus propiedades. Quizás en estudiados casos dentro de territorio israelí se pueda absorber una pequeña cantidad de refugiados y hacerlos parte de la sociedad que ya habita en el país, como ocurrió con muchos residentes de la parte anexada en 1967 que recibieron la nacionalidad israelí.
La solución parece sencilla, pero no lo son los reclamos intransigentes del liderazgo palestino para no permitir una propuesta alternativa que no incluya el interés de movilizar gran cantidad de refugiados a una eventual invasión pasiva de los territorios que hoy administra Israel. Es junto con el estatus final de Jerusalén, dos de los temas más complejos de llegar a un acuerdo que sea beneficioso para ambas partes.
Hablar de la intransigencia y beligerancia de los liderazgos palestinos no es una forma poco objetiva de abordarlo, ya que no es un secreto que para un grupo como Hamás el arma de los refugiados funciona para su objetivo de destruir al Estado Judío de Israel. Por su parte, el gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) no se siente preparado para absorber esta cantidad de refugiados en su territorio, ya que el uso de los fondos provenientes de la comunidad internacional ha servido para mejorar solamente las condiciones de vida de algunos palestinos en los territorios administrados por la ANP, para gastarlo en salarios exorbitantes entre los miembros de su cúpula política y para el pago de subvenciones a la lucha armada contra Israel, a la cual ellos mismos han indicado no van a renunciar hasta acabar con toda la “ocupación”, lo cual dicho sea de paso es muy subjetivo contemplando los recurrentes cambios en lo que esto significa para ellos.
Finalmente, los refugiados palestinos siguen siendo una carta oculta en la manga para aquellos que juegan con la política de cara a los objetivos de los años 40 y los principios de las cartas fundamentales de 1964 y 1987 (años de la aparición de la OLP y Hamás respectivamente) que dictaminan (bajo el auspicio de países patrocinadores del terrorismo contra Israel) que el objetivo final más allá de la conformación de un Estado Palestino es la destrucción del Estado de Israel o como ellos mismos lo dictan, “la entidad sionista”.
Lic. Bryan Acuña Obando (Analista Internacional)