LA PALABRA – En estos días de ataques (al parecer decisivos) contra el bastión principal de Daesh en Irak, la ciudad de Mosul, reaparece en la prensa el concepto de “escudos humanos”, civiles retenidos por la fuerza por los combatientes yihadistas para evitar bombardeos más contundentes de la aviación de la coalición internacional sobre sus posiciones. Sin embargo, esta estrategia (tan habitual en la Franja de Gaza cada vez que se produce una respuesta israelí a una agresión de Hamás) no funciona igual en todas partes. Por ejemplo, la aviación rusa protectora del régimen del presidente Assad en Siria no tiene remilgos en descargar su arsenal sobre hospitales y escuelas, especialmente si se encuentran en zonas controladas por la oposición más que por Daesh.
La estrategia del escudo humano va más allá del conflicto bélico declarado. Son muchos los ejemplos de regímenes dictatoriales que revierten cualquier tipo de sanción internacional en castigo a inocentes ciudadanos, transformando los embargos y sanciones a un gobierno impuesto por la fuerza de las armas en mayores abusos para con los habitantes sometidos, a costa de salvaguardar los privilegios y lujos de una elite cómplice. El mensaje en ambos casos, el bélico y el económico, es el mismo: si me atacáis los perjudicados serán a quienes pretendéis defender, como en las películas de acción con rehenes.
Esta idea es un invento moderno, ya que en tiempos pasados los conquistadores no tenían ningún empacho en mostrarse sanguinarios con los inocentes. En algunos casos, como el de las hordas del imperio mongol, se aplicaban castigos colectivos injustificados, simplemente por sembrar el pánico y que los pueblos se rindieran a su paso incluso sin presentar batalla. Esa fue la táctica de Daesh para dejar paralizado a Occidente y conquistar casi sin resistencia los territorios que conforman su “califato”. Esa conducta, tan fuera de la “civilización”, fue la que paralizó durante años la acción terrestre que se está llevando a cabo en estos días: ¡qué no serían capaces de hacer con los soldados occidentales que fueran capturados! Los “charlies” vietnamitas de Hollywood quedarían como angelitos misericordiosos al lado de los bárbaros yihadistas y los descerebrados nuevos conversos internacionales a la fe del terror.
Mientras, Mosul y Alepo teñirán de rojo las aguas del Eufrates sin que veamos manifestaciones en las calles de Occidente, ni desgarradoras crónicas televisivas, ni editoriales que hablen de genocidios y holocaustos por la acción de la reconquista, ya que en el reparto de actores no estamos los “galanes” de la maldad absoluta (ya me entienden), y hasta los terroristas y dictadores, en el fondo, merecen que se les entienda y perdone desde la óptica del relativismo cultural. Porque todos somos escudos humanos, prisioneros de prejuicios y ópticas inculcadas para ver sólo lo que se ajuste a lo que esperamos ver, aunque la realidad (la ciencia, la historia, las evidencias) siga empeñada en demostrarnos que no existen los billetes de 3 dólares o que la famosa Explanada la explanamos nosotros.
Jorge Rozemblum
Director de Radio Sefarad