JUSTICIA JUSTICIA PERSEGUIRÁS, CON CARLO TOGNATO – El nombre de Félicité Niyitegeka no es conocido afuera de Ruanda, pero cada 1 de febrero, Día de los Héroes, en su país se recuerda su nombre, así como los nombres de otros ruandeses. Su historia ha sido contada en un libro titulado “No hay amor más grande” y la organización no gubernamental GARIWO (Jardines de los Justos en el Mundo) la ha incluido en su lista. Niyitegeka era una monja laica de etnia hutu y pertenecía a la orden de las Auxiliares del Apostolado, que en Ruanda incluía personas de las etnias hutu y tutsi. Cuando empezó el genocidio de los tutsis en abril de 1994, ella arriesgó su vida para salvar a un grupo de éstos, vecinos del Centro Saint-Pierre que ella dirigía en Gisenyi, en Ruanda Occidental, a los ayudó a cruzar a Zaire, evitando así una muerte segura. Antes de que pudiera llevar fuera del país a otro grupo, fue interceptada por unos escuadrones de la muerte hutu. Aún cuando le ofrecieron salvarse (siendo ella misma hutu y hermana de un coronel hutu del ejército ruandés), decidió montar en los vehículos que llevarían a un grupo de 43 tutsis, amparados en su Centro, a un cementerio que en esos tiempos los hutus habían transformado en campo de exterminio. Allá fue abatida junto a las personas que había intentado proteger.
Félicité Niyitegeka: compasión en tiempos de barbarie entre hutus y tutsis
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