Imperialismo europeo y antisemitismo político (3ª parte): primeras presencias judías en Latinoamérica

MILÍM: LA HISTORIA DE LAS DIÁSPORAS, CON ALICIA BENMERGUI – En la historia de la colonización española de lo que luego fue el territorio argentino, es necesario señalar que fue mucho más importante la región que proveía a las demandas de la importante ciudad que era Potosí, la enorme mina de plata que se usó para ornamentar numerosos objetos en la España indiana, especialmente Sevilla. Las principales ciudades que se ocupaban de proveer a Potosí de carros, muebles, mantas, alimentos y otros insumos fueron Córdoba, Salta, Jujuy, Tucumán principalmente y aún Santa Fe que les proveía de las mulas necesarias para el transporte de carga. En el norte argentino, Bolivia y Perú, existen iglesias con imágenes de los llamados Ángeles Arcabuceros que corresponden a los llamados ángeles cabalísticos, cuyos nombres son Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Sealtiel, Jehudel o Barchiel. Hay historiadores que sostienen que estas imágenes han sido colocadas allí por obispos de origen cristiano nuevo, que eran judaizantes secretos. En el Valle de Humahuaca, en el norte argentino, los ángeles arcabuceros de Uquía son los únicos que fueron pintados con sus nombres al pie y son: Gabriel, Rafael, Uriel, Salamiel, Yeriel, Eliel, Hosiel y Oziel. Las figuras y algunos nombres no responden con exactitud a las representaciones tradicionales. El lienzo de San Miguel está titulado con el nombre de Uriel, lo que no se corresponde con este personaje ya que porta casco, peto, adarga y lanza. Es probable que el artista que lo hizo desconociera los nombres hebreos de los ángeles apócrifos. En la ciudad de Humahuaca está la Iglesia de la Candelaria que también contiene imágenes no tradicionales, como las de San Moisés, y otras igualmente sorprendentes. Algunos historiadores sostienen que estas imágenes ajenas a las tradiciones iconográficas católicas son la prueba de la existencia de obispos judaizantes que de esta manera mostraba su adhesión secreta a la fe que se habían visto obligados a abandonar.

El historiador Nathan Vachtel en su libro La Fe del Recuerdo nos cuenta que los cristianos nuevos portugueses ya eran numerosos en 1580 cuando se unieron los reinos de España y Portugal. Tenían dos itinerarios en territorios hispánicos. “Uno, por el sur, pasaba por el Rio de la Plata, luego ya fuera por Paraguay o por Tucumán, Salta y Jujuy, permitía alcanzar Charcas y Perú, es decir el legendario Potosí y sus famosas minas de plata… El Río de la Plata se transformó entonces en uno de los lugares privilegiados de los conversos portugueses… Uno de los pioneros de la apertura del itinerario Potosí, Buenos Aires y luego Brasil y Europa, fue nada menos que el primer obispo de Tucumán, Francisco de Vitoria, de origen cristiano nuevo… Un hermano suyo, Diego Pérez de Acosta, después de haber sido comerciante durante unos veinte años en Potosí, Cuzco […] fue quemado en efigie en el auto de fe de 1695 en Lima. Quizás pudo escapar gracias a la protección de su hermano, luego se encuentran sus huellas en Sevilla, después en Venecia, su vida terminó en Safed, Palestina”. Y esta historia continúa…

Scroll al inicio