TEATRO JUDÍO, CON HORACIO KOHAN – Cada año, Sefarad Editores lanza una Agenda que, junto con el calendario hebreo del año que se inicia, incluye un tema central en torno al cual desarrolla textos del máximo interés. El tema central de la agenda de 5769 (septiembre de 2007) fue el teatro judío, asunto sobre el que Radio Sefarad realizó una serie de 8 entregas, que hoy prosigue hablando del desarrollo de este arte en la Rusia Imperial.
Sarah Bernhardt, actriz de teatro y cine francesa nacida en 1844 en París y fallecida en 1923 en la misma ciudad. Su nombre real era Henriette Rosine Bernard. Su madre, judía de origen holandés, se llamaba Julie Bernard, alias Youle. Sarah Bernhardt nunca supo quién era su padre biológico. La primera lengua que Sarah conoció fue el bretón y es por esta razón que al iniciar su carrera teatral, adoptó la forma bretona de su apellido: Bernhardt. Gracias a los contactos del duque de Morny, amigo de su madre, Sarah se inscribió en el Conservatoire de Musique et declamation en 1859. En 1861 ganó un 2º premio en tragedia y una mención honorífica en comedia. Finalizados sus estudios en el Conservatorio, entró, de nuevo gracias a los influyentes contactos de Morny, en la Comédie Française. Debutó el 11 de agosto de 1862 con la obra Iphigénie, de Jean Racine. Su fuerte carácter le trajo problemas con sus compañeros lo que provocó que abandonara la Comédie por primera vez en 1863. Tres semanas más tarde fue contratada por el Teatro Gymnase donde hizo siete pequeños papeles en distintas obras. Actuó allí por última vez el 7 de abril de 1864 con la obra Un mari qui lance sa femme. Ese mismo año conoció a uno de los grandes amores de su vida, el príncipe Charles-Joseph Lamoral, príncipe de Ligne. Iniciaron una apasionada relación hasta que quedó embarazada y el príncipe la abandonó. El 22 de diciembre de 1864 dio a luz a su único hijo, Maurice Bernhardt. Sin un oficio y habiendo fracasado momentáneamente en el mundo del teatro, siguió los pasos de su madre convirtiéndose en una cortesana de lujo. Sarah no abandonó esta actividad hasta que su carrera teatral se hubo afianzado con éxito y pudo mantenerse sólo con el trabajo que le reportaba el teatro. Tres años más tarde, en 1867 debutó en el Teatro del Odéon con Les femmes savantes, de Molière. Aquí empezó su verdadera carrera profesional. Participó en muchos montajes teatrales, alternando la vida teatral con la vida galante. La fama le llegó repentinamente en 1869 con Le Passant, de François Coppée, una obra en verso de un solo acto. Sarah, además, hizo por primera vez en esta obra un papel masculino, el del trovador Zanetto. Repetiría más veces haciendo de hombre en varias obras más: Lorenzaccio, Hamlet y L’Aiglon.
En 1870, durante la Guerra Franco-Prusiana, habilitó el Odeón como hospital para convalecientes, donde cuidó con dedicación a los heridos de guerra. En 1871 el improvisado hospital tuvo que ser cerrado por problemas de salubridad. Tras la derrota francesa y la caída de Napoleón III, muchos intelectuales exiliados por estar en contra del emperador pudieron regresar a Francia, entre ellos Victor Hugo. El regreso de Hugo fue trascendental en la vida de Bernhardt ya que el escritor la eligió para protagonizar el reestreno de su obra Ruy Blas. Bernhardt además protagonizó otra obra de Hugo, Hernani. Ruy Blas la encumbró a cotas de éxito inimaginables. Regresó a la Comédie Française como una gran estrella y allí afianzó su repertorio y sus múltiples registros como actriz.
