EL CELULOIDE ELEGIDO – “Visualmente olorosa”, deliciosamente luminosa, así es El repostero de Berlín del israelí Ofir Raul Graizer para Andrés Arconada, quién, como muchos de los que vean la película, por fin ha entendido la kashrut. Pero la repostería es sólo -nos recuerda Arconada- una anécdota para en esta “película de reconciliación” hablar de encuentros, pues es “una historia de amor en muchos sentidos”.
“El amor y el dolor nos abren”, dice Andrés Arconada, y éso es precisamente lo que le sucede al tímido pastelero alemán gay (Tim Kalkhof) que viaja a Jerusalén (muy diferente también en el film al gris Berlín) para conocer a Anat (Sarah Adler) la mujer de su amante israelí. Un dulce, no se la pierdan.
Thomas, un talentoso pastelero de Berlín, mantiene un romance con Oren, un joven israelí que visita con frecuencia la ciudad por negocios. Cuando Oren muere en un accidente de tráfico en Israel, Thomas viaja a Jerusalén en busca de respuestas. Bajo una identidad falsa, se cuela en la vida de Anat, la viuda de su amante, que regenta una pequeña cafeteria kosher en el centro de la ciudad. Thomas empieza a trabajar para ella haciendo tartas y otros dulces que devuelven la vida al aburrido local, pero pronto se verá involucrado en la vida de Anat de una manera muy distinta a la prevista, por lo que, para proteger la verdad, tendrá que alargar la mentira hasta un punto de no retorno.