El retorno a Israel y la creación de su Estado (21ª parte): Hakoaj y los judíos nadadores

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – En Tel-Aviv, en la Palestina bajo Mandato Británico, en 1935, tuvieron lugar las Segundas Macabiadas, los “Juegos Olímpicos Judíos”. Se encontraron allí varios millares de atletas venidos desde los cuatro rincones de la diáspora, desfilando bajo la estrella de David y su bandera nacional. Los cuerpos se ven musculosos, elegantes, flexibles, orgullosos de poder mostrar al mundo lo que pueden hacer los judíos y Dios en un estadio. La delegación austriaca se convierte en la heroína de estas Macabiadas: es la que ha ganado más medallas, una veintena de ellas obtenidas por las nadadoras vienesas del Hakoaj, entrenadas por Zsigo Wertheimer. Durante quince años, la sección natación del club domina los deportes acuáticos austriacos, sobre todo gracias a su equipo femenino: nadadoras reclutadas entre los 150.000 judíos de la comunidad vienesa.  La natación fue uno de los deportes en los cuales el Hakoaj descolló local e internacionalmente con más éxito –tal vez fue el más exitoso–. Su equipo dominó las aguas austriacas desde 1922 gracias al entrenador estelar Zsigo Wertheimer. En 1935, el equipo contaba, entre otras, con la ganadora del record nacional de mediana y larga distancias en estilo libre: la nadadora Judith Deutsch, quien fue reconocida por las autoridades oficiales con la prestigiosa Insignia de Oro de Honor, mérito otorgado a los tres mejores atletas del año. Con 17 años, Judith Deutsch fue elegida para representar a Austria en las Olimpíadas de Berlín de 1936, las llamadas “Olimpiadas nazis”.  Ocupaba el noveno lugar en el mundo en 400 metros libres, y era la única esperanza de oro olímpico para Austria. Sin embargo, una semana antes del comienzo de los juegos, envió una carta al Comité Olímpico de Austria en la que expresaba que su conciencia no le permitía participar en un país “en el que se persiguen judíos como yo”.

Las instituciones deportivas austríacas y algunos medios de comunicación se indignaron por su decisión. Luego de que lograra a tiempo abandonar su país, la despojaron de sus títulos y eliminaron su nombre de los libros de records, como si nunca hubiese existido. En junio de 1995, el embajador de Austria en Israel, Herbert Karol, leyó una carta oficial de disculpa escrita por el doctor Heinz Fischer, presidente del Parlamento austríaco; en ella expresaba: “Lamentamos profundamente lo ocurrido. Tal vez estemos pidiendo disculpas demasiado tarde, pero mejor ahora que nunca”. Todas las sanciones contra Judith fueron levantadas, y sus medallas y títulos, restaurados. Muchas veces, con el transcurso de los años, se le preguntó a Judith Deutsch si no se arrepentía del hecho. Una y otra vez dijo que era un tema del pasado. “Hice lo que mi conciencia me ordenó”, respondía. “¿Cómo podía viajar a un país en el que en las piscinas había carteles que prohibían la entrada a perros y judíos?”, añadía. En 1938, cuando la Alemania nazi invade Austria sin encontrar resistencia, las leyes antisemitas son aplicadas inmediatamente y el Hakoaj se disuelve. La mayoría de los atletas logran huir de Viena en las semanas siguientes gracias a las redes de solidaridad establecidas por el club a través del mundo y la diáspora. Y esta historia continúa…

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