El estilo de actuación de Bernhardt se basaba en la naturalidad. Detestaba profundamente las viejas normas del teatro francés donde los actores declamaban histriónicamente y hacían gestos sobreactuados. Rompió con todo lo establecido profundizando en la psicología de los personajes. Estudiaba cada gesto y cada entonación del texto que debía decir buscando la perfección natural sin que se notara ningún tipo de artificio. Siempre huyó de la sobreactuación y de la afectación. Destacó en su arte representando a grandes heroínas de tragedia o reinas. Son famosas sus escenas de muerte, en las que en vez de –según sus propias palabras– “ofrecer toda una retahíla de patologías” tales como estertores, toses, gemidos agónicos, profundizaba en el acto de morir desde el punto de vista psicológico y sentimental.
Aparte de su profesión de actriz se interesó por la escultura y la pintura, llegando a exponer en el Salón de París varias veces, entre los años 1874 y 1896. Recibió distintos premios y menciones honoríficas en ambas disciplinas. Escribió también tres libros: su autobiografía titulada Ma double vie, Petite Idole y L´art du Théâtre: la voix, la geste, la pronontiation.
Bernhardt se especializó en representar las obras en verso de Jean Racine, tales como Iphigénie, Phédre o Andromaque. Destacó especialmente, entre muchas otras, en La Dame aux Camélies, de Dumas hijo, Théodora, de Sardou, L´Aiglon, de Edmond Rostand, Izéïl, de Silvestre y Morand, Macbeth, de Shakespeare, Jeanne D´Arc, de Jules Barbier…
En 1879 realizó su primera salida de Francia, concretamente a Inglaterra, donde estuvo seis semanas haciendo dos representaciones diarias y obtuvo un éxito rotundo. Al llegar fue recibida espectacularmente, lo que indica que su fama había cruzado las fronteras de Francia. En esta primera visita conoció a un joven escritor llamado Oscar Wilde. Años más tarde, en 1893, Bernhardt aceptaría representar su obra Salomé. También, ese mismo año, Sarah fue ascendida a Socio Pleno de la Comédie Française, la jerarquía más alta de esta institución.
Tras su espectacular éxito en Inglaterra decidió hacer su primera gira americana. Partió a los Estados Unidos el 15 de octubre de 1880. El éxito fue total. Bernhardt haría repetidas giras por los Estados Unidos (sus famosas “Giras de despedida”) y también recorrió toda América del Sur, llegando a actuar en Brasil, Argentina, Chile… Viajaba en tren y en barco y llegó a cruzar el Cabo de Hornos. En Estados Unidos su éxito era tal que le habilitaron un tren con siete vagones de lujo llamado “Sarah Bernhardt Special” para su uso exclusivo. Sus giras llegaron también a Australia y visitó las islas Hawai y las Islas Sandwich. Actuó en Egipto y en Turquía. También recorrió Europa, actuando en Moscú, Berlín, Bucarest, Roma, Atenas. En su periplo, actuó no sólo en grandes teatros si no también en teatros de ínfima categoría.
Bernhardt tuvo una agitada vida sentimental, en la que destacan nombres como Gustave Doré, Victor Hugo, Jean Mounet-Sully, Jean Richepin, Philippe Garnier, Gabriele D´Annunzio, Eduardo, Príncipe de Gales, entre otros. Se casó una sola vez, con un oficial griego llamado Jacques Aristidis Damala. Damala era hijo de un rico armador y era adicto a la morfina, nacido en El Pireo en 1842. Bernhardt se casó con él el 4 de abril de 1882 y fue un matrimonio tempestuoso. Sarah intentó convertir en actor a Damala, pero fracasó. La actriz le impartió clases de actuación y le dio el papel de Armand Duval en La Dame aux Camélies. Se eran infieles mutuamente y un día Damala, abrumado por el éxito de su mujer, por las constantes burlas de los actores de la compañía de Bernhardt y la mala relación con Maurice Bernhardt, se alistó en la Legión siendo destinado a Argelia. Meses más tarde regresó con Sarah. Las separaciones y reconciliaciones fueron continuas hasta que Sarah decidió irse de gira por todo el continente americano en 1887 y Damala ya no la acompañó. Era la separación definitiva. Permanecieron casados hasta la muerte de Damala, a causa del abuso continuado de morfina, en 1889, a la edad de 42 años. Bernhardt lo enterró en Atenas y adornó la tumba con un busto tallado por ella misma.
