El retorno a Israel y la creación de su Estado (8ª parte): Otto Warburg, un sionista olvidado

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – En esta historia del sionismo que estamos abordando, inspirados en un texto que hemos encontrado, queremos rendir esta especie de homenaje a aquellos que han sido olvidados, que casi nadie recuerda, salvo sus discípulos o sus admiradores. En este caso nos estamos refiriendo a Otto Warburg (1859-1900), uno de esos sionistas que decidieron crear un país en Palestina que contuviera las maravillas judaicas que fueran capaces de crear.

Pero Otto Warburg ahora está olvidado, a pesar de que él es literalmente, según los que saben y son entendidos, la cara del yishuv e Israel. El Israel de hoy, este país (al menos parcialmente) verde, exuberante, de alguna manera europeo y extremadamente productivo en agricultura, es el resultado de Warburg y sus compañeros. Los principales protagonistas de este “sionismo botánico” fueron científicos educados en inglés o alemán (agrónomos, botánicos, académicos, entomólogos, cartógrafos y aventureros) que se estaban reuniendo alrededor de Otto Warburg, el hombre que imaginó la creación de un paisaje palestino sano, productivo y verde como fundamental para el establecimiento de un Estado Judío.

El sionismo era un movimiento político europeo que se remontaba a fines del siglo XIX y proyectaba la creación de un Estado nacional judío en Eretz Israel, Tierra Santa o Palestina. El anhelo por esa tierra contiene principalmente una relación simbólica o cultural. El sionismo pronto se divide en dos ramas principales: el llamado sionismo político que se basaba en la diplomacia para llegar a concretar la existencia de un Estado Judío. La segunda rama, llamada sionismo práctico, pensaba en “crear hechos” como medio para establecer una patria judía. Esto no es sorprendente, si uno tiene una mirada más cercana a la biografía de Warburg, q7ue nació en 1859 en una muy rica y conocida familia de banqueros judíos (otros Warburg como Aby o el fisiólogo de planificación homónimo eran parientes suyos). Creció en una tradición secular y humanista. Más tarde, cuando ya era un famoso sionista, la gente se sorprendería de lo poco que sabía sobre el judaísmo. En su juventud, Warburg se enamoró perdidamente de la ciencia. Después de graduarse de la escuela secundaria en 1879, decidió estudiar botánica, zoología y química. Sus profesores formaban parte de la élite científica de su tiempo: Anton de Bary, Wilhelm Pfeffer, Adolf von Bayer. Su colega Michael Evenari nos recuerda: “Botánica, una ocupación apenas adecuada para un buen chico judío”. Warburg viajó desde 1885 hasta 1896. Permaneció durante casi un año en la estación botánica holandesa de Buitenzorg en Java, pero también visitó Kew Gardens y Dahlem, India y Ceilán, Japón, China y Australia.

Él deseaba convertirse en el botánico colonial más respetado de Alemania, pero su vida tomó una dirección diferente cuando se acercaba a los 40 años de edad. A pesar de que era bastante indiferente hacia el judaísmo, descubrió entonces el sionismo gracias a que estaba casado con Anna, la hija de Gustav Gabriel Cohen, uno de los primeros defensores del sionismo. Quizás Anna y Gustav Gabriel fueron los culpables de la conversión de Wabrug al sionismo. Tal vez Warburg temía un estancamiento en su carrera profesional debido a su origen judío. Sin embargo, el ethos de Herzl del sionismo político nunca convenció a Warburg totalmente, a pesar de que reconoció la importancia de la “despertar de la conciencia, el estado de ánimo de crear un idea, necesario para generar una atmósfera que lograra una gran acción conjunta por parte de toda la diáspora”. Warburg anhelaba realizar el trabajo práctico en Palestina y crear hechos. Herzl y los llamados sionistas políticos también, pero sus manos estaban atadas. Warburg continuó con las donaciones pero fue sólo en 1901, cuando Herzl declaró que era posible realizar el “trabajo preliminar” en Palestina, que decidió convertirse en un sionista activo.

Aunque nunca se estableció en Palestina, sí fue el responsable de la creación de muchos hechos en territorio palestino durante treinta años: estableciendo la primera institución de investigación en Palestina en 1910, u organizando expediciones científicas en Palestina y otras regiones que los sionistas veían como deseables. Warburg también ayudó a crear Bezalel, una academia de arte y artesanía, adornó los libros de Herzl con bellas descripciones botánicas, plantó bosques en busca del bosque Herzl y logró institucionalizar como carreras la botánica y la historia natural en la Universidad Hebrea. Para Warburg, la botánica y la agronomía estaban destinadas a consolidar Palestina, o, en otros términos, a promover el proyecto que establecería un Estado Judío. Es ligeramente exagerado afirmar que las disciplinas científicas eran, a los ojos de Warburg, estrategias para compensar la falta de poder político, económico y militar que en ese momento eran los principales problemas que padecían los sionistas. Y esta historia continuó…

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