El sitio a Recife y las consecuencias para los judíos
LOS PASOS DE SEFARAD EN EL NUEVO MUNDO, CON DAVID ROSENTHAL – El largo asedio a Recife había debilitado, obviamente, el poderío holandés en esta región, y fue causante del aumento de la animosidad existente entre sus pobladores cristianos y judíos. No fueron únicamente los espías luso-brasileros quienes se vieron denunciados por los judíos residentes: también entre ellos y los holandeses se conocieron mutuas acusaciones en el sentido de existir una efectiva colaboración con las tropas enemigas. Nieuhof hace referencia a esta situación, al aludir a una carta escrita en septiembre de 1645 por Gaspar Francisco Da Costa, judío conocido con el nombre de Joseph Athias. Tal carta iba dirigida a Domingo Da Costa Brandão, amigo de Gaspar, y en ella le manifestaba su temor de que numerosos oficiales holandeses estuviesen dispuestos a entregarse al enemigo. Efectivamente, el 3 de septiembre de ese mismo año, las fuerzas holandesas que defendían el Fuerte Cabo de São Agostinho se habían rendido. Según las noticias llegadas a Recife, el comandante de dicho fuerte, el mayor Hoogstraeten, había recibido por ello la suma de 18.000 florines, a modo de recompensa, y, al parecer, había logrado convencer a gran parte de sus soldados para que desertaran junto con él.
Con el propósito de aliviar la situación de la asediada región de Pernambuco, se envió sin demora, desde Holanda, una expedición militar con más de dos mil soldados y suficientes pertrechos, expedición que llegó a Recife a mediados de 1646. A ésta siguió otra, mucho más grande aún, que los “Estados Generales” junto con la Compañía de las Indias Occidentales decidieron enviar en 1648, a fin de asegurar la recaptura de los territorios adyacentes a Recife y Mauricia, indispensables para ofrecer una adecuada alimentación a los pobladores y soldados de esta zona, que ya no podían ser abastecidos continuamente por vía marítima. A pesar de este enorme despliegue bélico, las tropas holandesas no consiguieron su objetivo, con lo cual tanto la agricultura como la producción de la caña de azúcar tuvieron que ser paralizadas de manera absoluta.
Tomado de Günter Böhm, Los sefardíes en los dominios holandeses de América del Sur y del Caribe (1630 – 1750)