LA PALABRA – Quizás piensen que el título es una errata y que en realidad queríamos referirnos, por ejemplo, al famoso libro de Tolstoi, “Guerra y paz”: palabras cuyo significado son opuestas la una a la otra. Pero puede que guerra y “pan” sean también antónimos, ya que la primera suele imponerse como salida desesperada a la falta de lo segundo, entendiendo pan como sinónimo general de alimento. Llamativamente, sin embargo (como suele suceder tantas veces con el idioma original de los judíos), en hebreo ambos términos comparten las mismas letras raíces: Lamed – Jet – Mem, de las que derivan LeJeM (pan) y miLJaMá (guerra). Sorprendentemente, dicho idioma otorga a la misma conjunción de símbolos lingüísticos el significado de soldadura (haLJaMá), lo que no deja de ser una coincidencia muy llamativa con el español, porque nos refiere a “lo soldado” en lugar de “al soldado”, en el sentido de protagonista de los enfrentamientos bélicos.
Y, ya que estamos, convendría aclarar que el nombre hebreo de Belén, Beit Lejem, nada tiene que ver con el pan, la guerra o la unión metálica, aunque suene y se escriba con las mismas letras, y sí con el nombre de Lahmu, un dios venerado antiguamente por las tribus cananeas, primitivos pobladores de la zona. Por cierto, en árabe LaJM significa “carne” ya que, según los expertos, la palabra nació para describir la carne de caza, que con el fin del nomadismo y la imposición de las sociedades agrícolas fue asimilado al pan como alimento principal.
Las mismas letras que forman esta raíz en hebreo pueden combinarse de otras cinco maneras, con significados que permiten agruparlas en cierto modo en tres parejas. Por ejemplo, la combinación Mem – Jet – Lamed está asociada con el perdón (MeJiLá), mientras que Jet – Mem – Lamed lo está con la compasión (JeMeL). El siguiente binomio está formado por Jet – Lamed – Mem, el ensoñamiento (JaLoM), con un vínculo menos evidente con la raíz binaria Mem – Jet precedida del artículo Lamed, que se convierte en “para el cerebro” (LaMoaJ). Por último, la raíz de pan y guerra aparece vinculada a la de Mem – Lamed – Jet, la sal (MeLaJ), lo que nos retrotrae a la expresión “negar el pan y la sal” que significa negarse a dar o reconocer algo que en justicia le corresponde a alguien: una situación que se me antoja muy pertinente para hablar del estado de los judíos donde el hebreo ha renacido como lengua de comunicación (no sólo litúrgica, como el latín); un país que ha logrado vivir y crecer a la sombra de interminables amenazas bélicas y terroristas.
Estas coincidencias no son anecdóticas. Durante tres milenios un pueblo desarrolló su espiritualidad en esa lengua, que hoy día hablan millones de niños. Palabras bajo cuya piel laten significados entrelazados.
Jorge Rozemblum
Director de Radio Sefarad