Sarah Bernhardt fue también la primera actriz-empresaria del mundo del espectáculo. A raíz de una relación muy tensa con el director de la Comédie Française, Perrin, Bernhardt rompió su contrato y dimitió como Socio Pleno el 18 de marzo de 1880. La Comédie pleiteó contra ella ganando el juicio. Sarah Bernhardt tuvo que renunciar a su pensión de 43.000 francos que hubiera obtenido si hubiese permanecido un mínimo de 20 años en la Comédie y además se la condenó a pagar 100.000 francos de multa. La actriz nunca llegó a pagarla. Tras su esplendorosa primera gira americana, que le había hecho ganar una gran fortuna, Bernhardt arrendó el teatro Porte-Saint-Martin en 1883. En este teatro produjo y actuó. Durante sus giras, el teatro permanecía abierto y se estrenaban obras continuamente con distinto éxito comercial. Bernhardt no dudaba en apoyar el teatro de vanguardia, así que además de repertorio clásico, en el Porte-Saint-Martin se estrenaban obras de nuevos autores que rompían con el teatro tradicional. Tras unos años, Bernhardt arrendó el Théatre de la Renaissance en el que representó muchas obras de éxito. En 1899 arrendó por 25 años el enorme Theâtre des Nations, único teatro donde actuaría en Francia durante los últimos 24 años de su vida.
Su vida familiar no fue sencilla. Tuvo una relación tensa y distante con su madre, Julie, que nunca fue una madre cariñosa, lo que hizo que Sarah siempre buscase su aprobación y su cariño. Julie Bernard sentía predilección tan sólo por su hija Jeanne y descuidó totalmente la educación de su hija menor, Régine. Sarah quiso proteger a su hermana pequeña Régine y cuando logró ser independiente se la llevó a vivir consigo para alejarla de la madre y de las intenciones de ésta de convertirla también en cortesana. Lamentablemente, el abandono afectivo que sufrió y el ambiente del piso de su madre hicieron que Régine se convirtiera en prostituta a los 13 años. Falleció a los 18, en 1873, a causa de la tuberculosis. Su otra hermana, Jeanne, también fue cortesana durante una época y siempre que tenía necesidad de dinero. Para apartarla de la mala vida, Bernhardt se la llevó consigo con su compañía e hizo que la acompañara en varias de sus giras americanas y europeas. Era una actriz mediocre, pero hacía pequeños papeles y vivía una vida de lujo junto a su hermana. Se sabe que sufrió una crisis de neurosis a causa de su adicción a la morfina y que estuvo ingresada en el hospital de La Pitié-Salpetrière en París bajo cuidados del doctor Charcot. En cambio, el hijo de Sarah, Maurice, siempre estuvo muy unido a su madre. Vivió a su sombra, malgastando auténticas fortunas en el juego, en viajes y en una vida regalada.
El siglo XX empezó con un gran éxito: L´Aiglon, de Edmond Rostand. La obra fue estrenada el 15 de marzo de 1900 y obtuvo un éxito triunfal sin precedentes. Sarah hizo 250 representaciones de L´Aiglon y tras esto, hizo otra gira a Estados Unidos para representarla. En Nueva York representó la obra en el Metropolitan Opera House y cosechó un enorme éxito. Probó suerte también con el recién nacido cine. En 1900 filmó Le Duel d´Hamlet, haciendo ella de Hamlet. En 1906 rodó La Dame aux Camélies, con Lou Tellegen, su amante de aquel momento, haciendo de Armand Duval. Cuando Bernhardt la vio se horrorizó y mandó destruir el negativo, que afortunadamente todavía existe. Rodó también Elisabeth, reine d´Anglaterre, dirigida por Louis Mercanton. En 1913 filmó Jeanne Doré, dirigida por Tristan Bernard. Esta película se considera la mejor rodada por Bernhardt y donde se puede observar mejor su arte de actuar. La película se conserva en la Cinématèque de Paris.
