FILMOTECA, CON DANIELA ROSENFELD –
Guion: Joann Sfar. Reparto: Eric Elmosnino, Laetitia Casta, Lucy Gordon, Doug Jones, Mylène Jampanoï, Anna Mouglalis, Sara Forestier, Kacey Mottet Klein , Yolande Moreau, Claude Chabrol, Chloé Coulloud. Premios: César de la Academia de Cine Francés, mejor actor (Eric Elmosnino), mejor opera prima, mejor sonido. Festival de Tribeca, mejor actor (Eric Elmosnino)
‘Ponerse una máscara es una buena defensa. Yo creo que la he llevado durante demasiado tiempo y ya no logro despegármela. Por delante, está toda esa mascarada de la vida y detrás, un negro anónimo que hace el curro: ese soy yo’ (frase extraída del recopilatorio “De Gainsbourg à Gainsbarre”, Philips, 1996)
Lucien Ginzburg es hijo de inmigrantes rusos judíos, que en la Francia de 1941, plena Segunda Guerra Mundial, tiene que llevar la estrella amarilla de David. Pero él es feliz. Está orgulloso de llevarla. Quizá no se da cuenta de lo que significa realmente, o quizá sí, pero igualmente decide, como defensa, convertirlo en algo trivial… Se imagina perseguido por un demonio con una gran gueule (“jeta”) que se convierte en su confidente, el amigo que le acompañará y protegerá en los peores momentos de la infancia, cuando su vida se vea en peligro por la persecución nazi. Se inventa que a ese demonio le crecerá tanto la cara que acabará explotando y, lejos de morir, se transformará en un malvado hombre-monstruo de gran nariz y orejas… Evidentemente, se trata de la faceta pública de Lucien, su transformación en Serge Gainsbourg, poeta maldito, seductor empedernido y provocador por definición, que finalmente le gana la partida al tímido pianista de cabaret.
Sfar utiliza dos protagonistas atractivos: el niño Kacey Mottet Klein es el Gainsbourg adolescente. Los años del nazismo, con la familia Ginsburg obligada a llevar la estrella amarilla con la palabra “judío”, se transforman en las andanzas de un pícaro. El Serge de pantalones cortos se apresura a solicitar la infamante estrella, que identifica con la chapa de un sheriff del Oeste. Calla a burócratas colaboracionistas al alardear de que se codea, en una academia de pintura de Montmartre, con un oficial alemán. Engatusa a Fréhel, deteriorada vedette de la chanson. En un internado se gana la simpatía de sus compañeros haciendo dibujos pornográficos; y cuando se intuye una redada, su maestro le manda al bosque.
Aunque el músico Joseph Ginsburg (su padre) no practicaba el judaísmo, en el ambiente se sabía que había huido de Ucrania tras la revolución bolchevique. Imposibilitado para trabajar en el París ocupado, escaparon hacia la Francia de Vichy. Para el Gainsbourg adulto, Sfar ha contado con un prodigioso Eric Elmosnino que transmite las dudas íntimas de un cantante que aspiraba a ser pintor, un estilista de la Rive Gauche que conseguiría su mayor impacto en el pop.
Uno de los grandes logros del film es la representación del “yo” de Gainsbourg, ese demonio que le persigue y nos sugiere que seguramente el cantante canalla era un tipo inseguro, tímido y lleno de complejos. Uno de los mejores momentos de la película es, sin duda, cuando Serge le dice a su “jeta” que se vaya, que ya no le necesita: está en el punto álgido de su carrera, ha conocido a la mujer de su vida, y piensa que lo tiene todo bajo control… pero pronto se dará cuenta de que no es así. Y su “jeta” vuelve a entrar en acción, a ayudarle, de nuevo, a sacar esa máscara que habla por él mismo.
Joann Sfar, conocido dibujante de cómic, se basa en su propia novela gráfica y se atreve a descubrir en su ópera prima la máscara del enfant terrible que durante los años sesenta fue todo un estandarte de la chanson francesa, en los setenta escandalizó a medio mundo con su ‘Je t’aime… moi non plus’, y en los ochenta recibió varias amenazas de muerte por su versión reggae de La Marsellesa. En Gainsbourg, vida de un héroe, Sfar ha optado por alejarse de filmar el clásico biopic para acercarnos a la figura del controvertido cantautor a través de un cuento, convirtiendo así a personas como Boris Vian, Juliette Gréco, Brigitte Bargot, France Gall, Jane Birkin o el propio Gainsbourg en personajes de una fantástica historia en la que se mezclan realidad y ficción, acontecimientos verdaderos e imaginados por su protagonista, imagen proyectada y “yos” escondidos. A Sfar no le interesan las verdades de Gainsbourg, sino sus mentiras.
Sfar, artista polifacético formado en filosofía, entra al mundo del arte como guionista de comic después de completar estudios en la escuela de Bellas Artes de París, se inicia en la dirección cinematográfica con este biopic de su músico favorito, quien al igual que Sfar, fue un artista polifacético. A pesar del ambiente surrealista de la mente de Gainsbourg, el film aborda seriamente una crítica al antisemitismo y resulta una cinta muy interesante para conocer la vida del cantante francés de origen ruso-judío.
Sfar proclama inconformismo desde el primer fotograma y utiliza su imaginario particular, desde la maravillosa animación de los créditos iniciales durante toda la película. Pero también demuestra su maestría en la dirección con un guión que no tiene desperdicio. Magnifica interpretación de Eric Elmosino quién también presta su voz a la magnifica banda sonora original a cargo de Olivier Daviaud.