VIVA LA DIVA – A principios de los años sesenta la industria musical norteamericana se regía por un sistema conocido como Tin Pan Alley, que consistía en un entramado de grupos corales, músicos de estudio y compositores de despacho. Eran canciones facilonas, pegadizas, con letras inocuas centradas en la despreocupada vida de los jóvenes que iban al instituto. La irrupción de genios de la canción como Bob Dylan o The Beatles ese sistema se vino abajo, y con ella la carrera de Ellie Greenwich. Compositoras de estudio como ella dejaron de tener sentido en la industria, así que en 1968 se decidió a promocionar su propia carrera con su primer trabajo: “Ellie Greenwich composes, produces and sings”.
Las canciones de esta neoyorkina habían cosechado un éxito enorme en las listas de ventas: cinco números uno y el 80% de sus composiciones habían llegado al menos al número 40, nada menos. Sin embargo en su primer disco vemos que todavía no había asimilado el cambio estilístico que demandaba la arrolladora década de los 60. La mayoría de estas canciones resultaban muy cercanas a la época del Tin Pan Alley y fracasó. Con el álbum también se vino abajo el ambicioso proyecto del sello de Ellie Greenwich Pineywood Productions. Pero nuestra protagonista no tiraría la toalla.