MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – Ha llegado el momento de partir, de dejar tierras españolas junto con los judíos expulsados y desterrados. Se ha cometido una gran injusticia, pero aquellos que eligieron partir para siempre y no retornar, son los portadores de la vieja obstinación judía. Decidieron ser judíos y afrontar un destino desconocido e imprevisible como tales. Tampoco es que fueran muy numerosos los que decidieron irse y no volver. Se calcula que su número real oscila entre noventa o ciento cuarenta mil individuos como mucho.
Vivieron muchos peligros, fueron trashumantes, padecieron grandes sufrimientos, pero pese a todo eso, todavía están, aún permanecen, atestiguando su antiguo origen, una presencia de mil trescientos años en tierras ibéricas.
Desterrados, despreciados y perseguidos, conservaron orgullosamente su identidad, sus tradiciones y sus ritos, su lengua y su cultura y la impusieron a judíos de diferente origen en muchos de los lugares del mundo donde se instalaron. Si nos hemos demorado tanto en contar esta historia es porque hemos querido de alguna manera trasmitir un pasado complejo, pleno de acontecimientos y hechos de gran importancia, por el alto nivel y la creatividad de algunas de sus personalidades, algunas de las más importantes del judaísmo, para ello basta sólo con nombrar al gran Maimónides.
Nos hemos detenido detallando sitios y lugares, pequeñas aldeas y grandes ciudades, para que quienes escuchan estos relatos puedan identificar muchas de las partes donde han vivido los judíos y que es donde muchos de ellos viven ahora.
En el territorio español, lo mismo que en Portugal, se han conservado los documentos que demuestran la veracidad de los relatos. Conventos, cabildos, textos, literatura, censos, los registros inquisitoriales, bibliotecas, museos, historias familiares, innumerables sitios. Como si no bastaran, las excavaciones arqueológicas proporcionan un caudal de información que no ha sido posible hallar en otros sitios de Europa. No sólo los ataques y pogromos que tuvieron lugar en Europa Central y Oriental han destruido un inmenso tesoro documental, también la Shoá terminó no sólo con millones de vidas, sino con el testimonio de sus obras y de su producción.
En nuestras andanzas por los caminos de la historia ya veremos a estos judíos salidos de Castilla participar de la creación de la modernidad, recorriendo los siete mares y una elite de ellos participando de los descubrimientos y las posibilidades y cambios que se produjeron con ese mundo nuevo en la historia de Europa. .
Y no podemos olvidarnos de los que se quedaron, porque no pudieron irse, porque no quisieron o porque tuvieron que volver, guardando el secreto de su lealtad a su religión y su identidad, de los que se enfrentaron a la muerte entre los tormentos de la Inquisición. De los que continuaron manteniendo el peligroso secreto, de los que soportaron cuanto pudieron y luego se fueron, y de los que aún, de alguna manera, hoy se identifican lealmente, pese a no ser judíos, con la memoria de sus antepasados judíos.
Es mucha la historia de los judíos que todavía nos aguarda, la de sus hermanos de Ashkenaz y su tortuoso pasado y del uso que hicieron del riquísimo legado de los judíos de la vieja Sefarad. Esta historia continúa.