En 1914 le fue concedida la Legión de Honor. En 1915, la rodilla de su pierna derecha, que se había fracturado de niña, le provocaba dolores insoportables. Aunque hacía ya varios años que padecía molestias, durante 1914 fueron empeorando hasta que no hubo otro remedio que amputar en febrero de 1915. Una vez recuperada de la amputación y ya empezada la Primera Guerra Mundial, la actriz decidió hacer una gira tras las trincheras francesas ofreciendo actuaciones para animar a las tropas. Organizó varias giras con su compañía y recorrió toda Francia en esta tarea. Aún con la pierna amputada, Sarah Bernhardt siguió actuando. Recitaba monólogos, poemas o representaba actos famosos de su repertorio de obras en las que no debía estar de pie. Siguió también participando en películas tras la guerra. Su salud empeoró hasta sufrir un gravísimo ataque de uremia que estuvo a punto de matarla. En 1922 vendió su mansión en el campo de Belle-Ile-en-Mer, donde había rodado años atrás una película documental sobre su vida. Cuando le llegó la muerte estaba rodando otra película, La Voyante. El rodaje se estaba realizando en su casa, en el Boulevar Péreire, puesto que la actriz estaba ya muy delicada de salud. El 15 de marzo de 1923, tras rodar una escena, se desmayó. Nunca se recuperó. Once días más tarde, el 26 de marzo, fallecía en brazos de su hijo Maurice. Su entierro fue multitudinario. Fue inhumada en el cementerio parisino de Pére-Lachaise.
A pesar de ser llamada “La divina Sarah” por su carácter excéntrico y caprichoso, Sarah Bernhardt trabajó en innumerables proyectos teatrales demostrando un carácter perseverante y ser una gran profesionalidad dedicada a su arte. La actriz La Berna, un personaje ficticio de Marcel Proust en En busca del tiempo perdido, estaba inspirado en ella. Fue una acérrima defensora de Alfred Dreyfus, apoyando también abiertamente a Émile Zola en su célebre artículo-denuncia “J’accuse” donde se denunciaba que el oficial judío Dreyfus era la cabeza de turco de un complot en el seno del ejército y víctima de un exacerbado antisemitismo.
Bertha Kalich (1874-1939) fue una actriz judía nacida en Lemberg, Galitzia (ahora Lviv, Ucrania), que se hizo popular por sus papeles en el teatro ídish de Nueva York. Llegó a Estados Unidos de la mano de David Kessler, y sus papeles fueron principalmente de “mujeres de mundo” en obras como Zaza, de Pierre Berton y Charles Simon, Fédora, de Victorien Sardou, Sappho, de Jacob Gordin, y Magda, en Heimat de Hermann Sudermann. Bajo la tutela de Harrison Grey Fiske, también actuó en Broadway en obras tales como Monna Vanna, de Maeterlinck. Kalich siguió la trayectoria de Sarah Bernhardt, de Charlotte Cushman y de otras actrices cuando desempeñó el papel de Hamlet, en la obra homónima de Shakespeare.
