JUSTICIA JUSTICIA PERSEGUIRÁS, CON CARLO TOGNATO – El 16 de marzo de 1968 entre 347 y 504 civiles vietnamitas – adultos y niños – fueron asesinados por miembros del ejército de los EE.UU. en My Lai, Vietnam. Podrían haber sido más ese día de no ser por un piloto de helicóptero del ejército y de su tripulación. Su nombre era Hugh Thompson Jr. Ese día Thompson fue testigo de la manera por la cual unos soldados estadounidenses de la Compañía Charlie mataron a sangre fría a civiles vietnamitas. Thompson vio al capitán Medina, al mando de la compañía, poner su bota encima a una mujer caída en el suelo y dispararle. “Fue algo como lo haría un nazi”, comentó Thompson en otra ocasión. Ese día Thompson interpuso su helicóptero en la línea de fuego entre unos soldados estadounidenses y una decena de mujeres y niños, y dio la orden a su tripulación de girar las ametralladoras del helicóptero hacia los soldados en caso de que éstos continuaran disparando a los civiles. Finalmente, bajó del helicóptero, rescató a esos civiles y los evacuó en otros dos helicópteros de escolta. También, junto a su tripulación, salvó a un niño aún vivo de una fosa rodeado de un centenar de cuerpos sin vida y lo trasladó a un hospital.
Los oficiales al mando de la operación intentaron cubrir los hechos. Finalmente, un periodista dio a conocer a la opinión pública la masacre de My Lai. Thompson fue llamado a finales de 1969 a dar testimonio frente a un comité del Congreso de los EE.UU. sobre lo que vio ese día. Solo uno de los soldados involucrados terminó pagando con la cárcel – solo tres años de arresto domiciliario – por la matanza de más de 20 personas. Thompson, por el contrario, fue objeto de ostracismo y de ásperas críticas por parte de miembros de su misma institución y del público estadounidense. Padeció de estrés postraumático, pesadillas severas y cayó en el alcoholismo por la situación. Su esposa lo dejó y fracasaron también sus siguientes matrimonios. En 1983 se jubiló del ejército de los EE.UU. y trabajó como piloto de helicóptero para la industria petrolera en el golfo de México.
Solo 30 años después de los hechos las fuerzas armadas de los EE.UU. rehabilitarían su figura, destacándolo como ejemplo para los soldados norteamericanos y otorgándole los máximos honores por su coraje moral. También, las academias militares norteamericanas le pidieron dar conferencias sobre ética militar y su ejemplo fue recogido en los manuales de ética de las fuerzas militares de los EE.UU. y de países europeos. Su biografía, además, titulada “El héroe olvidado de My Lai: La historia de Hugh Thompson”, ha sido incluida en la lista de lecturas recomendadas por la Comandancia del Ejército de los EE.UU. En una ocasión el Coronel Tom Kolditz, Jefe del Departamento de Ciencias del Comportamiento y Liderazgo de la Academia Militar del Ejército de los EE.UU., concluyó que “hay muchas personas que hoy están vivas gracias a él, no solo en Vietnam, gracias a gente que pudo tener sus unidades bajo control en otras circunstancias porque habían oído su historia. Nunca llegaremos a saber cuántas vidas logró salvar”.
Hugh Thompson murió de cáncer a los 62 años en 2006. Varias obras musicales han sido dedicadas a él. David Rovics compuso una balada en su honor titulada “Una canción para Hugh Thompson”, que fue tocada durante su funeral. Thom Parrott también escribió otra canción titulada “Pinkville Helicopter”, que hoy está incluida en una colección del Museo Smithsoniano para la música popular. Jonathan Berger, por su lado, compuso un concierto para piano y orquesta comisionado por el Fondo Nacional para las Artes de los EE.UU. Se presentó en enero de 2001 frente a la Asamblea General de las Naciones Unidas.