LOS PASOS DE SEFARAD EN EL NUEVO MUNDO, CON DAVID ROSENTHAL – “Barranquilla, de todas las ciudades de Colombia, es aquella en la que domina el espíritu cosmopolita”: eso quedó inscrito en el libro del español M. Góngora Echenique titulado: “Lo que he visto en Colombia” de 1932. Y así es la ciudad de Barranquilla, en la Costa Atlántica colombiana. Además de Barranquilla, llegan inmigrantes judíos sefardíes a otras ciudades como Santa Marta y Riohacha. Sólo que Barranquilla permitió a los extranjeros libre circulación, a diferencia de ciudades más tradicionales y cerradas como Bogotá, Medellín y Cartagena -también con gran influencia de la Iglesia. Barranquilla, sin tantas barreras sociales, como ciudad de comercio – “Ciudad fenicia” – y portuaria, recibe esa migración sefardita, tanto es así que, en 1854 es elegido el sefardita David Pereira como Gobernador de la provincia de Barranquilla. David Pereira había recibido asimismo el apoyo de la pequeña colonia judía de Santa Marta, y por un acaudalado correligionario: Ismael A. Correa. La familia Correa, originaria de Curaçao, eran propietarios de haciendas en el Magdalena (Ciénaga, Aracataca -cuna de García Marques- y Fundación). El patriarca Haim Álvarez-Correa (hijo de Mordechay y Rachel) había arribado en 1846. También, de Curaçao llegaron otros sefardíes a Ciénaga, como los padres del historiador Jacobo Henríquez Ricardo. Asimismo, en 1844 establecieron un primer cementerio judío en Santa Marta y de 1850 data la primera comunidad sefardita de Barranquilla. Aunque la migración no sólo es judía sino en general europea, no fue tan concurrida en Colombia como en otros países de Latinoamérica y del Caribe, aunque quienes llegaron dejaron rastro: apellidos como Senior, Salas, Alvarez-Correa, Correa, Cortissoz, De Sola, López-Penha, Sourdis, Juliao, Salzedo, Henríquez y Heilbron.
En la costa colombiana
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