Israel Zangwill está considerado como el padre del drama judío moderno. A Israel Zangwill (1864-1926) se lo recuerda como el líder y novelista más renombrado del judaísmo británico. Sin embargo, poco se sabe sobre su dramaturgia en el West End y en Broadway. Son significativas las tres obras teatrales que escribió en inglés sobre la vida judía, producciones bien recibidas que hicieron mucho para disipar la imagen negativa del judío, entonces en boga, explorando cuestiones religiosas, étnicas y sociales que siguen siendo relevantes hasta nuestros días. Anticipándose a los grandes dramaturgos en ídish de comienzos del vigésimo siglo, tales como Anski, Asch, Hirshbein, Pinski y Leivick, Zangwill pudo ser llamado con derecho “el padre del drama judío moderno”. Las obras a las que nos referimos son: Children of the Ghetto (Los niños del gueto, 1899), The Melting Pot (El crisol, 1908) y The King of Schnorrers (El rey de los mendigos, 1925). La primera ofrece un rico retrato de la vida judía del siglo XIX en el East End de Londres, y está basada en su popular novela del mismo título. Nos cuenta la historia del conflicto entre un rabino ortodoxo y su hija divorciada y librepensadora que desea casarse con un Cohen, algo prohibido por la ley judía. En El crisol, se cuenta la historia de un violinista judío sobreviviente del pogromo de Kishinev, que defiende con elocuencia a los Estados Unidos y se hunde en una sociedad cegada por los prejuicios. El éxito de esta producción convirtió a su título en una metáfora de la experiencia inmigrante norteamericana. Adaptando otra de sus novelas populares, El rey de los Schnorrers (pordioseros, en ídish) es una comedia hilarante que dramatiza los triunfos del orgulloso mendigo sefardí Manasseh Bueno Barzillai Azevedo Da Costa, contra el stablishment judío asquenazí y sefardí.
Shloyme Zanvl Rappoport (1863-1920), más conocido por el seudónimo de S. Ansky (o An-ski), fue un erudito que documentó el folklore judío y sus creencias místicas. Nació en Vitebsk, Bielorrusia, entonces Rusia, pero viajó mucho por la parte occidental del imperio ruso. Inicialmente escribió en ruso pero a partir de 1904 es también conocido como autor en ídish. Ansky pasó de estar fuertemente influenciado por el movimiento ruso narodnik a interesarse por la etnografía. Entre 1911 y la guerra de 1914 dirigió expediciones etnográficas por varias ciudades judías de Volhynia y de Podolia. Ansky alcanzó notoriedad con su obra teatral El dibuk, y fue también el autor de la canción Di Shvue (El juramento), que se convirtió en el himno del partido judío Bund (Laborista), y de varias obras literarias en ruso e ídish. Sus colecciones etnológicas permanecieron olvidadas en las cámaras acorazadas soviéticas durante años, hasta que partes de ese material han comenzado a salir a la luz desde los años 90. El museo Etnográfico del Estado, en San Petersburgo, tiene buena parte de estos fondos. También está allí parte de la extensa colección de cilindros grabados durante sus expediciones, ahora transferidos a CD.
El dibuk o Entre dos mundos, es una obra teatral de S. Ansky que cuenta la historia de una joven novia poseída por un dibuk –un espíritu malicioso que se creía que era el alma de un muerto– en la víspera de su boda. El dibuk se considera una obra seminal en la historia del teatro judío y desempeñó un papel importante en el desarrollo del teatro ídish y del teatro en Israel. La obra estaba basada en años de investigación de S. Ansky, que viajó por los shtetls judíos en Rusia y Ucrania documentando las creencia y las historias populares de los judíos jasídicos.
Acto 1: Hannan, billante erudito talmúdico, se enamora de Léahle, la hija del rico mercader Sénder. Sénder se opone a la unión pues él prefiere a un pretendiente rico para su hija. En su desesperación y con la esperanza de encontrar una manera de ganar a Léahle, que él siente que es su novia predestinada, Hannan decide estudiar las artes místicas de la Cábala. Cuando Sénder anuncia que ha encontrado un novio conveniente para Léahle, Hannan muere en un estado de absoluto éxtasis místico.
Acto 2: El día de su boda Léahle va al cementerio con el fin de invitar a la boda al espíritu de su madre muerta. Se detiene en los sepulcros de unos novios que fueron asesinados juntos antes de que su unión se consumara, y también pide a esos espíritus que asistan a su boda. Finalmente se dirige al sepulcro de Hannan y sale del cementerio sintiendo que ha cambiado de alguna manera. Debajo del pabellón de la boda, Léahle grita repentinamente fuera de si: “¡Usted no es mi novio!” y corre hacia el sepulcro de la novia asesinada. La voz de un hombre surge de su boca, diciendo: “He vuelto a mi novia predestinada, y no la dejaré”. El dibuk la ha poseído.
