LA PALABRA – Mucho se ha hablado y escrito sobre las fake news, las falsas noticias, las manipulaciones mediáticas o los falsos perfiles en las redes sociales. Sin embargo, poco se ha ahondado hasta ahora en la manipulación que los políticos ejercen entre ellos mismos, lo que podría llamarse fake politik, con k, como aquel concepto de Realpolitik (en alemán, política realista) que acuñó Bismark para referirse a la diplomacia basada más en los intereses que en las ideologías o premisas morales. La fake politik es la capacidad de crear unas condiciones que obliguen a los demás políticos a cambiar de estrategia, y que dichos cambios reviertan en un beneficio propio. Es fake, falsa, porque desde su planteamiento se programa el presunto revés, su reprobación. Sin lugar a dudas, aunque tuvo buenos precedentes, el “capo di tutti capi” de este arte incipiente es Benjamin Netanyahu, Primer Ministro de Israel, cuyo adjetivo usado para su ciudad capital (“eterna”, referida a Jerusalén) intenta imitar como jefe de gobierno.
No va mal encaminado, a pesar de los presagios de los analistas locales e internacionales durante las últimas cuatro o cinco campañas electorales. Sus primeros logros en el arte del fake politik los realizó a nivel nacional, incorporando a sus coaliciones de gobierno partidos que dejaban de existir poco después, vampirizados por el suyo propio, el Likud: Kadima, Atzmaut, Kulanu y, parcialmente, Yesh Atid, Habait Hayehudí y Kajol Labán, por lo que no descartaría que pronto veamos evaporarse a Guesher y sublimarse los restos de la antaño todopoderosa Avodá. Los únicos que se le resisten son los partidos ultraortodoxos, pero quizás justamente por el poco interés que despierta en Bibi un electorado reacio al tinte nacionalista y progresivamente populista que va adquiriendo su discurso con los años.
Pero su jugada maestra es la que está llevando a cabo estos días y que involucra no sólo a jugadores locales, sino también internacionales. Casi al mismo tiempo que se resolvía la creación de un gobierno de unidad o emergencia nacional, calmaba a sus (cansados de postularse) posibles recambios al frente del Likud con la promesa de una amplia anexión de territorios en disputa en Cisjordania, acorde con el así llamado “Acuerdo del Siglo”, el muy improbable plan de paz de la Administración Trump. Los negociadores estadounidenses se vieron desbordados por la celeridad en la puesta en marcha de esa parte, antes incluso que se negociara un mapa concreto, y el peligro de desestabilización en todo el Oriente Medio que ello acarrearía, amparándose en que su socio de gobierno, Gantz, no había dado un apoyo explícito a la medida. Este último, líder de Kajol Labán, tuvo que ir a calmar los ánimos a Jordania, tratándoles de explicar que, en realidad, lo anunciado no pasaría y no había por qué alarmarse. Todo el mundo nervioso, el panal enfurecido y el rey de la selva comiéndose la miel. Eso es fake politik.
Jorge Rozemblum
Director de Radio Sefarad