Acto 3: Léahle es llevada al hogar de un sabio jasídico que debe exorcizar el dibuk de su cuerpo. Varias tentativas fallan, y finalmente el sabio invita al principal rabino de la ciudad para que lo ayude. El rabino llega y dice que tuvo un sueño en el cual Nisn, el padre de Hannan muerto hacía mucho tiempo, exigía que Sénder, el padre de Léahle, acuda ante la corte rabínica.
Acto 4: La habitación está preparada como corte, y se invita al espíritu del padre de Hannan a que abogue por su caso dentro de un círculo de tiza dibujado en el suelo. El espíritu habla al rabino y le cuenta que hay un pacto hecho entre él y Sénder hace muchos años, por el que sus dos niños serán casados entre si. Negando a Hannan la mano de su hija, Sénder rompió el pacto. Los rabinos, para apaciguar al espíritu y pese al desacuerdo del dibuk, piden que Sénder entregue la mitad de sus bienes a los pobres, y recitan kadish sobre los espíritus de Hannan y de su padre. Léahle es llevada dentro de la protección del círculo de tiza mientras los otros van a prepararse para su boda. La imagen de Hannan aparece ante ella, y Léahle deja la seguridad del círculo para unirse a su amado, presumiblemente en la muerte.
Además de cuentos, Ansky también recogió melodías tradicionales, una de las cuales él incorporó a esta obra. Cuando Aaron Copland asistió a una función en Nueva York, en 1929, se sintió conmovido por esta melodía y la convirtió en la base de su trío para piano, llamado Vitebsk por la ciudad en donde Ansky nació. La primera versión de la obra fue escrita en ruso. Ansky se la presentó a Konstantin Stanislavski, el legendario director del Teatro de Arte de Moscú, que elogió el drama e impulsó a Ansky a traducirlo al ídish de modo que pudiera ser interpretado “con autenticidad” por una compañía judía. Ansky murió el 8 de noviembre de 1920 y no vivió para ver la obra producida profesionalmente. Como tributo a Ansky, una producción de la obra fue preparada por una compañía de actores de Vilna durante el período de 30 días de luto posterior a su muerte, y el 9 de diciembre la obra fue estrenada en el Teatro Elyseum de Varsovia. Demostró ser el éxito más grande de la Troupe de Vilna. Un año después de la premier de Varsovia, la obra fue producida nuevamente por Maurice Schwartz en el Ídish Art Theatre de Nueva York, y varios meses más tarde fue traducida al hebreo por J. N. Bialik y estrenada en Moscú por la compañía Habima, bajo la dirección de Yevgeny Vakhtangov. Hasta este día, El dibuk sigue siendo un símbolo del Teatro Habima, el Teatro Nacional de Israel. La obra también se ha adaptado para el cine, en una producción en ídish filmada en Varsovia en 1937.
Shólem Asch (1880-1957) fue un novelista y dramaturgo nacido en Polonia. Llegó a los Estados Unidos en 1909, se naturalizó en 1920, y vivió en varias ciudades de Europa y de los Estados Unidos. Se estableció en Israel en 1956, donde murió un año más tarde. Fue uno de los escritores más extensamente conocidos por los judíos, que comenzó a escribir en hebreo pero que I. L. Peretz convenció para que se pasase al ídish. Alcanzó el éxito con su obra teatral El dios de la venganza, producida por Max Reinhardt en Berlín, de 1907 a 1910, y representada en muchos idiomas y lugares desde entonces. Todas sus novelas, más de treinta en total, gozaron de múltiples ediciones y ganaron miles de lectores; todas han sido traducidas al inglés y muchas de ellas a un buen número de lenguas europeas.